lunes, diciembre 05, 2005

Novedades irregulares

Hola de nuevo tras un gran espacio de tiempo:

Los problemas se acumulan en mi pequeña residencia catalana, en especial aquellos relacionados con la siempre complicada conexión a Internet (pero los cabrones bien que cobran despues). En un principio, a partir del miercoles 7 contaré con esa "gran" conexion de Jazztel de "HASTA" 20 megas.

Pues eso, espero que todo salga sobre ruedas y poder actualizar de una vez por todas este maldito espacio, eso sí, con menos regularidad que antes debido a mis nuevos compromisos......ya hablaré, hablaré.

Un saludo a todos y un poco de paciencia..GRACIAS

Roberto

lunes, octubre 31, 2005

Saludos desde Barcelona

Hola a todos:

Tras un período más largo del que había calculado, actualizo tímidamente este blog desde mi nueva aventura catalana, jajaja. Todavía carezco de conexión estable a Internet como para subir reseñas, etc.. pero espero empezar próximamente. Mi paso por Sitges para tijeretazos fue fugaz pero reconfortante, a pesar del nivel digamos pasable de las películas en general. Además, tuve que irme cuatro días antes del fin del festival como consecuencia de un agravamiento de la situación de mi tobillo. Una pena, pero al menos pude disfrutar de algunas joyitas.....

Y poco más, espero reconectarme rápidamente a esto..

Un saludo a todos

viernes, octubre 07, 2005

Un Adiós (o mejor, Hasta Luego)



Hace ya una semana que no actualizo este entrañable rincón, nacido de la casualidad en un inocente almuerzo en un restaurante japonés de Madrid. Su función era simplemente la de proporcionarme un espacio para la reflexión, para escribir sobre aquello que más me apasiona que no es más que el CINE. Un espacio al que acudía a veces a horas intempestivas, cuando me era imposible conciliar el sueño por culpa de esa maldita película que necesitaba ser comentada. Su nombre, ROSEBUD, no es ni mucho menos casual. Su motivo, más allá de su valor como homenaje a esa obra maestrísima que es "Ciudadano Kane", deviene de ese lugar donde uno realmente es feliz y se siente realizado. Si para Charles Foster Kane era un trineo el que representaba su felicidad, para mi ha sido (en parte, ya que afortunadamente este sentimiento me viene por otros tantos rincones) este Rosebud.

Ahora, una vez terminada mi licenciatura, recojo las maletas, abandono la plácida vida del estudiante y me marcho a Barcelona, a encauzar otro proyecto no menos importante ni complicado, pero sobre todo ilusionante y prometedor. Comprometido por una serie de cuestiones burocráticas y reposando un tobillo maltrecho debido a mi pasión radical por la práctica del baloncesto, me ha sido imposible escribir nuevas cosas.

Con esta noticia os evito visitas estériles a mi blog que no será actualizado de momento ya que no dispondré de conexión estable a Internet. Solo recordaros que si la salud me lo permite, estaré presente en el Festival de Sitges con el propósito de redactar crónicas diarias para la web Tijeretazos , y si esto no es posible sí que tendréis al menos un buen resumen de todo lo visto. Pero lucharemos por lo primero.

Desde aquí agradecer el apoyo de blogs amigos y de colegas virtuales como Inquisidor, Nabasu_Jiru, Javier (ay...esas pequeñas rencillas por el lenguaje revistero..jajaja) y Stauff. También agradecer a todos aquellos que han gastado parte de su tiempo (sin duda el bien más preciado del que disponemos) para leer mis reseñas y comentarios. Lo he hecho lo mejor que he podido y de la forma más honesta.

Es un "hasta luego", ya que deseo volver lo más pronto posible a este rincón.

Un saludo

viernes, septiembre 30, 2005

[Asian Connection] "Goodbye South, Goodbye" de Hou Hsiao-Hsien: Estatismo vital



Es siempre complicado acercarse a la obra de este director nacido en China, AUTOR con mayúsculas, y con una filmografía que abarca desde los 80 hasta nuestros días. Y más difícil es aún cuando uno se planta ante una película cualquiera, escogida al azar (o no, quien sabe) saltándose tendencias, corrientes o inquietudes de la obra del propio cineasta. "Goodbye South, Goodbye" fue rodada en 1996, entre medias de "Good men, good women" (considerada como el fin de una trilogía sobre la historia moderna de Taiwan) y "Flowers of Shangai", donde el director volvía su mirada al Shangai de finales de s. XIX en una historia marcadamente de época. De esta manera no sabría bien como insertarla en el discurso de Hou Hsiao-Hsien.

"Goodbye South, Goodbye" es un largometraje bastante libre, que carece de una narrativa clásica en el sentido de prólogo, nudo y desenlace, sino que maneja un orden cíclico, donde el final enlaza con el principio y donde sus personajes no paran de girar alrededor de la misma idea. Son tres los protagonistas sobre los que se desarrolla la película, tres desheredados que forman parte de un grupo de delincuentes: dos chicos, Gao y Flatty, y la chica, Pretzel. No hay trama alguna, el film deviene en una serie de set-pieces, sin conexión dramática, rodadas en general mediante el uso de planos-secuencia (muy habitual en el cine de Hou). Sus protagonistas podrían igualmente visitar al jefe de turno, comerciar con cerdos o irse de copas. Hou Hsiao-Hsien tampoco parece interesado en dotar a los diálogos de trascendencia o de cierta complejidad; la mayoría de ellos son banales, en el sentido de que no añaden nada a la narración pero sí nos permiten descifrar el carácter de quienes la pueblan.



"Goodbye South, Goodbye" se podría considerar más como una película de temas. Sus protagonistas se encuentran permanentemene aislados, inmóviles a pesar de los constantes viajes que realizan. Intentan planear un futuro pero se mantienen anclados en un presente enigmático. Gao se arrepiente de no poder cumplir las promesas de su padre pero tampoco hace nada por conseguirlas, tampoco se plantea aprender inglés para irse a Estados Unidos con su mujer. Es algo así como un "quiero y no puedo" al mismo tiempo.

Los encuadres que plantea Hou Hsiao-Hsien no son en ningún caso vacíos de contenido. En ellos los personajes no respiran, no se mueven, hablan pero no se desarrollan. Hou lo compensa con los travellings sonoros a lo largo de los trayectos en moto, tren o coche, desinhibidos, donde la libertad se hace patente y contrasta con el estatismo de los apartamentos, los bares y los locales. Estatismo que se explicita en el magnífico plano final de la película, donde el coche en que ambos viajan se queda encallado en una fosa. Hou Hsiao-Hsien es un tipo sincero...

