miércoles, diciembre 24, 2008

The Spirit


Hay personas que se montan su pequeño microcosmos y consiguen vivir en él con sus propias reglas. No tienes que ser precisamente un ermitaño y/o eremita, simplemente basta con que formes tu propia comunidad y te aisles de los demás, algo que puede confirmarse en los vastos espacios de la red, formados por foros y comunidades que respiran una sorprendente autarquía cultural. Así, uno puede vivir feliz con su propia moral y visión del mundo, hasta que alguien se cruza en tu camino o tú terminas cruzando una puerta que no sabes ni cómo abrirla (¿como Javier Marías?). Es entonces cuando esa puerta, llámese blog, mujer, hombre, acontecimiento traumático o box office, te devuelve una realidad que obliga a replantearte tus principios...salvo que seas demasiado viejo, terco o arrogante, que prefieras vendarte los ojos y hacer cómo que no ha pasado nada.

Algo parecido le ha sucedido a Frank Miller con su adaptación de The Spirit. Como si no hubiera salido jamás del plató de Sin City, Miller pidió incluso a Zack Snyder que le pasara su (memorable) versión de 300 detrás del decorado verde, para así no "abrir otras puertas" que pudieran poner en jaque su visión del comic de Will Eisner. Miller entendió que sólo a través de las herramientas que le proporcionó Rodríguez podía concebir su particular acercamiento al "Citizen Kane de los comics" (jojojo), y le ha salido una película bastarda, un Sin City vigoréxico pero que tampoco supone un salto cualitativo con respecto a éste, sino más bien un clon que ya parece hasta pasado de moda. Basculando entre lo ridículo y lo épico, entre una dramaturgia heterodoxa (por sus constantes oscilaciones de humor) y el cartoon más disparatado (The Spirit es, una action movie elastizada sin solución de continuidad), Miller se asemeja a un anciano con demencia que se ha empeñado en hacer lo que ha querido, lo cual le honra pero no es excusa para que no le haya echado un vistazo a "El arte cinematográfico" del Sr. Bordwell. O como bien me comentaba Diego Salgado tras el pase, un Ed Wood con dinero embriagado de un arte (hasta "El contrataque del caballero oscuro", con todos sus defectos, era una obra rupturista) que no es su arte, aunque lo recubra de una estética monocroma. Viendo The Spirit uno se pregunta, primero, qué ha sido de ese artista capaz de volcar en la viñeta el expresionismo abstracto (o neoexpresionismo) de Basquiat o Schnabel; y segundo, que Robert Rodríguez sí sabe hacer cine, mejor o peor, pero sabe.

Y sí, hay mucho delirio en este The Spirit, tanto que podría considerarse puro cinema bis de la era digital, lo cual con un presupuesto cercano a los 50 milones de dólares debería hacernos reflexionar sobre los trasvases entre narrativa B y blockbusters contemporáneos. En definitiva, resumamos y pasemos de eufemismos: The Spirit es un bodrio considerable que hace que, si la posmodernidad es Port Aventura, la película de Miller sea la barraca de feria regentada por gitanos que hay en mi barrio, donde lo mejor es la inclinación parafílica de un superhéroe que desea follarse a su ciudad.

Saludos

PD: en Miradas hemos publicado un especial dedicado a la Colección FantaTerror de Suevia. Quien suscribe firma dos pequeñas reseñas: quien disfrutó con el texto dedicado a La séptima víctima tendrá en La torre de Londres un pequeño anexo que espero desarrollar en el futuro. El otro, La violencia del sexo, una pequeña paja que espero puedan disculparme.

viernes, diciembre 12, 2008

CIne de animación japonés (Libro)


Un sueño hecho realidad....o al menos esa es la sensación cuando uno hojea un libro en el que ha escrito en pleno Fnac. Mi debut en el mundo editorial viene de la mano de este portentoso volumen sobre cine de animación japonés, coordinado por Antonio José Navarro, y en medio de un montón de firmas de esas que siempre ha admirado. Muchas gracias a vosotros, que ya sabeis quienes sois, porque sin vuestro apoyo ésto seguiría siendo una quimera.

Saludos

sábado, diciembre 06, 2008

Cine ciego



Resulta triste dar las razón a ciertos defensores de los "nuevos" canones culturales, pero hay proyectos que huelen. La traslación en imágenes de un buen "best-seller" para gente inteligente, un realizador con prestigio ONG, y un imponente casting de actores mal maquillados para reforzar sus arrugas y entradas. Saramago, Meirelles, Julianne Moore, García Bernal...vaya si huele. Y no defrauda (en su esperada decepción), porque "Blindness" es otro ejemplo de proyecto con afán globalizador (tanto conceptual como estéticamente) pero cuyas soflamas están muy alejadas del mundo que pretende reflejar. Y lo que es peor, la enésima muestra del intento por intelectualizar un material de derribo que, no obstante, se queda incluso lejos de la serie B más trajinada.

Ya dijimos en su momento que "El orfanato" era un film fantástico para no consumidores de fantástico, y "Blindness" es una distopía para un público de paladar fino que haría ascos a "1997: Rescate en Nueva York", pero que por no llegar, no llega en sus reflexiones ni al Boris Sagal de "El último hombre vivo". Todo muy cuco y cuidado en su guarrería (sí, hay personajes que pisan heces bien colocadas dentro del plano, y sodomía rodada como Gregory Dark pero pretendiendo ser elegante y sugestivo), para unas conclusiones que reducen su cultureta punto de partida (una epidemia de ceguera) al nivel de una producción de The Asylum: es decir, que tras la caída de los estamentos que sustentan la sociedad, la próxima parada viene a ser la barbarie y el primitivismo.

Al final, lo único que queda es un turbio plano de iconos religiosos con los ojos vendados, imagen que daría para pensar si uno consigue olvidar esa larga cola de personajes tomados de la mano, lo más parecido a una reciclaje cinematográfico de aquellos míticos anuncios multiétnicos de Benetton.

Saludos

miércoles, diciembre 03, 2008

Vuelve el MAESTRO


...y encima con Nicolas Cage...

Saludos

domingo, noviembre 23, 2008

Lo conseguimos (I SAW IT!)


Con ilusión todo se saca adelante...al menos, en la medida de nuestras posibilidades. Mi sueño húmedo para el próximo año ya está tomando cuerpo, y mi sueño húmedo de éste ya está en pie. Es cierto que ha sufrido más de un lavado de cara, pero al final ya está ahí, subido y coleando. El objetivo: hablar de forma seria sobre una saga que está reescribiendo el cine de horror contemporáneo. ESPECIAL SAW V ANIVERSARIO!!!!

Saludos

lunes, noviembre 17, 2008

domingo, noviembre 09, 2008

Californication (1ª temporada)



Hay obras que uno termina detestando emocionalmente. No hay más. En el fino equilibrio entre la reflexión concienzuda y la impresión emocional, gana la segunda. Y gana porque las teclas que pulsa se imponen al goce racional, o básicamente porque te tocan mucho las pelotas. Pasa con "Martyrs" y pasa con "Californication". Ha pasado en Sitges con 26 años y pasará en otro sitio con 50. Y ocurre porque hay momentos en la vida en los que ya no quieres que te sigan metiendo goles tontos, o porque sencillamente ya estás harto de las mismas mentiras pero disfrazadas de (falsa) irreverencia.