"Goodbye South, Goodbye" es hipnótica, y también trascendente, aunque haya dicho que sus diálogos no lo son. De la misma manera que en "Chungking Express" Wong Kar-Wai convierte cada imagen en algo intemporal, Hou Hsiao-Hsien logra que cada gesto de cotidianeidad se eleve por encima de su propio carácter terrenal. Y por eso es tan buena "Goodbye South, Goodbye". Y por eso seguiré investigando su obra, aunque (y ahora que no me escucha nadie lo digo) me haya quedado dormido las dos veces que he intentado ver "Flowers of Shangai". Que me perdonen quienes tengan que hacerlo.

Un saludo

jueves, septiembre 29, 2005

[Retro] "El hombre del brazo de oro" de Otto Preminger: "Neorrealismo" a la americana



Siguiendo la tónica del post anterior, continuaré con otra película algo enterrada de un director de esos que pasa muchas veces desapercibido, pero con una carrera intachable y con una filmografía de gran empaque a sus espaldas. Otto Preminger, nacido en Austria, fue uno más entre los muchos inmigrantes que llegaron de Centro Europa a Hollywood, entre los Wilder, Lang, Dietrich, etc... Como realizador, Preminger sentó sus bases en el género del cine negro con obras como "Laura", "Ángel o Diablo", o "Cara de ángel". No solo eso, ya que además nos legó una cinta clásica de juicios, "Anatomía de un asesinato". El título que hoy nos ocupa, "El hombre del brazo del oro" es uno de sus trabajos injustamente más olvidados, que se revela como una mezcla compacta entre el género negro y el drama social, realizada desde la óptica del realismo más sucio y con pocas concesiones a la galería.

"El hombre del brazo de oro" se basa en el best-seller de Nelson Algren, el cual, antes de la versión perpretada por Preminger, ya se intentó trasladar con poca fortuna a la gran pantalla. Su crónica amarga y miserable de un heroinómano que regresa a su barrio tras seis meses de rehabilitación no pasó los controles de la censura, los cuales no veían con buenos ojos la recreación hiperrealista de la adicción a la heroína y la explicitud con la que se trataba el tema en el guión. Posteriormente, Preminger consiguió hacerse con los derechos y comenzó el rodaje del film. El papel protagonista era una auténtica golosina para cualquier actor que quisiera acercarse a los Oscars, y éste rápidamente fue a parar a las manos de Frank Sinatra. El "showman", por aquel entonces se encontraba sumido en una profunda depresión debido a sus problemas con la voz y a la ruptura de sus contratos con diversas productoras musicales. No fue sino gracias a la intervención de su mujer, Ava Gardner, por lo que consiguió interpretar (y de que forma) a Frankie Machine. Este papel no solo le sirvió para conseguir una candidatura al Oscar, sino también para volver por la puerta grande al negocio musical. El resto del reparto se completó con la novata Kim Novak, Eleanor Parker y Arnold Stang.



El largometraje nos sitúa en una barriada marginal de cualquier ciudad norteamericana. Frankie Machine, experto jugador de póker, regresa a su hogar tras un largo periplo entre rejas, tras el cual parece haberse recuperado de su adicción a la heroína. Una vez en su hogar se reencuentra con su mujer paralítica, su antigua amante, su colega de siempre, y los gangsters que desean que vuelva al negocio.

Preminger hace uso de elementos clásicos del cine negro, desde la ambientación, la aparición de la mafia con sus juegos ilegales, el (anti)héroe huyendo de su pasado o la mujer fatal, para reinventarlos y transformarlos en un auténtico drama social de corte realista. El film fue rodado en un barrio obrero de Chicago con el objetivo de dotar al relato de una mayor verosimilitud que sin embargo se desvanece ante el pobre trabajo de los encargados de la dirección artística y del propio Preminger. Los primeros por conseguir que el espectador crea que todo se rodó en un plató, y el segundo por abusar de los planos medios en lugar de unos planos generales más acordes con el espíritu "neorrealista" de la película.

Los puntos fuertes de "El hombre del brazo de oro" se sustentan en un poderoso guión y en la sensacional descripción de los personajes. Preminger lleva a cabo un prodigioso juego de espejos donde nadie es quien aparenta. El eje de la película recae en la relación a tres bandas entre Frankie, su mujer y su amante. Estas tres personas se nos presentan como arquetipos, para luego ir desvelando su verdadero yo. De esta manera, Frankie no es ese hombre firme y seguro de reconducir su vida ("el doctor me ha dicho que no puedo volver a probar ni una dosis, y yo no lo haré", confiesa al principio del film), sino que es una persona insegura, que no ha cortado el cordón umbilical que le ata a la heroína, y que siente una profunda culpabilidad por haber causado el accidente de su esposa. Su mujer (Eleanor Parker), que en un principio es la esposa sufrida a la espera del regreso de su marido, se nos revela como una persona muy frágil e inestable mentalmente. Por último, la clásica mujer fatal (Kim Novak) se transforma en el auténtico ángel de la guarda del protagonista, convirtiéndose en ese Edén donde Frankie se siente estable.



Otro aspecto que confiere a la película un aire intemporal es el estudio que realiza Preminger sobre la personalidad del drogadicto. La mirada del director se fija en los mecanismos que llevan al hombre a caer preso de dicha "afición". Para ello, deja de lado al síndrome de abstinencia meramente físico, que obviamente hará su aparición a medida que la adicción se agrave. El realizador nos recuerda que la falta de autoconfianza, la carencia de apoyo social, y la baja tolerancia a la frustración son aspectos que obligan al sujeto a percutir en esas conductas adictivas. Frankie Machine es un hombre atado a un pasado doloroso, infelizmente casado más por la responsabilidad hacia su mujer paralítica que por el desgaste de la convivencia, y que se encuentra cercano al reforzamiento que le produce el consumo de heroína (el protagonista acude diariamente a un bar donde se encuentra su "contacto"). Una vez que todas estas variables se unen y el individuo se inyecta nuevas dosis, es cuando la adicción endógena aparece. El hombre se transforma en una bestia buscando su "dosis", situación planteada por Preminger en una áspera secuencia en la cual el personaje de Novak encierra a Frankie en su habitación, y solo entra en ella cuando éste está a punto de suicidarse como consecuencia del "mono" (secuencia por cierto, muy parecida a la que rodó Scott Kalvert en "Diario de un rebelde", con Leonardo diCaprio).