Si me sintiera con ganas de defender "Californication", podría decir que se trata de un nuevo reciclaje que Hollywood realiza de sus "historias románticas", de otra reinvención más de sus cuentos de hadas: en HD, con cámara al hombro y con tetas, pero aún así cuentos de hadas; aunque para redefiniciones de los mitos románticos, me quedo con las producciones Appatow, a mí parecer más conscientes de su propia naturaleza y también menos arrogantes. Podría afirmar que la serie protagonizada por David Duchovny (al menos la primera temporada) es una historia feliz para cuarentones fracasados, pero adecuada al lenguaje soez, a la estética sucia y a la desinhibición conceptual, para que entre bien y para que cuando gires la cabeza y veas en la tele a un tipo diciendo tactos y tirándose a todo lo que tenga una vagina, no cambies de canal.

Pero no, no me da la gana porque "Californication" posee la semilla de la impostura. Porque "Californication" es la historia de un escritor cuya cínica novela sobre relaciones de pareja ha sido prostituida en una adaptación "näif" con Tom Cruise y Katie Holmes...y en el fondo, "Californication" es como si a Bukowski le hubieran adaptado una novela pasándola por el filtro de una "love story" clásica. Porque "Californication" es la historia de un "loser" que debe follar mucho como trayecto redentor hasta darse cuenta que la verdadera felicidad se encuentra en la pareja que abandonó porque no estaba preparado. Y porque "Californication" es la enésima ficción misógina que dice que esa mujer que dejaste tirada porque te rajaste, te va a esperar toda la vida pase lo que pase, y te perdonará hagas lo que hagas. Aquí radica la verdadera incorrección de "Californication", pero también su gran mentira, es decir un artefacto indefendible por su supuesto realismo y verosimilitud. Así, el chaval que admire "Californication" sería algo así como aquel que cree que puede pillar una furgoneta con unos colegas, pillar a una chica por la calle y proponerle de todo (Bangbus)...todo ello porque está rodado con cámara en mano y parece "de verdad". Maldito "mockumentary" sexual.

Y puede que "Californication" sea en el fondo una gran farsa que se ríe de todo eso. De hecho, es más que posible. Pero a mí me cayó en la peor hora y en el día equivocado. Algo que no me ocurrió con "Martyrs", todo sea dicho.

Saludos

miércoles, noviembre 05, 2008

Pues sí....


"Es bueno el mero hecho de ser feliz; es un poco mejor saber que lo eres; pero comprender que lo eres y saber por qué y cómo, y seguir siéndolo y sabiéndolo, bueno...eso es más que felicidad, eso es una bendición".

Saludos

lunes, octubre 27, 2008

El Grupo



Kobe, Alex Rodriguez, Phelps y Tony Hawk juntos.......lo disfrutaré estas Navidades?

Saludos

sábado, octubre 25, 2008

Ooops, we did it again.....




Con crisis o no (en palabras de Diego "el hombre tranquilo" Salgado), ha sido un Sitges atravesado por las circunstancias. Circunstancias que han motivado menos películas, abandonos inesperados, visionados imposibles, y peligrosos baños nocturnos....pero todo muy extraño, no obstante. Extraña programación (tanto de películas como de horarios), extraña convivencia, extraños periplos de sala en sala, extrañas preguntas a Pascal Laugier...... Que lo extraño se salte la norma no lo convierte precisamente en especial, solo en extraño. Y aún así, el recuerdo de este Sitges es emotivo, es vibrante, y sin duda es especial. Y Sitges ha sido especial porque pese a tirarme más tiempo enganchado al teléfono que viendo películas, ha sido un año de encuentros (menos de los deseados) y también de epifanías (o pseudo-epifanías). Nos ponemos ñoños pero que cojones, voy a agradecer a Tonio, a Óscar "Hitman", a Sergio, a Salva (los auténticos 4 DUROS, esos que no fallan), a AJ, a la crew de Miradas (esperaos, que luego hay más), a Diego/Pedro, al sacrificado equipo de la poco conocida pero brilante Cosas de Cine, a Victor que no pude verle pero ya lo solucionaremos en Madrid, a Rubén, a Roberto, a Jose, a Bea, a Carles y a alguien más que seguro se me escapa. A todos gracias y disculpas por mi inesperada ciclotimia......estoy en ello y pinta bien pese a las dificultades, no os preocupeis.

Y dejo a Miradas aparte porque, sencillamente, lo hemos vuelto a hacer. No solo por haber sido el único medio en cubrir casi a diario el festival, no sólo por hablar de tantas y tantas películas, sino por el rigor (hasta Top Cine), la profesionalidad, y el curro que nos hemos pegado (JD, Lolo y un servidor) al estar tan pendiente de todas las pantallas (fueran de cine o de plasma). Exploto de arrogancia cuando afirmo que pese al día a día tan ajetreado, pese a discusiones tontas (es lo que hace el carácter, el amor, la soledad, y la mezcla de todas), el resultado es sobresaliente....y lo es porque hemos disfrutado, porque hemos innovado sin quererlo, sin forzarlo, sin acogernos a nada, solo al goce colectivo y a las coñas de una inesperada espantada nocturna. Así que desgrano las gracias a Teresa Vargas (jijiji), a Raúl, a Javi, y a Araceli por ser un grupo tan fuerte, tan apasionado y tan "normal" (y no es coña). Y a Lolo y a JD, again, por ser tan grandes (uno más que otro) y por estar ahí. Y me falta alguien, cuyo nombre no recuerdo.....maldita memoria...

Saludos

jueves, octubre 23, 2008

El sitio de Viena



Quien me conoce sabe, que en general, me gusta Jordi Costa. Y me gusta porque reconozco una extraña sensación entre la envidia y la admiración, entre el asombro ante su capacidad de síntesis y la algarabía por convertir la reseña en ensayo. Más allá de eso, me da igual que Costa defienda o no cierto tipo de cine o de manifestaciones culturales, porque Costa es uno de esos "escritores cinematográficos" que poco a poco van trascendiendo la infame ortodoxia de la crítica cinematográfica, necesitada ya de nuevos recursos. El problema de Jordi Costa, como bien comentaba con algún compañero durante el festival de Sitges, estriba en su arrogante autoconsciencia, en el papel asumido de "líder de", de cabeza visible de algún movimiento que le obliga a posicionarse, en muchas ocasiones, sin recursos para la defensa de dicho posicionamiento.

Y eso lo convierte en alguien previsible, y por tanto también adscrito a una cierta ortodoxia. Y lo digo porque leer "500% Costa" es saber de antemano lo que va a afirmar, lo que va a citar, y adonde va a llegar...y esto desactiva gran parte de su ingenio, de su magia. El moverse en algunos contextos implica adecuarse a ciertas normas, y por tanto, a perderse. Eso es algo que también le ocurre a Carlos Losilla en Cahiers España. Y le ocurre porque entrega lo que todo el mundo espera de él, a diferencia de su etapa en Dirigido, donde marcaba la nota discordante, sobre todo en su última época. A Losilla en Cahiers le ocurre lo mismo que a Costa en "Mutantes": se alinea y pierde su capacidad de trasgresión.

Todo lo contrario le ocurre en su deslumbrante novela/ensayo/autobiografía "El sitio de Viena", más mutante que todos los mutantes juntos....ejemplo de escritura libre, modelo inspirador y renovador para nuevas (y viejas) generaciones. Losilla parte de la (no) figura de Fritz Lang para elaborar un texto que es al mismo tiempo exorcismo personal, ensayo sociocultural, análisis cinematográfico y biografía renovadora, tan independiente de todo como pendiente de su propio rigor. En "El sitio de Viena", Losilla pone al cine en su sitio: no en un universo paralelo donde esconderse, sino en un estante anexo a nuestra vida de donde recavar experiencias para enriquecerla. En definitiva, el arte como complemento, no como subterfugio, que es más difícil pero al mismo tiempo más satisfactorio. Porque donde Costa termina hablando de SU vida, Losilla habla de LA vida, algo todavía más meritorio partiendo ambos de sus propias vivencias.