Considero a "El hombre del brazo de oro" una auténtica obra maestra en su retrato de la marginalidad social, y de los factores que conducen a ella. Si a la sólida puesta en escena le unimos las magníficas interpretaciones, en especial la de un Frank Sinatra muy contenido, la brillante banda sonora jazzística de Elmer Berstein (el tema principal es ya todo un clásico), los créditos de Saul Bass, y unos diálogos tan directos como inolvidables ("solo hay dos cosas que pueden acabar con la droga: más droga y mayores dosis", le dice el gangster Louie a Frankie mientras le inyecta), no podemos más que rendirnos a esta ejemplar película, sin duda, una obra a rescatar.

Un saludo

martes, septiembre 27, 2005

[Retro] "Posada Jamaica" de Alfred Hitchcock: Hitch vs Laughton



De toda la extensísima filmografía del maestro inglés Alfred Hitchcock, los aficionados casi siempre citan los mismo títulos. Obras como "Psicosis", "Con la muerte en los talones", "Vértigo", "La ventana indiscreta" o "Rebeca" parecen ser las favoritas de los cinéfilos. En otro escalón se situarían otra serie de películas, menos publicitadas pero no por ello inferiores. Personalmente, títulos como "Encadenados", "La soga" o "Frenesí" (genial este Hitchcock desatado de cadenas comerciales) me parecen bastante más gratificantes que algunos de los citados anteriormente. A continuación se situarían sus obras menos conocidas donde colocamos a los trabajos de la etapa inglesa. Entre ellos nos encontramos resultados fantásticos como "39 escalones" o "Alarma en el expreso". Sin embargo, incluir "Posada Jamaica" en el top de su época inglesa sería algo engañoso, sobre todo siendo una película defenestrada por el propio genio. "Posada Jamaica" fue el último largometraje que rodó en Inglaterra antes de embarcarse en su periplo hollywoodiense de la mano de David O'Selznick. Hitchcock se encargaría de filmar este guión de manera apresurada, y obligado por las coyunturas de su contrato con los productores británicos, influenciados a su vez por un tipo particular, Charles Laughton, que también ejercía parte de las labores en la producción.

Pero el título que hoy trato es un caso particular por varios motivos. En primer lugar por desarrollarse en un pasado histórico, hecho que Hitch trató ya en "Valses de Viena" y que posteriormente repetiría en "Atormentada". Y en segundo lugar, por verse el propio director relegado a una segunda posición, debido a la composición ególatra del personaje que interpreta Laughton, y a su misma persona. A lo largo de la obra del "maestro del suspense" siempre recordaremos actuaciones magistrales de sus actores, como el incrédulo Cary Grant de "Con la muerte en los talones", la enigmática Kim Novak de "Vértigo" o ese perfecto psicópata que encarnó Anthony Perkins en "Psicosis". Pero por encima de las actuaciones, uno siempre reconoce que es una película de Hitchcock (1), por su maestría a la hora de planificar las secuencias, por su discurso sobre la consecución del crimen perfecto y por su manía de colocar a sus personajes en momentos límite para ver como el ser humano reacciona ante esas situaciones. Hitchcock nunca fue un gran director de actores, en parte por su propia política hacia ellos, a los que denominaba como un "grupo de ganado". Estos detalles no hicieron sino agravar el complicado rodaje de "Posada Jamaica", donde Laughton no paraba de ordenarle que le mantuviera en los encuadres y que realizara constantes primeros planos porque no había encontrado la forma de caminar por el decorado (¡!).



Uno se imagina al pobre Hitchcock intentando finiquitar el rodaje para cruzar el océano y al histriónico Laughton dándole órdenes de repetir tomas hasta complacerse finalmente. Este detalle es posiblemente el que perjudica más a la película, rodada de manera muy impersonal con ningún tipo de signos autoriles con los que el genio nos hipnotizaría en sucesivas obras. Incluso lo que para el que suscribe es lo mejor del largometraje, para el propio director es su punto flaco. En la archiconocida entrevista que realizó Truffaut, Hitch nos sorprende diciendo que quería encarar este trabajo como un claro "whodunit". Sin embargo, el hecho de que la identidad del presunto responsable del grupo de asaltantes se desvele durante la primera media hora, dota al largometraje de un carácter ilógico, precisamente porque la audiencia ya conoce al "malo" de turno. Yo opino lo contrario, ya que lo que me incitó a seguir viendo esta película no era descubrir al causante de todo (que hubiera sido simplemente sorpresa final pura y dura), sino reflexionar sobre como Hitchcock consigue mantenter la tensión y el suspense a lo largo de la hora restante de metraje, haciendo cómplice suyo a unos espectadores que van por delante de los protagonistas.



"Posada Jamaica" se deja ver porque es una película bastante divertida, que mezcla las aventuras con el cine de intriga, y que nos deja a un personaje tan amoral como el propio Laughton, que se adueña por completo de la narración culminando en un climax que le viene como anillo al dedo (y que obviamente no desvelo). Si bien la huella del autor se aprecia bien poco, a Hitchcock le da tiempo al menos de mofarse de la corrupción de los jueces, poniendo a la policía como auténticos borregos, hecho también habitual en la mayor parte de su cine.

Un saludo

(1) Como todo buen autor, al fin y al cabo.

domingo, septiembre 25, 2005

Dossier "Nuevo Cine Tailandés" en Tijeretazos

En esta ocasión, recomiendo este sensacional ensayo de mi compañero Álvaro en tijeretazos.caos sobre el Cine Tailandés y sobre las claves para su resurrección tanto a nivel crítico en diversos festivales como a nivel de público en mercados extranjeros. Un fenomenal trabajo que se verá completado en próximas semanas con una revisión y análisis de la filmografía de uno de sus directores más independientes, Apichatpong Weerasethakul, reciente Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2004 (que contará con una breve colaboración de un servidor.. :P)

No lo dejéis pasar, os aseguro que merece la pena:

Recorrido apasionante y apasionado el de Álvaro Alda por una cinematografía en estado de gracia que busca un lugar en el mundo de los cines asiáticos y mundiales con una extraordinaria mezcla de cine experimental, de género, de nuevos realizadores, de viejas glorias que regresan. Metamorfosis y encrucijadas de un cine que se enfrenta a si mismo y que busca desesperadamente ser amado por un publico local que le es reacio y una crítica internacional que le aprecia hasta el punto de reservarle los lugares de privilegio de listas y festivales. Cine tailandés contemporáneo en busca de su identidad... sigue leyendo...

Por cierto, gracias a Ferdinand Jacquemort he recuperado mis crónicas del pasado festival del BAFF en esta página. AQUÍ lo podéis revisitar. Gracias de nuevo por hacerme un sitio ahí.

Un saludo, y siento no actualizar esto mas a menudo debido a la profusión de diversos trámites burocráticos.

miércoles, septiembre 21, 2005

La crítica se muere

Hace algún tiempo que medito el redactar unas líneas acerca de la situación actual de la crítica profesional de cine en España. Es una auténtica vergüenza que no se lleve a cabo una renovación en este campo, tan anquilosado y con tan poco interés por el cine moderno, cuya única esperanza radica en que nazca un nuevo John Ford o que artesanos como Robert Wise o Michael Curtiz se reencarnen en nuevos realizadores. Este grupo de críticos se caracterizan por una falta total de análisis, el uso desmedido del sarcasmo en sus "comentarios", llegando incluso a quejarse abiertamente por las películas que ven en diversos certámenes, cuando ellos asisten gratuitamente a todo tipo de festivales alrededor del mundo, y encima le pagan por ello (¡!¡!¡!). No solo esto, se aprecia una falta total de información al redactar las críticas, cuyo punto culminante llegó cuando el enviado especial a Venecia del periódico "El País" Enric González, definió al género wuxia como "pelis de kárate"....y se quedó tan ancho.

No sé ustedes, pero yo considero un tremendo agravio que el reputado Carlos Boyero afirme en su crónica de "Shanghai Dreams" que, no solo se durmió media película (que puede pasar perfectamente), sino que se salió mucho antes del final y encima se vanaglorie de ello.

Por ello, leyendo las crónicas diarias de la web Miradas.net (seguramente una de las mejores páginas de cine en castellano) sobre el Fest. de Cine de San Sebastián, rescato este párrafo que es todo un puñetazo sobre la mesa acerca del estado de los críticos profesionales, sobre todo de los medios más importantes. Hoy en día los medios escritos están muertos, pero afortunadamente Internet empieza a suplir las necesidades que muchos tenemos de leer sobre cine.


Ayer se me olvidó comentar una cosita, así que permitidme que empiece esta crónica recuperando un film, magnífico, el más interesante junto con el de Abel Ferrara, de este festival: Someone else's hapiness de Fien Troch. No se trata de hablar aún más de la película, que ni se va estrenar en cines, ni se va a editar en DVD, ni se va a emitir por televisión, todo ello, en nuestro país. Es una vuelta de tuerca sobre un principio que ya he comentado anteriormente, y es que en el fondo, no paro de repetirme. Como he dicho el film de Fien Troch ha sido, de momento, la gran sorpresa del festival. Ahora bien, tomad nota: el pase para prensa fue a las 22.00h del domingo (evidentemente hablo de un pase privado, sin público). ¿Sabéis cuantos críticos había en la sala? Que conste que cuando digo críticos, me refiero a los institucionalizados: El País, El periódico, El mundo, La vanguardia, El Avui, La razón, Abc, Dirigido, Fotogramas, Cinemanía..., pues bien, cero patatero (a no ser que hubiera algún becario al que yo no pude reconocer). Por que la realidad es que, por más que luego en mesas redondas y conferencias defiendan que el cronista tiene que verse el mayor número de películas posibles en un festival —el mismo crítico que dijo esta frase, a la hora de la película invitó a sus amigos a su habitación del hotel para ver un partido de fútbol—, a la hora de la verdad, el cine, nos importa a unos pocos. Y aquí brindo por mi compañero de Tren de sombras (www.trendesombras.com) que sigue al pie del cañón conmigo dándole una oportunidad a casi todo lo proyectado.....sigue leyendo.

......las palabras sobran......

Un saludo

Ya soy PSICÓLOGO

....pues eso. Siento el off-topic pero ya soy licenciado...jejeje.

Un saludo

lunes, septiembre 19, 2005

[Comparativa] "Asalto a la comisaría del distrito 13" (Carpenter vs Richet)

vs


Dado que me gustó la reseña comparando la versión original y el "remake" de "Obsesión", he decidido acercarme en esta ocasión a la nueva versión de un título mítico, auténtica serie B, una obra que combina acción, thriller, terror y western por igual. En 1976, John Carpenter firmaba, con un presupuesto mínimo pero con muchas ganas, "Asalto a la comisaría del distrito 13", en un intento de emular a su estimado Howard Hawks, y en particular a la no menos brillante "Río Bravo".

"Asalto a la comisaría del distrito 13" versión Carpenter, es un auténtico western urbano, donde un policía afroamericano debe defender, con la ayuda de varios convictos, una comisaría del ataque de unos pandilleros. Carpenter realizó una magnífica puesta al día del título de Hawks, no solo calcando la sensación de angustia del grupo de personas que soportaban el asedio, sino teniendo en cuenta el marco temporal en el que se insertaba la narración. Así, nos situaba en una California calurosa, donde las pandillas campaban a sus anchas por las calles de la ciudad, donde la seguridad ciudadana era mínima y las refriegas raciales constantes. Sin dar la espalda a ciertas alegorías sociales, es cierto que en este aspecto la película haya perdido algo de fuelle con el paso del tiempo ya que la cooperación entre razas presente en la misma (y evidenciado sobre todo en los planos finales) no llega a la contundencia de otro título inspirador, "La noche de los muertes vivientes" de George A. Romero, donde las dificultades del protagonista (también afroamericano) para conseguir la colaboración del resto de miembros encerrados era una clara metáfora de la situación social imperante durante la década de los '60.

Carpenter nos presenta un largometraje duro, áspero, vacío de psicologismos y de enseñanzas, creando un ambiente opresivo en el que cualquiera puede morir y donde no hay lugar para heroicidades. Para acrecentar la sensación de angustia, Carpenter juega una serie de bazas. Para empezar, sitúa a la audiencia de manera magistral en la comisaría. Desde la llegada del policía al local, siempre muestra los mismos planos del exterior y del interior. De esta forma, la comisaría está formada por la recepción, una habitación, y un pasillo donde se encuentran las celdas, mientras que en el exterior solo observamos dos planos de dos aparcamientos que rodean al edificio. En segundo lugar, pocas veces pone cara a sus asaltantes, unas pandillas muy heterogéneas formadas por blancos, latinos y negros (1) pero que son muy superior en número a los defensores. Incluso el "lei-motiv" del asalto parte de una particular venganza por la muerte de uno de los miembros para acercarse a la violencia per se, la búsqueda del simple caos social, en definitiva la guerra, lo que deja en una posición de indefensión a aquellos que están dentro de la comisaría, sabedores de una muerte cercana.