Saludos

viernes, octubre 10, 2008

Tropic Thunder (y el cine de Ben Stiller)


Es una pena haber leído tantos textos que minimizan el valor cinematográfico de una película del calado de Tropic Thunder, con simplificaciones adjetivales como "desopilante", "divertimento" o "descacharrante". Porque Tropic Thunder es bastante más...por ello queremos hacerle justicia (y al cine de Ben Stiller), AQUÍ.

Saludos

miércoles, octubre 01, 2008

Nos vamos a Sitges!!!!!

Pues sí, cada año va a peor, cada año es más desastre, cada año hay menos ambiente....y en esta ocasión parece que destaca más por las películas que faltan que por las que van. Y aún así, hay un montón de cositas que apetece ver....y aún así, seguimos acudiendo todos los años. Y habrá crónicas cada dos días en Miradas, pero antes podreis leer (supongo que mañana) un texto de Tropic Thunder, que no podía ser otra cosa que un peliculón. Nos vemos a la vuelta....

Saludos

sábado, septiembre 27, 2008

Se va uno de los Grandes



La Historia nunca hará justicia a los Kings del "lock-out" porque la Historia solo se escribe con los ganadores. Y en los Kings habían demasiado jugadores sin carisma ni voluntad ganadora (Webber, Stojakovic, Divac..) como para conseguir algo importante. Pero la NBA nunca deberá olvidar lo que fue el comienzo de muchas cosas: la reacción ante una huelga que bien pudo hundir el baloncesto profesional, el juego que llena pabellones y que aterroriza a especialistas, la venta de camisetas que jamás lograrán los Spurs, pero también el limitado trayecto que ellos mismos cortaron con sus indicaciones implícitas, aquellas que impiden a Suns o Warriors avanzar rondas y consolidar una forma de ver el baloncesto (y por ende, la vida) que es algo así como lo que promulga un film como Wanted en la actual cartelera: éxito de público, varapalo crítico.

Cuando todos pensábamos que J-Will resurgiría de su asepsia baloncestística en los nuevos Clippers, completando el "back-court" junto a Baron Davis, resulta que una noticia bomba nos deja atónitos: una de las personalidades más estrambóticas del basket se retira de forma inesperada, muy a tono con el carácter introvertido y huraño de este post-Pete Maravich (sic). A Jason Williams le han echado mucha mierda, pero pasado mañana y si no muere por sobredosis, tocará a la puerta de John Stockton para enseñarle su anillo. De algún modo, se habrá hecho justicia.

Y ahora os dejo con sus maravillas:





Saludos

lunes, septiembre 22, 2008

La Séptima Víctima



1. Cada vez entiendo más la preferencia de los (malos) “escritores cinematográficos” por el cine “clásico” antes que por esas boutades posmodernas que tanto daño hacen al cine…se supone. Hay múltiples razones, pero una de ellas se dispara cuando uno revisiona La séptima víctima, un film dirigido por Mark Robson bajo el auspicio de Val Lewton. Y es que el crítico, en el fondo, es una persona celosa del mundo, celosa de aquellos que descubren lo que él cree haber descubierto antes. De ahí la proliferación de súcubos alrededor de según que realizadores, como si nadie más que ellos tuviera derecho a reflexionar sobre los mismos. El cine “clásico”, en este sentido y obligado por el contexto y las circunstancias a erigirse como epítome del eufemismo visual, brinda una oportunidad de oro para apropiarse de signos, metáforas y metonimias con los que desmarcarse del resto de usuarios. Así, el cine “clásico” puede ser un terreno yermo sobre el que siempre se puede elaborar un discurso fácil, sin necesidad de esforzarse demasiado, a diferencia de la explicitud del cine (pos)moderno, donde el subrayado impide el goce infantil del primer descubrimiento. Ante lo que todos podemos ver, la elucubración debe trabajarse a niveles más profundos y exigentes, ya que donde antes no sabíamos si se trataba de una mujer pantera o de algún brote psicótico, ahora somos testigos de la transformación física, por lo que el discurso debe adaptarse a lo que requieren las nuevas imágenes. El cine “clásico” mal entendido sigue siendo, por tanto, refugio de los mediocres, amparados en la mitificación, las verdades colectivas, y los discursos a prueba de balas…perdón, de puesta en escena.

2. Vista hoy, La séptima víctima es una película realmente interesante, aunque quizás un tanto desangelada. Y lo digo porque asimilándola de manera retrospectiva, ha sido ampliamente superada por aquellas obras que la han tomado como referente, incluso la posterior La noche del demonio. Pero tanto las ficciones de David Lynch, Dario Argento o Roman Polanski han contraído méritos suficientes como para evidenciar que la asepsia visual —perdón otra vez, la depurada serie B— del film de Mark Robson no equivale a mayor riqueza conceptual, aunque siendo honestos, los tres casos citados son una muestra en bruto de un talento del cual Robson carecía. Lynch ha transportado al corazón de Hollywood la línea narrativa de La séptima víctima, liberándola de cultos paganos y aunando narración, reflexión, homenaje, vanguardia, y un mayor psicologismo. Argento, en sus dislocadas Suspiria o Phenomena, relata un trayecto madurativo similar al de la protagonista del largometraje de Robson, sostenido sobre su abigarrada imaginería visual nada ajena a las disquisiciones teóricas sobre el género. Y por último Polanski en La semilla del diablo dibuja el perfil más incómodo, perverso, pero también atractivo, de las reuniones esotéricas, conjugando el realismo social con un inquietante barniz fantastique. Son cineastas que, explicitando todo aquello que La séptima víctima sugiere, consiguen elevar sus propuestas por encima de la, en ocasiones, insípida gramática “clásica”, dotándola de una mayor capacidad semántica.

3. En su capítulo del libro colectivo “El demonio en el cine” y a propósito de La séptima víctima, Hilario J. Rodríguez hacía referencia a la relación entre el contexto social de la época y las malsanas motivaciones de los paladianos —la secta que acoge a la hermana de la protagonista—. Es acaso el apunte más brillante del film, que conecta los sentimientos de indefensión propios de la participación norteamericana en la II Guerra Mundial con la sensación de vacío existencial de los miembros del culto, y su turbia inclinación hacia el Thanatos. Con todo ello, La séptima víctima concentra momentos visuales estimulantes —la secuencia de la ducha, donde la sombra desvela toda su polisemia— con otros bastante ridículos —la muerte del investigador—, poniendo de relieve lo mejor y lo peor de ese lenguaje —afortunadamente superado— que es el clasicismo. Yo, por mi parte, prefiero relatos más abiertos del propio Robson, como la magistral El barco fantasma, que tras su arquetípica estructura whodunit, se agazapa una profunda lección sobre la autoridad y el poder.

Saludos

jueves, septiembre 18, 2008

American Gothic



Muchos meses hemos tenido que esperar hasta que una de las publicaciones cinematográficas más estimulantes del pasado curso viera la luz en tiendas. Diversos problemas con la distribución impidieron que American Gothic: El cine de Terror USA (1968-1980) fuera accesible al grueso del público. Aprovechando su salida hace escasas fechas, reciclo mi reseña publicada en Miradas en Noviembre (!!!) del año pasado.

Que buena parte del cine norteamericano contemporáneo ha efectuado una regresión tanto estética como temática al producido durante los años ’70, parece ser una reflexión que a estas alturas ya no sorprende a nadie. El terror abrió la veda para la evocación de unas coordenadas artísticas que poco tienen de simple nostalgia: la mojigatería del slasher para adolescentes ha abierto paso al salvajismo sin coartadas visuales de las nasty movies en casos como La casa de los 1000 cadáveres (House of 1000 Corpses. Rob Zombie, 2003) o Hostel (Eli Roth, 2005); y el macanudo cine de acción musculoso ha cedido su sitio a la indefensión memorística –—por tanto, a la fragilidad existencial— de Jason Bourne. El cine de espionaje también ha echado la vista atrás con títulos como El buen pastor (The Good Sheperd. Robert de Niro, 2006) o Munich (Steven Spielberg, 2005), mientras que el thriller se ha deshecho de manierismos para engendrar títulos más desabridos como Hostage (Florent Emilio Siri, 2005) o Narc (Joe Carnahan, 2002). Incluso se ha recuperado la siempre polémica figura del “vigilante”, bien desde una perspectiva “clásica” —La extraña que hay en ti (The Brave One. Neil Jordan, 2006), Death Sentence (James Wan, 2007) — o mediante la actualización de sus códigos —Paparazzi (Paul Abascal, 2004) —.

No obstante, dentro de la publicación que vamos a tratar, los puntos de vista varían. Centrándonos más en el género a colación, es decir, en el terror, Roberto Cueto afirma que dicha invocación se debe más a que el «gótico americano se ha fetichizado y convertido en objeto de consumo cinematográfico», lo cual entronca con las teorías esgrimidas por Carlos Losilla en su libro “El cine de terror” acerca del horror posmoderno; mientras Quim Casas nos demuestra que el género no es ajeno a los ciclos, y que el patrón actual descansa en la modernización de un discurso debido a la necesidad de exorcizar los demonios del presente. Sea lo que sea, la realidad es que muchos expertos se han adelantado a establecer paralelismos entre el turbulento escenario sociopolítico de los Estados Unidos post-Kennedy y la agitada era Bush Jr., de ahí las concomitancias en una expresión artística que nunca ha dejado de ser espejo de la realidad. No en vano, hasta en un largometraje tan aparentemente desligado de estos esquemas como Shortbus (John Cameron Mitchell, 2006), uno de sus personajes profiere que «esto es como en los ’60 pero con menos esperanza».

Por ello, la publicación de “American Gothic. El cine de terror USA (1968-1980)” –en un esfuerzo conjunto entre la Semana de Cine Fantástico y Terror de San Sebastián y el Festival Internacional de Cinema de Catalunya, Sitges, con el apoyo de otros organismos- no es solo una iniciativa alabable por su elevada calidad literaria ni tampoco por el hecho de cubrir un vacío editorial (que también), sino por su necesario oportunismo que nos permite entender ahora y en presente, unas circunstancias que parecen condenadas a repetirse con escalofriante fidelidad. Coordinado por Antonio José Navarro —que no por casualidad cuenta en su haber con la coordinación de otras dos obras fundamentales en su ámbito como son “La nueva carne. Sobre una estética perversa del cuerpo” (Ed. Valdemar, 2002) y “El giallo italiano. La oscuridad y la sangre” (Ediciones Nuer, 2001)— American Gothic es un excelente trabajo no exento de irregularidades –como en todo proyecto colectivo que se precie- que aspira a recopilar en sus más de 400 páginas las particularidades de una tumultuosa época que fructificó en la absoluta renovación del género de terror. Un paraíso cinematográfico generado por un infierno social que parió a toda una generación de cineastas única: John Carpenter, George A. Romero, Wes Craven, Tobe Hooper, Brian de Palma, Bob Clark, Bob Kelljan; todos “hijos” del desengaño de la Contracultura, del fracaso de la “era del Acuario”, del horror de Vietnam y de la “crisis urbana”. Desde el análisis sociopolítico a los orígenes literarios, de los precedentes culturales a la reflexión generalista, American Gothic pretende (y consigue) lanzar una mirada heterogénea, plural y poliédrica tanto a la época como, por supuesto, a su cine, y por ello se ahonda con deleite en los temas que acapararon el género: el canibalismo, la psicopatía, el satanismo o la serie Z, así como un acercamiento a los autores y al análisis particular de una serie de películas, que abre la señera La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead. George A. Romero, 1968) y cierra la paródica Motel Hell (Kevin Connor, 1980).

Estructurado en tres partes bien diferenciadas —Contextos, Temas y Películas— abre el fuego el propio coordinador, Antonio José Navarro, que en un vigoroso prólogo asume con fruición un material muy de su estilo donde conjuga política y horror, cultura y sangre, y donde desglosa de forma rigurosa los ingredientes sociales que provocaron el estallido del género. A través de su inconfundible y virulento estilo de escritura, Navarro toma como referencia una serie de largometrajes fundacionales para ahondar en su significación social y en su jerarquía cinematográfica. Por su parte Quim Casas recapitula, y con temple se deshace de la etiqueta localizacionista para afrontar un capítulo que bien podría ser epílogo. En él, con su habitual estilo poco dado a la retórica, nos dice que el terror siempre ha traído adjuntada una etiqueta política, solo que en los años ’70 se optó por evidenciarla y torear la alegoría. Además, establece paralelismos, levanta lazos fraternales entre dicha época y la situación actual, aunque en su repaso olvida que hoy en día el terror no sólo mira hacia dentro, el Otro se ha convertido también en instrumento para la propagación del miedo. A continuación Roberto Cueto, en un formidable trabajo, nos retrotrae a las raíces literarias e historio-geográficas del “gótico americano”, donde se entrecruzan Charles Brockden Brown y Nathaniel Hawthorne, Washington Irving y Wardon Allan Curtis. Su capítulo, brillante, denso pero ágil, rico en referencias pero sin petulancias ni cultismos, profundiza en los orígenes para separar en cuatro vértices los temas fundamentales del imaginario gótico. Tomas Fernández Valentí, con menos suerte, finiquita esta primera parte con un texto en el que analiza los precedentes cinematográficos del “gótico americano” —el americana y el thriller rural—, un tema ya recurrente en sus reflexiones para “Dirigido por”. Valentí encara su parcela con lucidez, pero pese a su fuerte personalidad literaria, el conjunto decepciona porque el repaso es somero y un tanto superficial.

El especialista italiano Roberto Curti, trasunto de Freixas transalpino, descorre el velo de la segunda parte del libro en un capítulo que podría haber aparecido igualmente en “El demonio en el cine. Máscara y Espectáculo” (Ed. Valdemar, 2007)—otra de las publicaciones editadas durante Sitges ’07—, al recordarnos que el caos y el desorden social acentúan la desconfianza en Dios, y por tanto, promueven la aparición de otros cultos. Así, destaca el elevado número de largometrajes que versan sobre satanismo o sobre otras manifestaciones paganas, entendidas como una variación grotesca de los crecientes movimientos esotéricos del período. La dupla incansable, Ramón Freixas y Joan Bassa, se entrega con delectación a uno de sus (seguros) placeres, fusionando violencia y sexo, Eros y Thanatos, roughie con nudie, en un texto que recorre el vasto legado del rape & revenge. Su aportación es pura sabiduría y mejor exposición, aunque su habitual estilo amanerado encubre en demasiadas ocasiones a un contenido capaz de brillar por sí solo. Entre los jóvenes, destaca la nueva savia de Tonio L. Alarcón quien, pese a su juventud, posee un estilo depurado y expositivo, siempre cercano al lector. Aquí nos acerca a una de las temáticas más escabrosas como es el canibalismo. Su comienzo es avasallador, su final pierde fuelle, pero la sobresaliente conjunción entre cinefilia, ensayo psicológico y perspectiva antropológica denota la excelencia del trabajo bien hecho.