Del mismo modo que en su posterior "La niebla", donde la propia niebla creaba el ambiente para el advenimiento de aquellos piratas que buscaban venganza, aquí Carpenter hace uso de la oscuridad para planificar el ataque de los pandilleros, a modo de amenaza encubierta y en pleno centro de la ciudad, alejado de esa comisaría aislada y rodeada de fábricas del "remake". La libertad de la que gozan los asaltantes y la permisibilidad con la que se mueven por la ciudad se expone en una de las secuencias más violentas de la historia del cine, aquella en la que uno de sus miembros asesina a sangre fría a una niña disparándole a bocajarro en la puerta de una coche de helados. Si creíamos que el hecho de colocarnos a un protagonista típicamente "blaxpoitation" era ya una declaración de transgresión, la decisión de rodar esta escena de manera explícita y no elíptica vuelve a poner de manifiesto que por aquellos tiempos Carpenter se movía muy a los márgenes de la industria.

Otros dos aspectos destacan en esta magnífica película. Por un lado, la construcción de los personajes y sus relaciones entre sí, encabezados por el Teniente Bishop, ese policía que se mueve entre el cumplimiento de su deber y la necesidad innata de intentar escapar de la comisaría. Enfrente se encuentra su némesis, Napoleón Wilson, auténtico antihéroe "carpenteriano", cínico hasta la médula, y con un repertorio de frases inolvidables. La función se completa con la relación que se establece entre el propio Napoleon y una policía, Leigh (personaje femenino que destroza literalmente los estereotipos de mujer débil y pasiva), bastante más sugerente que discursiva, basada en las miradas y en el fuera de campo. Por último, es digno destacar la banda sonora compuesta por Carpenter, un alarde de simplicidad a través del uso de sencillos "samplers" pero que acompaña fielmente a la narración.



En cuanto al "remake" dirigido por el francés Jean-François Richet, podemos decir que se trata de una puesta al día bastante sobria y olvidable. A pesar de tomar la base del asedio y del grupo de personas que se resisten en el interior de la comisaría con la ayuda de los reclusos, se apuesta más por la acción y por los tiros que por la creación de atmósferas. A Richet le interesa poco situarnos en un edificio y transmitir esa sensación de desasociego ante la amenaza de un grupo mayor en número y más preparado.

No ayuda para ello la presentación de los personajes. Los guionistas establecen un cambio de roles, donde el sargento es blanco y el criminal afroamericano, que no funcionan debido a la adopción simplista de estereotipos. Ethan Hawke es dibujado como un policía torturado, que se aferra al alcohol y a las drogas para superar el trauma de haber tomado una mala decisión en el pasado, y aprovecha esta oportunidad para mostrar su faceta de héroe y poder redimirse en el intento. En este sentido, se pierde gran parte del pragmatismo del teniente de Carpenter, que se encuentra en el lugar equivocado y a la hora maldita, transformandolo en el prototípico héroe de acción. Su compañero de acción es encarnado aquí por Lawrence Fishburne, que intenta dotar a su personaje de un control de la situación y de una tremenda frialdad emocional, pero termina confundiéndolo con un clon de su Morfeo, estando más cerca de la omnipotencia divina.

En una decisión más acorde con los tiempos actuales, Richet sustituye a los pandilleros por un grupo de policías corruptos, comandados por un desaprovechado Gabriel Byrne. Esta decisión es totalmente respetable pero el film adolece así del carácter más salvaje del motivo original.

"Asalto a la comisaría del distrito 13" versión Richet, es un trabajo muy impersonal, que se queda muy por debajo de la versión del 1976. Tampoco podemos decir que sea una mala película, ya que se erige como un competitivo vehículo para la acción, con ese montaje rápido en base a planos cortos. Se trata de una largometraje ameno, bien rodado pero sin florituras y directo para el disfrute sin exigencias. Al menos no olvida la contundencia del original y mantiene ese cariz violento que se aleja de la acción para adolescentes de otras propuestas, pero está muy lejos de las intenciones y de la maestría que mostró Carpenter para reciclar el género.

Un saludo

(1) Si podéis revisitar la cinta, fijaros en el jefe de los pandilleros. Sus rasgos físicos, la barba, y esa gorra recuerdan al revolucionario Ernesto "Che" Guevara. No es broma...

viernes, septiembre 16, 2005

Cine y Psicología (1): "El Séptimo Día" y el Asesino en masa



El año pasado, el veterano realizador Carlos Saura presentaba no sin polémica la película "El Séptimo Día", inspirada en los trágicos sucesos acaecidos una noche de Agosto de 1990 en la localidad extremeña de Puerto Urraco. Un proyecto complicado para Saura, que tuvo que lidiar con las acusaciones procedentes de la Junta de Extremadura, que hizo esfuerzos para que el proyecto fuera cancelado. Finalmente, el director no citó el nombre del pueblo, y concibió su relato, más que como una recreación de lo ocurrido, como una reflexión acerca de la violencia.

Dos hermanos, Antonio y Emilio Izquierdo, la noche del 26 de Agosto se lanzaron a la calle principal de un pueblo de apenas 120 habitantes, con escopetas de caza y abrieron fuego contra cualquier persona que se encontraron en su camino. El resultado fue de nueve víctimas mortales y seis heridos de gravedad. La refriega apenas duró unos 20 minutos, tras los cuales los dos asesinos huyeron despavoridos siendo detenidos más adelante por la Guardia Civil. Incluso Antonio, tras cometer los asesinatos fue encontrado en su casa sentado en un sillón. ¿El motivo? Al parecer una historia de odio entre dos familias de la localidad, procedente de un conflicto de casi 30 años de duración, unido a la fragilidad psicológica de los hermanos tras la muerte de su madre años atrás en un incendio que pareció ser provocado. Más adelante, las hermanas de los implicados (Ángela y Luciana) fueron detenidas como presuntas inductoras de estos actos. Los dos hermanos fueron enviados a prisión y las hermanas, tras ser absueltas, terminaron en un hospital psiquiátrico. Pero como diría Alfred Hitchcock, "El Séptimo Día" será mi mc-guffin particular para hablaros en esta ocasión de la tipología que representa a estos dos asesinos: el Asesino en Masa.