Un veterano en el tema, Jesús Palacios, vuelca su tremenda erudición en la materia abordando otro terreno fundamental: la figura del psicópata. Palacios frecuenta territorios paralelos, lo cual se agradece, al describir la influencia del pulp, del menace pulp y del apache killer en el arquetipo del psychokiller, aunque a su texto le sobra cierta afectación retórica y se echa en falta algo más de concreción. En las abisales estancias del inframundo fílmico nos tropezamos con el siempre estimulante Rubén Lardín, que nos recuerda que toda manifestación artística tiene siempre sus vertederos. A la inmundicia, bien vale hacerle frente con descaro y pasión, porque el exploitation es al mismo tiempo desechos, reciclajes, y materia prima. Su (re)visión nos (re)descubre a varias figuras de este pequeño infierno: Ted V. Mikels, Al Adamson y Andy Milligan, en sus propias palabras, «autores por acumulación» (sic). El repaso por temas lo cierra otra joven especialista, Desirée de Fez, en un capítulo de carácter ambiguo y poco claro, que sirve más como introducción que como cierre. Su esforzada contribución, disertando sobre los autores del período, no evita que el resultado final sea anodino, no tanto por innecesario como por mal planificado. Finalmente, el libro concluye con el análisis pormenorizado de veinte largometrajes, donde destacan los escritos firmados por Carlos Losilla, José María Latorre y Emi G. Cortés. Un trabajo que pone un buen broche a este notable logro colectivo en un proyecto que, pese a merodear por zonas parecidas, sabe repartir la cosecha y esquivar lugares comunes; un ejemplo, no sólo de la gran coordinación y de la labor de los especialistas sino también de la riqueza semántica de la ficción de la época. Por último, tampoco hay que olvidar la atractiva edición de la publicación, pródiga en imágenes de gran calidad. Un lujo que todo aficionado al cine (de género o no) no puede ni debe perderse.

Saludos

miércoles, septiembre 17, 2008

Che, El Argentino


A falta de ver la segunda parte del dichoso proyecto, Che el Argentino podría formar parte de cualquier teatro del absurdo, porque es una de las películas más abyectas que se han podido contemplar en mucho tiempo. Que en un film sobre un revolucionario, lo más revolucionario sea el uso de las nuevas cámaras RED, es un hecho elocuente. ¿Pero acaso no conocemos ya a Steven Soderbergh? ¿no sabemos que en el fondo se trata de un esteta que encubre falsos intereses políticos? El día que filtremos toda la obra de Soderbergh a través de sus pulsiones estilísticas, su filmografía ganará enteros.

Cuando estamos de lleno en el "fin de las ideologías", Soderbergh busca precisamente eso: desideologizar al personaje, despolitizar en la mayor medida posible al icono para encontrar un ideal de lucha puro, tan (o más) naif que el representado en esa versión "adolescente-pop" que es Diarios de motocicleta. Che el Argentino sí es un film épico porque Soderbergh jamás rueda a ras de suelo, quiere rodar la campiña cubana como si se tratase de un Olimpo donde se mueve su Aquiles asmático. Soderbergh encuadra el cielo cuando debería encuadrar la tierra, encuadra un cuerpo cuando debería filmar una herida.....pero al final su película no pasa de ser un film figurativo que pretende transmitir una cierta abstracción. Da miedo lo que podrían haber hecho tanto Terrence Malick como Samuel Fuller, dos directores tan opuestos, con este material. Porque lo peor que se puede decir de una película sobre una revolución es que ni siquiera incomode, que sea tan poco "revolucionaria". Che el Argentino no deja de erigirse como la bandera del relativismo.

No nos extraña que el target que más disfrute con la apuesta "alternativa" (es decir, contemplativa, no lineal y ciertamente aburrida) de Soderbergh sea el del universitario entre 18-30 años, perteneciente a algún grupo anti-globalización, pero que estará encantado de visionar Che el Argentino en una estupenda copia digital vía Kinépolis, pagando el euro de más en su entrada. En su texto de Miradas, Miguel Calero afirmaba que Soderbergh había rodado "otra camiseta". No se me ocurre una mejor definición para un retrato que obvia las contradicciones de un desarraigado que no encontró cobijo en ninguna patria, y que terminó muriendo en un exilio buscado, un Simón Bolivar apátrida que se (auto)convenció de una liberación imposible. Pero como diría el propio Soderbergh, eso ya sería otra película. Toca chuparla en dos horas y diez minutos que se pueden resumir en el esbozo de un tipo sensible, arrogante, moralmente estricto y convencido de su lucha.

Saludos


domingo, septiembre 14, 2008

Se fue...(1962-2008)



Tras el "shock" inicial, me siento más preparado para escribir alguna línea sobre David Foster Wallace, que fue descubierto muerto -al parecer, ahorcado- en su casa la noche del viernes pasado. Como es habitual, la estupefacción es el primer sentimiento que uno experimenta ante tal noticia, ya que si el suicidio parece que no entiende de criterios, hay algunos que compran más billetes que otros para llevarlo a cabo. Nunca hubiera apostado por Foster Wallace, pese a que la extrema ironía y el sangrante cinismo de sus escritos revela la visión de un mundo despojado de almohadas y de tarros de vaselina. Pero jamás hubiera apostado por él, lo juro.

Tampoco he leído demasiado como para ejecutar un buen epitafio ni para tirarme el pisto, pero sí me había estimulado lo suficiente como para colocarle ahí, en ese panteón de escritores cuyas obras están listas para salvaguardar tu CI. Mi primer contacto con él fue hace unos años, cuando un compañero me prestó La niña del pelo raro, un libro de relatos que en su momento desprecié, pero que al igual que con Izo, no paró de dar vueltas en mi cabeza durante el tiempo que pasó hasta que adquirí otra obra suya, Algo supuestamente divertido que jamás volveré a hacer. En esta obra -mezcla de ensayo y ficción autobiográfica-, Wallace se transforma en el omnisciente narrador que desglosa las peripecias de un viaje a bordo de un crucero hacia el Caribe. El libro me recuerda a aquella película de Roger Corman con Ray Milland, donde un tipo empezaba viendo a través de los objetos, y terminaba sacándose los ojos al descubrir la temible realidad que se parapetaba detrás de lo aparentemente "real". Interpreten ustedes.

Y por último, La broma infinita, obra inmensa que lleva en mi mesa de noche ya cuatro meses, y que degusto de forma lenta, raro en mí, que atropello un libro para pasar al siguiente. Dicen que se parece a DeLillo y a Pynchon, pero yo solo he leído un libro de DeLillo y nada de Pynchon, así que no puedo confirmar o desmentir nada. A mí me parece una versión bizarra y transgresora de la gran novela decimonónica, una mise-en-abisme que juega de forma absurda con referentes como Zola o Balzac. Incluso, en ocasiones imagino que es un producto surgido de un mix entre John Dos Passos y Phillip K. Dick, mis referencias más cercanas y con las que me siento capaz de conectarlo....en definitiva, puede que se trate de la "gran broma americana".

Lo siento pero no puedo ir más allá. Parece que es cierto aquello que dice que, detrás de una comedia, pervive una tragedia aún mayor. Lástima. Más información, aquí.

Saludos

martes, septiembre 09, 2008

Hellboy 2



Para aquellos que, como un servidor, no somos de ningún sitio, Hellboy es un formidable espejo en el que mirarnos. Para aquellos que queremos ser de todas partes y encajar en ambos lados, Hellboy ejemplifica dicho paradigma, mucho más que los apolíneos mutantes de X-Men. Porque Hellboy representa la contradicción del que no quiere desprenderse de lo suyo, pero a la vez desea adaptarse a su nueva realidad...y lo hace de manera física. Hellboy tiene cola y cuernos de demonio, pero lleva un rosario en su brazo izquierdo; su mano derecha es un inhumano amasijo de piedras de mínima sensibilidad y con la izquierda podría masturbar perfectamente a Liz. A Hellboy le crecen los cuernos cuando su "yo primigenio" se despierta, y a mí me da por bailar salsa cuando escucho algo de Estopa. Y de esa dialéctica en ocasiones emerge algo fascinante, pero otras veces uno termina dándose cabezazos contra la pared de pura impotencia. Así, la secuencia de Abe y Hellboy emborrachándose a ritmo de Barry Manilow tiene más de patética que de tierna: sólo a través del alcohol estas criaturas pueden dejar a un lado su verdadera naturaleza....es decir, que yo solo me emociono con Extremo Duro cuando me he bebido alguna que otra copa de más; en circunstancias "sobrias" la experiencia deriva en el análisis racional de la melodía.

En una futurible tercera entrega, Hellboy tendrá que decidir hacia dónde va y deberá sacrificar algo. Lo mismo ha de hacer Guillermo del Toro, a riesgo de que su película no vaya hacia ningún sitio o tenga alguna meta clara. ¿Logrará Hellboy desembazarse de su impronta demoníaca? ¿Lograré cantar algo de Los Secretos sin que parezca forzado? Yo, por aquel entonces, espero también tener más claro hacia dónde tengo que dirigirme.

Saludos

lunes, septiembre 08, 2008

Disfrutando.....






Que Japón es una de las cinematografías con más joyas escondidas no es ninguna sorpresa. Un ejemplo más es esta deliciosa trilogía (Legends of the Poisonous Seductress) que mezcla sin pudor y con un gusto estético envidiable (Nobuo Nagakawa firma las dos últimas entregas en estupendo color y glorioso scope) chambara, pinku (del flojito) y algo de gore. Un suculento adelanto para el ero-gro pasado de vueltas de Teruo Ishii.

Saludos

lunes, septiembre 01, 2008

Siempre Bierce



El Yerno Elegible

Una Persona Realmente Piadosa que dirigía una caja de ahorros y prestaba dinero a sus hermanas y a sus primos y tíos de ambos sexos, fue abordada por un Andrajoso, que le solicitó un préstamo de cien mil dólares.

- ¿Qué aval puede presentar?- preguntó la Persona Realmente Piadosa.
- El mejor del mundo - replicó el solicitante con aplomo -: voy a convertirme en su yerno.
- Ese sería, efectivamente, el mejor aval - dijo el banquero gravemente -; pero ¿qué méritos tiene usted para pretender la mano de mi hija?
- Uno que no puede ser rechazado a la ligera - dijo el Andrajoso - estoy a punto de entrar en posesión de cien mil dólares.

Incapaz de descubrir un punto débil en este plan de mutua ventaja, el financiero dio al disfrazado promotor un libramiento por dicha cantidad, y mandó una nota a su esposa notificándole el compromiso de la muchacha.

Saludos

martes, agosto 26, 2008

Cinturón rojo: Cuestiones morales




El mundo entero se conducirá de diferente manera cuando los héroes encuentren su escondite en el mundo (G. K. Chesterton)

Cuando G. K. Chesterton escribió “El dragón en el escondite” quizás no se dio cuenta que su relato, más allá de su espíritu cafre y su apariencia de narración nonsense —Óscar Sacristán dixit— contribuía a poner en liza la dificultad del héroe para encontrar su sitio en el mundo. El cuento, que narra los avatares de un proscrito de nombre Sir Laverok, revela que el héroe es siempre la excepción, la acotación moral dentro de un universo que se viene abajo. Por eso héroe siempre rima con sacrificio, porque su función es la de esa tirita que absorbe la hemorragia para terminar cayendo al suelo empapada en sangre. Al héroe hay que olvidarlo pronto, porque introduce la duda en una comunidad que no quiere negociar su ambigua moral.

Mamet coincide con Chesterton en que el héroe siempre gana en off, lucha y vence en el contraplano, lejos del ruedo mainstream. Su victoria es pírrica, a menudo insignificante, y ya nunca deviene en aprendizaje colectivo porque su código moral es un conjunto de plegarias pasadas de moda. Reformulando a Chesterton, cuando el héroe sale de su escondite el universo tropieza, pero sin enseñanza, sin moraleja, solo queda el propio sacrificio y lo que uno pueda asimilar de ello. Si el mundo ya no quiere aprender, más vale que al menos aprendas tú algo. Por eso los héroes de Mamet solo pueden contentarse con superar sus propios miedos, con salir ilesos de la batalla a la que han sido abocados.

Cinturón rojo (Red Belt, 2008), como Spartan (2004)—e incluso como “The Unit (2006-¿?)— es una gran parábola moral creada por un director que se está haciendo viejo. La historia de este instructor de jiu-jitsu que se ve obligado a cuestionar su propio sistema de valores a raíz de un acontecimiento azaroso, es análoga al soldado que abandona su unidad para hacer lo que él cree que tiene que hacer: elecciones personales dentro de un código ético rígido. Lo que nos dice Cinturón rojo es que David Mamet está tan hastiado del mundo, que se encuentra tan decepcionado de lo que en él ha encontrado, que en lugar de rodar un film nihilista, sublima sus deseos y construye una obra total donde lo inverosímil cumple una labor redentora. Si estás desencantado con la realidad, encuentra en la ficción algo que mitigue tu dolor. Por ello Cinturón rojo es una ficción imposible, donde lo representado no asume una labor de descripción realista, sino que tiene como objetivo expiar un pecado colectivo. Todo lo que tiene de utópico la decisión final del film, lo tiene de limpia de conciencia.

Yo no creo que Cinturón rojo sea una película sobre el jiu-jitsu, y tampoco sé si Mamet practica algún arte marcial. Pero tampoco creo que Campeón de campeones (Best of the Best. Robert Radler, 1989) sea una película sobre el karate, sino una tramoya en celuloide con fin de panfleto político. Pero sí creo una cosa, y es que el film nos termina transmitiendo un doble mensaje: si Mamet ha tenido que acudir a un código externo para guiar a un personaje de dudoso pasado, es porque cree que dentro de nosotros no hay nada de lo que podamos partir. Sin embargo, el personaje de Chiwetel Ejiofor, consciente que aquello que lo guía se ha transformado en un circo, en una farsa artificiosa despojada de toda ética, termina encontrando en sí mismo la razón de esa moral. Porque no importa qué nos guíe, si el jiu-jitsu, las reflexiones de Savater, o la religión: al final, la moral la construimos nosotros mismos. Una enseñanza que nos concede un último suspiro de independencia dentro de una sociedad en la que parece imposible asumir nuestra propia individualidad.

Saludos


lunes, agosto 04, 2008

The Revolution Will Not Be Televised



En Septiembre, en Miradas de Cine.....y ahora, me largo de (merecidas) vacaciones.

Saludos

PD: Y para abrir boca, os dejo con un magnífico texto de una de las mentes fundamentales de la escena online. Disfrutadlo.

viernes, agosto 01, 2008

Ese nuevo campo de batalla


Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la "ley del mercado". En un sistema económico que prohíbe el despido libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad (...) Algunos ganan en ambos tableros; otros pierden en los dos. Las empresas se pelean por algunos jóvenes diplomados; las mujeres se pelean por algunas jóvenes; los hombres se pelean por algunas jóvenes; hay mucha confusión, mucha agitación. Michel Houellebecq ("Ampliación del campo de batalla")

Sí, ya sé que mola; sí, ya sé que es guay, sí, ya sé que está masticadito y es evidente....pero joder, a mí me llegó.