El Asesino en Masa es una subdivisión entre los Asesinos Múltiples, es decir sujetos que asesinan a 3 o más personas. La tipología se divide en: 1)Asesino en Masa y 2)Asesino en Serie. Esta última a su vez consta de otras dos subdiviciones: el Spree Killer y el Asesino en Serie como tal.

El Asesino en Masa se caracteriza principalmente por un modo de actuar bastante desorganizado e irracional. Suele cometer sus crímenes en el mismo escenario y en poco tiempo, ya que no busca una prolongación temporal de sus actividades. Digamos que se mueve por una furia asesina que le ciega y le obliga a cometer esos actos. En general suele conocer a sus víctimas y al escenario donde más adelante llevará a cabo el crimen. Los factores que desencadenan su conducta suelen estar definidos, y a menudo es fruto de un fuerte sentimiento de venganza o de frustración. El modus operandi no es tan sutil o delicado como el del sociópata, sino que usan armas de fuego o explosivos. Una vez cometidos los asesinatos, esos impulsos incontrolables comienzan a desaparecer, e incluso puede sentirse desorientado. Esto le lleva a una huida sin planificación o en ocasiones al suicidio.

La conducta del Asesino en masa viene dada por la conjunción de dos factores: los Factores Exógenos al individuo pueden recoger desde adicción al alcohol o a diversas drogas, hasta la convivencia en un entorno depresivo, hostil o problemático, como es el caso de estos hermanos, que vivían diariamente bajo el influjo de sus hermanas, que les coaccionaban para que cometieran los crímenes. En cuanto a los Factores Endógenos, son comunes los delirios, las ideas obsesivas y síntomas esquizotípicos. Estos dos factores reaccionan en común llegando a producir un bloqueo emocional, donde el sujeto manifiesta una actitud psicótica, reflejada en la pérdida de contacto con la realidad.

A continuación, suele proyectar sus problemas y frustraciones hacia el exterior, lo que unido a ese deseo de venganza irrefrenable, le lleva al asesinato de las personas sobre las que ha focalizado sus problemas. Una vez ejecutado el asesinato, no hay más planes que la huida desorganizada(o como he comentado antes, el suicidio).

Otro ejemplo real de esta tipología lo encontramos en la matanza perpretada por dos alumnos en el Instituto Columbine, en Denver, Colorado, si bien en esta ocasión, ambos estudiantes planificaron sus actos con más premeditación.

Un saludo

martes, septiembre 13, 2005

Trailer de "Loft", de Kiyoshi Kurosawa



Recupero la sección de noticias para comentar que desde AQUÍ podéis descargaros el trailer de la última película del genio nipón Kiyoshi Kurosawa, que regresa al cine de terror con "Loft", dónde narra la historia de una escritora que se traslada a una casa fuera del núcleo urbano para terminar su novela. Allí conocerá a un arqueólogo, que ha hallado recientemente una momia.

Esperamos lo mejor tras el cambio que sufrió su filmografía tras "Bright Future" y la rarísima "Doppelganger". Kurosawa, brillante creador de atmósferas y cuyo discurso gira en torno a la debacle del ser humano ante los procesos tecnológicos del nuevo milenio, ha hecho del plano-secuencia la constante máxima de su cine. Con "Loft" vuelve al género que más reconocimiento le ha dado, gracias a maravillas como "Kairo", "Kourei" o "Cure" (si bien ésta última se acerca más al thriller psicológico).

La película se estrenará de manera oficial en el festival de Pusan, pero ya hubo un pase privado de la misma durante Cannes. Personalmente espero (y creo) que Ángel Sala la programe, bien oficialmente, bien como film sorpresa, en el próximo Festival de Sitges.

Un saludo

lunes, septiembre 12, 2005

La (aparente) transformación de los personajes en el cine de Kim Ki-Duk (Segunda Parte)

Aquí culmina la segunda parte de este dossier sobre el cambio que ha sufrido el cine de este director surcoreano, para mí, uno de los mejores realizadores del momento. Espero que "The Bow" no nos decepcione, y solo deseo que os haya gustado este humilde texto...



“Primavera, Verano, Otoño, Invierno… y Primavera”

Estrenada debido a su éxito en diferentes certámenes cinematográficos y con posibilidades de “triunfar” en las carteleras españolas aprovechando un “efecto kimono” (5) inherente a las producciones mas esteticistas procedentes de Asia, “Primavera…” se muestra como un fresco de la vida, dividida en cinco partes que cuenta la historia de un niño que vive junto a un monje en un islote flotante en plena naturaleza. Siguiendo el paso de las estaciones, seremos testigos de su crecimiento, mientras descubre el amor, el deseo, el dolor y el perdón. Condenada injustamente por un sector de la crítica debido a su apariencia de postal y su budismo, algo “light” y moralista, es la pieza clave para entender las obras posteriores del cineasta. Sería injusto y de poca profesionalidad infravalorar a una película en la cual el propio director protagoniza sus dos últimos fragmentos. A modo de penitencia, de búsqueda de un perdón por sus actos, Kim Ki-Duk se ata a su espalda una roca y asciende una montaña para liberarse de los pecados cometidos en una enigmática juventud. Ahora ya se encuentra libre, y es el turno para que sus personajes busquen también ese perdón.




“Samaritan Girl”

A pesar de llegar a las pantallas españolas más tarde que la posterior “Hierro 3”, “Samaritan Girl” está más cerca de “Primavera…” que de esta última, ya que en esta ocasión son los propios protagonistas quienes se redimen por sus actos. La obra vuelve a estar dividida en tres actos, cada uno centrado en un protagonista aunque unidos por el personaje principal, Yeo-Jin (la samaritana), una estudiante que ejerce como proxeneta consiguiendo los clientes para que su amiga (que toma el nombre de una diosa, Vasumitra) ejerza la prostitución y de esta manera puedan costearse un viaje a Europa. Sin embargo, Vasumitra (personaje clásico del cineasta que termina abrazado a la tragedia) muere lanzándose desde un balcón debido a una redada policial. A partir de ese instante, la Samaritana, bajo un sentimiento de culpa por la muerte de su amiga/amada se embarca en un proceso, que en palabras del crítico J. Mauro de Pedro, “mezcla la temática del sacrificio–compensatorio (…) con la del martirio asumido, tema muy querido por el catolicismo” (6). Para ello, se acuesta con los ex-clientes de su amiga y les devuelve el dinero. Es a través de este (difícil de comprender) acto, como consigue expiar no solo sus pecados, sino también los de su amiga.