Saludos

domingo, julio 27, 2008

Fear Itself....capítulos 1, 2 y 3


Que duda cabe que Fear Itself ha arrancado con fuerza, quizás con menos gore de lo esperado, pero claro, ahora estamos en la NBC. Sus tres primeros capítulos son una buena muestra de los distintos derroteros por los que puede transitar el fantástico, y posiblemente a partir de ahí ya veremos variaciones de los mismos.

Breck Eisner abre el fuego haciendo lo único que sabe hacer: rodar sin calentarse mucho la cabeza. Así, The Sacrifice comienza como una serie B que recicla los decorados de la extraña Ravenous, continúa como una serie B a lo Jess Franco con tías buenas -muy vestidas, eso sí- y un engendro del demonio, y termina como una serie B con mini-twist final de mal rollo incluido. Pero en el fondo, lo más interesante sea su visión -que tiene mucho de azarosa- de las comunidades cerradas, así como el doble juego que contiene su propio título: un sacrificio que no se corresponde solamente con el que todos esperamos. Eso, o como bien afirma Tonio L. Alarcón, un Drácula y las mellizas versión far-west.....Tampoco es para comerse el tarro: The Sacrifice no posee más intención que hacer pasar un (mal) rato.

Muchas más intenciones posee Spooked, el capítulo dirigido por Brad Anderson y que entronca con una filmografía de individuos atormentados, tramas subjetivas que necesitan del género como catarsis del trauma. Pero más allá de ello, Spooked es una perversión cinéfila (Chinocudeiro dixit) que reflexiona de manera irónica sobre los arquetipos más rudos del cine de acción setentero, en particular sobre la figura del poli expeditivo al estilo Clint Eastwood. No es casualidad que el detective violento que encarna Eric Roberts tenga como nombre Harry, y se apellide Siegel. El trabajo de Anderson es una vivisección de los fantasmas del pasado, sí, pero sobre todo sienta en el diván metafílmico a uno de los iconos más polémicos que el "planeta cine" nos ha legado, lo abre en canal y luego lo fulmina. Ojito, pieza a reconsiderar.

Family Man es una furiosa lucha de egos: Ronny Yu es mejor teórico que director, y tanto Freddy vs Jason como, sobre todo, La novia de Chucky merecen sendos estudios en un futuro. Daniel Knauf ya se ganó el cielo con su prematuramente abortada Carnivale y ahora persiste con sus alegorías cristianas y sus conflictos familiares. Family Man parece querer ser una triste parábola religiosa, pero por otro lado quiere convertirse en una cínica visión de la familia. Knauf tira para lo serio: la culpa, la desesperación, el dolor; Yu para lo cachondo: la comida familiar y las visitas a la Iglesia. La cuerda se rompe y Family Man muere en su incertidumbre.

Saludos

miércoles, julio 23, 2008

Reencuentro(ssss)

Igualico, igualico....


La ventana indiscreta


Los Serrano, último episodio (desde min. 1:54)

Saludos

viernes, julio 18, 2008

Nos vamos a Valencia


Como ya sucedió el pasado mes de Abril con motivo de unas jornadas dedicadas a Satoshi Kon, volvemos a Valencia para charlar sobre Kikujiro, el verano, los pescaítos, el sexo, Dirigido, Cahiers, y lo que surja. Todo con motivo de las nuevas programaciones del Aula de Cine. Mañana por la noche, nos divertiremos........basta de una crítica aburrida.

Saludos

miércoles, julio 16, 2008

El "otro" cine invisible



O la confirmación de lo que algunos sabíamos: que Darren Lynn Bousman tiene más en la chistera de lo que parece.

Saludos

viernes, julio 11, 2008

Hancock




Hace escasas fechas hablaba con una persona sobre la fragilidad que provoca el hecho amoroso, sobre la desnudez emocional que conlleva el abrirte a otra persona. Curiosamente Hancock, uno de los blockbusters veraniegos que vienen para saciarnos con CGI, hip-hop de baratillo y escenas de acción, confirma nuestra teoría. El film de Peter Berg se revela finalmente como una interesante historia de pérdida y sacrificio, que explora la imposibilidad superheroica (pero en clave humana) de congeniar la vida personal y la vida moral, dejando claro que el problema más grande del Héroe radica en la enorme brecha que existe entre su Ello y su Super Yo.

Así, donde toda película del género acabaría -en ese cierre que pone fin al trayecto redentor del protagonista-, Hancock comienza, poniendo de relieve que la soledad puede convertirse en el arma más peligrosa del Héroe, y lo único que puede detener su "debería". Hancock, con toda su parafernalia cool, los chistes de Will Smith y su estética de super-producción no renuncia a la inteligencia de contar qué ocurre cuando nos enamoramos, qué se desata cuando perdemos el control (o los superpoderes) o cuando decidimos desterrar nuestra individualidad para compartirnos con otra persona. En definitiva, Hancock es una peli de superhéroes donde el único supervillano es el destino y donde la kriptonita, curiosamente, es el amor.

Y Oliveira apesta.

Saludos

domingo, julio 06, 2008

Deja Vu



Hollywood y el cine norteamericano en general han abordado ya los fantasmas del 11-S desde muchísimas perspectivas: grandes alegorías ficcionales, acercamientos realistas o derivas documentales; todas con diversos puntos de vista, desde lo crítico hasta lo elegíaco pasando por lo simplemente colateral. Pero puede que Deja Vu sea una de las piezas más significativas de esta ola, no tanto definitiva como precisamente eso, significativa y gloriosamente polisémica. Este extraordinario film -acaso el mejor de Tony Scott, y junto a El fuego de la venganza y Enemigo público, el más coherente en cuanto a su construcción fondo/forma- rastrea los desechos del Katrina para concedernos una suerte de exorcismo ficcional proyectado en una hermosa fantasía post-hitchcockiana de un doloroso acontecimiento colectivo.

Y es que a diferencia de Los cronocrímenes, cuyo acercamiento a los viajes en el tiempo obliga a que sólo pueda ser una película, Deja Vu es un film que pueden ser muchos, pero la opción escogida por Scott actúa como sutura emocional de un acontecimiento trágico. Deja Vu opera, no sólo con la posibilidad que los servicios de inteligencia no cumplieron con las expectativas aún teniendo pistas de que algo iba a suceder -como expresa de forma excepcional un segmento del film-, ni con la necesidad del duelo ante un hecho aparentemente inevitable, sino que parece decirnos que existe otro mundo posible en el que el 11-S no sucedió, y Norteamérica no varió su rumbo.

Quizás sea ésta la hipótesis maximalista de una película que también funciona a un nivel íntimo, y que precisamente nos repite lo anterior. Quizás todas las decisiones que tomamos en nuestra vida construyen líneas temporales paralelas que se viven sin plegarse. Quizás en el fondo no tengamos que arrepentirnos de nada, y toda decisión importante puede que genere una nueva vida, que es vivida de manera tan intensa como ésta y que nos sucede, nos precede e interacciona con las demás mediante el fenómeno del deja vu. Desde luego no es algo que funcione a largo plazo, pero pensar en ello puede ayudarnos a soportar heridas del presente, del momento.