En este momento, aparece la figura del padre de la samaritana, quién tras descubrir los actos de su hija, hace suyas las constantes “kimdukianas” y a través de la violencia intenta ahogar su culpa. Pero lo que en anteriores obras hubiera culminado en la autodestrucción y descenso a los infiernos del protagonista, en “Samaritan Girl” Ki-Duk vuelve a proponerles una oportunidad para la salvación. Gracias al viaje a la tumba de la madre fallecida, se produce un reencuentro emocional entre ambos que culminará en la aceptación del padre de la madurez de su hija. El plano final, tremendamente bello por otra parte, que cierra la película no es tan doloroso como se podría pensar. Finalmente, la hija se queda sola, pero ha purgado sus pecados y está lista para enfrentarse al mundo. El padre se marcha a cumplir su condena por haber asesinado a una persona, pero hay esperanza. En definitiva, a través de “Primavera…” y de “Samaritan Girl”, Kim Ki-Duk y sus protagonistas se han arrepentido, y esa libertad espiritual “ganada a pulso” se pondrá de manifiesto en “Hierro 3”.




“Hierro 3”

En “Hierro 3” se aprecia ya esa liberación de los personajes, tras el proceso de penitencia llevado a cabo en los dos largometrajes anteriores. El protagonista es un clásico “outsider” del cine del surcoreano, no habla y vive al margen de la sociedad, ocupando casas vacías cuando sus moradores se hayan fuera de ellas. A pesar de que psicológicamente se le puede etiquetar de sujeto esquizoide (7), él parece feliz viviendo esa vida, tomando lo que le conviene de la sociedad y devolviéndole el favor como buen samaritano (Ej. lavando la ropa de las casas o arreglando aparatos estropeados). Así avanza el argumento, hasta que entrando en una casa se encuentra a una mujer (ex-modelo para más señas) que es víctima de los malos tratos de su marido. Tras abandonar la casa, y aquejado de un sentimiento de compasión decide regresar, atacar al marido con un palo de golf (reviviendo de nuevo constantes de su cine) y salvando a la mujer.

A partir de este instante se establece entre ellos una relación tremendamente surrealista y no menos irónica, ya que jamás hablan durante todo el metraje pero a la vez se “comunican” más que todas las parejas cuyas casas ocupan. Los “nuevos protagonistas” del cine de Ki-Duk ya buscan la felicidad como fin en sí misma, y no a través del dolor o la violencia. En cierto modo, ahora es la propia sociedad quien los encuentra y los condena, al contrario que en alguno de sus films anteriores, donde es el propio “outsider” quien intenta penetrar en ella sin éxito. Me viene a la memoria el hijo bastardo de padre norteamericano y madre coreana que intenta ser aceptado en ese pequeño pueblo (“Address Unknown”), los amigos coreanos que luchan por sobrevivir en las calles parisinas (“Wild Animals”) o el soldado psicótico de “Coast Guard”.



A través de una bellísima historia de amor, Ki-Duk reflexiona sobre el aislamiento (deudor en este caso del cine del taiwanés Tsai Ming-Liang), la posesión o el vacío comunicacional de la pareja. No solo eso, sino que se permite el lujo de jugar en distintos niveles, de plantear alternativas para los más escépticos en esto del amor, y establece tantas ramas de interpretación que hacen que “Hierro 3” se mueva entre el terreno más real, el fantástico, o el onírico. Los momentos finales recalcan la liberación definitiva del “héroe kimdukiano” (a partir de esos ejercicios budistas que realiza en prisión), un fantasma sin connotaciones negativas que no necesita de la sociedad para ser feliz, y que ha hallado ya el camino para realizarse y vivir en armonía, al menos con sí mismo y con la persona amada.



“¿……es todo tan bonito?

Finalmente, no me gustaría cerrar este artículo de manera tan bella y exageradamente positiva, porque seguramente aquellos que disfrutan con el cine más sucio del surcoreano hayan encontrado en estos tres títulos toques más funestos. Y no les falta razón. Es la grandeza de un realizador que permite elegir al espectador, para que éste vea a “Primavera…” como un ciclo de dolor y sufrimiento que se repite con la llegada de un nuevo niño, a “Samaritan Girl” como la muerte espiritual de una muchacha desgraciada (recordemos la escena en que la niña sueña con su asesinato a manos de su padre) que pierde a su padre y a su amada, o a “Hierro 3”, como la imposibilidad de que el amor triunfe y de que su protagonista femenina solo pueda recurrir a la memoria de su amor muerto como consuelo para aliviar su existencia. Su cine actual se presenta casi a modo de “tabula rasa”, donde el espectador escribe lo que ve e interpreta.

Repito mis palabras con las que cerraba el primer párrafo: no se puede negar que Kim Ki-Duk está creciendo, que cada vez rueda mejor, que su estilo se depura y que es capaz de transmitir sin palabras, solo con imágenes, todas las sensaciones existentes. Es un hecho al alcance de muy pocos, porque recordemos que el cine, al fin y al cabo, es poner en imágenes la vida que pasa ante nuestros ojos (y FIN).

Un saludo

(5)Efecto Kimono: “el espectador occidental reacciona mucho mejor ante una película oriental de corte histórico que ante otra de ambiente contemporáneo (…) Los personajes actuales hacen más problemático (…) el proceso de identificación para dicho espectador. Antonio Weinrichter, Pantalla amarilla: el cine japonés. III Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, 2002, p. 17.

(6)Jorge Mauro de Pedro, Crítica de “Samaritan Girl”. Miradas de Cine nº 37. http://www.miradas.net/2005/n37/criticas/04_samaritangirl.html

(7)Según DSM-IV, libro esencial usado por psiquiatras y psicólogos para el diagnóstico de enfermedades mentales, el trastorno de personalidad esquizoide se caracteriza por ser un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales debido a un no disfrute de las relaciones personales, y a la preferencia por realizar actividades solitarias (entre otras características).

Un saludo

jueves, septiembre 08, 2005

La (aparente) transformación de los personajes en el cine de Kim Ki-Duk (Primera Parte)

Bueno, dado que debido a los exámenes estaré un par de días sin ver cine (y por consiguiente escribir sobre ello), me acomodo un poco y subo a mi blog un artículo que redacté hace un tiempo sobre el cine del surcoreano Kim Ki-Duk, aprovechando el estreno en España de "Hierro 3" y "Samaritan Girl". Lo colgaré en dos partes dado su tamaño. A los que ya lo hayan leído les pido disculpas pero lo subo sobre todo porque la web donde colaboro (o colaboraba) está inactiva, así que es posible que también incluya el de Park Chan-wook próximamente.