Saludos

jueves, julio 03, 2008

Fear Itself........horror para el verano


Fear Itself es el nuevo run for cover de Mick Garris, empeñado en la heroica tarea de mantener vivo el legado del horror televisivo que ya apuntó tan buenas maneras con su fenecida Masters of Horror -cuya segunda temporada, bien revisada, oculta más sorpresas de lo que apreciamos en su momento-. El nuevo y humilde título -que parece una mezcla entre un comic de la EC y un film de episodios de la Amicus- ya no dispara tan alto como el proyecto anterior, rebajando la distancia entre nuestras expectativas y los resultados. Lo que no varía demasiado es el formato -ahora en la NBC- o la nómina de realizadores, aunque ahora también el guionista es la estrella, dada la participación de gente como Victor Salva, Steve Niles o Daniel Knauf. Entre los directores, repite el gran Stuart Gordon -que sigue compaginando lo camp con su trilogía de thrillers del subsuelo-, John Landis -cada vez más cómodo en la pequeña pantalla-, Ernest Dickerson -cuya revisión del vampiro en The V Word tenía más enjundia de lo que se dijo- y Brad Anderson -que puso el listón muy alto con Sounds Like-. Las nuevas incorporaciones prometen emociones muy guarras: Ronny Yu regresa al terror tras la patriótica Fearless; hay ganas de ver qué puede dar de sí Darren Lynn Bousman lejos de la saga Saw -y antes de presentar su bizarro musical ¿en Sitges?-; y habrá que comprobar qué pinta Mary Harron en este proyecto. Ella y Larry Fessenden -sustituyendo a Carpenter, arrghh- a priori nos colarán el horror concienciado, mientras Breck Eisner (Sahara) andará por ahí. Cualquier otra sorpresa será bienvenida, porque nosotros siempre nos quejamos de que no apuesten por James Wan, Eli Roth, James Gunn o algún japonés loco como Noboru Iguchi -no hay huevos, mirad lo que pasó con Miike-.

En fin, que Garris al menos se está ganando la etiqueta de infatigable freak del género -y con ello una futura aureola de culto con visos de retrospectiva casposa en Sitges-, evidenciando que si el talento no es lo tuyo, al menos ponle neuronas a tu afición. Fear Itself será recibida con ansias de calmar las tórridas noches veraniegas con algo de sangre y vísceras. Ahora que la estupenda Supernatural nos ha dejado durante un tiempo, nada mejor que 13 episodios sin hilo argumental que pensar ni seguir para saciar nuestra sed de género.

Saludos

lunes, junio 30, 2008

Paso de Ti

Ojalá la vida a veces transcurriera tan rápido como las películas....


....mientras tanto, podemos disfrutar de este estupendo cruce entre un cuento (a)moral de Rohmer, una representación teatral de Bergman, y la (subversión de la) comedia romántica para chicas de los '90. Hacía mucho que el sexo no representaba un estado de ánimo......y desde Supersalidos, ningún "producto Apatow" había conseguido funcionar así sin la comedia. Paso de ti es una hermosa película, cuya extraña poética del desamor la sitúa en un espectro muy diferente al de los delirios de Ferrell/McKay.

Saludos

domingo, junio 29, 2008

¿Donde está la ficción?

No hay duda que Crank es una de las películas más fascinantes de los últimos años, un shoot&run que retoma la influencia de la saga GTA y que se convierte en una suerte de misión videojueguil en sí misma. Por si no fuera poco, Crank contiene una de las secuencias cumbre de lo que va de década: proyectar en pantalla una fantasía masculina en clave macarra. Un apunte psicoanalítico para un film que poco tiene de reflexivo, más bien es todo expansión. La pregunta viene con el enlace de abajo: ¿cuál es la ficción?



Dos clicks y comparemos.

Saludos

viernes, junio 20, 2008

No hay mítica sin épica, no hay épica sin ficción

Esta temporada en la ACB, y por primera vez desde que planea el actual sistema de playoffs, el octavo clasificado de la temporada regular venció al primero. La gesta de Unicaja, barriendo al Real Madrid de la pista solo quedará para los anales de la estadística, para los estudiosos de los números y los recalcitrantes de las cifras. Pero nada más....muy lejos quedará de la imagen de Baron Davis volando por encima de Nowitzki, o de Dikembe Mutombo abrazándose al balón tras derrotar a los Sonics en aquel y ya lejano 1994. El deporte norteamericano conoce como nadie los mecanismos de la épica, porque ha sabido integrar la ficción sublimando lo cotidiano y convirtiéndolo en algo mítico. Y lo ha hecho no sólo desde la inundación de imágenes, para que repetidas una y otra vez éstas se adhieran a la masa y pasen a formar parte de la memoria histórica; No, la inundación solo provoca habituación, olvido, desgana. La NBA, por el contrario, ha manejado la mítica desde la utilización de mecanismos cinematográficos para conformar imágenes inolvidables que ya forman parte del imaginario colectivo. Y ha utilizado la ficción porque sabe que solo desde la ficción se puede trascender lo mundano; porque es consciente que al final quedará el "travelling" de Kapo y no las películas de Rivette, el abrazo en el aeropuerto de Casablanca y no las parcas ficciones de Rossellini; el aeroplano de Hitchcock y no el barrio de "En construcción".


Esta temporada, en el primer partido de la final de la NBA, Paul Pierce parecía lesionarse. Kendrick Perkins chocaba contra su rodilla y "The Truth" caía al suelo dolorido. El énfasis no radica en el semi-picado sino en el plano fijo de casi 30 segundos que la televisión norteamericana le concede al jugador rodeado de médicos..un plano fijo del que carece casi cualquier película "mainstream" actual. La jugada se repite y Pierce es retirado al vestuario en silla de ruedas. Y el vídeo se paraliza, ni siquiera se realiza un encadenado con la "resurrección".....porque hasta el aficionado sabe que lo dramático también es una cuestión de estilo, y de narrativa.


Punto y aparte. Pierce sale del vestuario dando saltos. Apenas un plano de 3 segundos. La acción vuelve al partido y el estadio se viene abajo. El fuera de campo es tan gozoso para el seguidor de los Celtics como inquietante para el de los Lakers. No importa que los angelinos salgan al contraataque tras doble fallo en el tiro de los verdes, porque hay una figura implícita que reclama la atención. Dicen que de fondo suena "Rocky", y yo me lo creo. Y como si todo estuviera preparado, Vujacic comete falta y la cámara vuelve a "The Truth". Un "travelling" con "zoom out" lo acompaña para realizar el cambio, mientras el plano vuelve a abrirse y pone en contraste al jugador con la exaltación de la grada. Y un detalle exquisito, tras tiro libre de Ray Allen, Pierce se prepara para reintegrarse al partido mientras la cámara encuadra su vuelta desde su rodilla.

Pierce enchufó dos triples seguidos, y los Celtics ganaron el partido...y las Finales. Si hay momentos que decidieron toda una eliminatoria, éste ha sido el momento. Incluso la NBA pareció querer "remakearlo" en el postrero sexto partido, cuando Ray Allen abandonó el campo tras un golpe en el ojo para volver y meter cinco triples en el último cuarto. Algunos analistas hablaron de actuación, de "performance", de farsa: supongo que no se acuerdan de aquellas finales del '98, cuando Jordan salió del campo aparentemente exhausto, molido por la fiebre y abrazado a Scottie Pippen. Supongo que pasa lo mismo hoy con Hitchcock y Shyamalan. Al primero ya le perdonamos sus supuestos "fallos" de guión -y Vértido está lleno de ellos-, y al segundo lo quemamos porque parece que se olvida de escribir (ja), para dedicarse a filmar.

Algunos lo llaman impostura, yo lo llamo mítica....a "El incidente" y a Paul Pierce. La NBA por su parte, sigue forjándola en cada gesto, en cada jugada.

Saludos

martes, junio 17, 2008

Una simple anécdota

Para Javi, Raúl, Ana, Sergio, Alicia, JD y Lolo:


El año pasado en Marienbad (Alain Resnais, 1961)


El incidente (M. Night Shyamalan, 2008)

Gracias a Portnoy, del cual tomo la imagen.

Saludos