Este artículo está dedicado especialmente a Lía, por haberme animado a escribirlo y por empujarme a obtener la visión más romántica de “Hierro 3” que ahora comparto; y a los miembros de Allzine.com porque sin ellos jamás hubiera podido disfrutar de la obra completa de este genial cineasta.


Hasta hace apenas unos meses, solo se habían estrenado en España dos películas del prolífico director surcoreano Kim Ki-Duk, “La isla” y “Primavera, Verano, Otoño, Invierno… y Primavera” (1). Sin embargo, en apenas espacio de tres semanas, sus dos últimos títulos han aterrizado en orden inverso a su realización: “Hierro 3” (Binjip, 2004) y “Samaritan Girl” (Samaria, 2004). Este hecho se convierte así en un motivo de alegría, no solo para nosotros, fervientes seguidores de un cine asiático en constante expansión y en un momento creativo inigualable, sino también para todas aquellas personas que disfrutan del buen cine en general. Porque no se puede negar que un autor como Kim Ki-Duk se ha colado poco a poco en un terreno solo reservado a los más grandes, gracias sobre todo a la eficacia y elocuencia de una cámara que es capaz de transmitir una inmensa amalgama de sensaciones sin necesidad de recurrir a aspavientos ni a excesos formales. Pero antes, permitidme que haga un necesario paréntesis para intentar bucear en esos cambios (si es que realmente los ha habido y son tan palpables) de este autodidacta que arrasa en cada certamen cinematográfico que pisa.



Para la comunidad de seguidores del cine asiático, criada bajo el amparo de los foros y de la banda ancha, el director surcoreano era considerado uno de los bastiones ejemplificadores de Oriente. Esta privilegiada posición fue ganada a pulso gracias a la fuerza visual de sus imágenes, la dureza de sus historias y la ambivalencia con que eran recibidas sus películas en los diversos festivales; todo esto a pesar de ser un cine cargado de una filosofía y metáfora constante y de haberse inspirado en las películas de la Nouvelle Vague, en especial de Godard, como bien reconoce Ki-Duk (2). Sin embargo, lo que antes eran halagos y vítores entre los aficionados se tornaron en críticas, tras ver cómo el surcoreano se alzaba con multitud de galardones en Venecia, Berlín o San Sebastián, gracias a unos largometrajes que a simple vista parecían alejarse de sus cánones habituales. Mientras antes teñía de dolor y sufrimiento a su obra, ahora la cubría con un velo de optimismo y cierta esperanza.

Se alzaban las voces: Ki-Duk se había convertido en un director festivalero, y su cine pasaba de ser sucio y “underground” a ser estilizado y reconocido. Es éste un aspecto curioso que trasciende el mundo del cine y aparece también en multitud de artes; el artista que pasa a ser admirado por el “gran público” y parece perder la identidad con la que dio sus primeros pasos. Para poner otro ejemplo no tenemos que retrotraernos mucho al pasado y podemos nombrar a un Takeshi Kitano, que tras las críticas sufridas tras su paso por Hollywood con “Brother” (3), ha sabido encauzar su carrera con obras impresionantes como “Dolls” o su primer taquillazo en Japón con la paródica “Zatoichi”.

Solo a través de una mirada calmada y reflexiva a los tres últimos títulos que ha facturado Kim Ki-Duk se puede concluir que su cine no ha cambiado en exceso y que solo ha introducido una serie de matices, que permiten a sus personajes “respirar” en ese lugar estancado en el que se hallan habitualmente. Unos cambios (más en el fondo que en la forma) que son fruto de un proceso de transformación espiritual que vive un cineasta casi siempre inquieto; una evolución con un abrupto punto de inflexión tras el rodaje de “El guardacostas”, y que, tras la penitencia de “Primavera...” y “Samaria” se palpa mucho más en “Hierro 3”.



“La isla” (Seom 2000) fue su primera película estrenada en España. A su paso por distintos festivales, su creador ya traía adjuntada la etiqueta de “enfant terrible” del cine surcoreano por la dureza de sus films. De algún modo, en “La isla” aparecen todas las constantes de su filmografía, y es en este título en el cual me basaré para analizar a sus personajes y la transformación que han sufrido, punto clave para entender sus últimas propuestas (entiendo que la mayoría de lectores solo hayan podido acceder a esta película, digamos, de su etapa más “oscura”). Así, nos encontramos ante unos encuadres bellísimos, llenos de lirismo, pero a la vez salpicados de una violencia atroz. Existe una predilección por mostrar a animales maltratados (a menudo peces, pero también perros) y un trato incluso vejatorio hacia las féminas, ya sea como sujeto pasivo que sufre frente a la fuerza masculina o como persona activa que incita al hombre a la perdición (4).

Por otro lado, tenemos a unos personajes que no parecen variar a lo largo de su obra. Se podrían clasificar como auténticos “outsiders”, seres que la sociedad desecha, pero que al mismo tiempo son frutos de ella, la cual los necesita como un espejo en el que mirarse para ahogar sus traumas y problemas. Son personas al límite, incapaces de enfrentarse a un ambiente hostil y con una incapacidad manifiesta para alcanzar la felicidad o la tranquilidad en sus vidas. En el cine del surcoreano, nunca sabemos demasiado de ellos. No conocemos su procedencia pero sí sabemos el destino que les espera, un final abocado a la desgracia y a menudo, a la muerte. Por ello aparece casi siempre la violencia en sus vidas, la única manera que tienen para afrontar las dificultades de su penosa existencia. Para alcanzar una felicidad siempre esquiva recurren al dolor (bien sea recibiéndolo o infringiéndoselo a los demás), al parecer, único elemento que han aprendido para manejarse en la sociedad.

¿Pero, por qué?, ¿qué extraños designios mueven sus hilos para que no abandonen sus penurias? La respuesta radica en la no existencia de varios caminos para escoger, debido a unas habilidades, de las cuales simplemente carecen o ni siquiera ponen en práctica. Son personajes que se mueven en una sola dirección, sin atajos que les saquen de su sufrimiento. Kim Ki-Duk les priva a menudo de la capacidad de hablar (ya sea al chulo de “Bad Guy” o al pintor de “Real Fiction”), reivindicación de su no pertenencia a la sociedad. Al fin y al cabo, el lenguaje es la herramienta más importante de socialización y la mayoría de héroes “kimdukianos” (y perdón por un término que volveré a repetir) no lo utilizan. Su dolor se incrementa ya que nunca llegan a completar una necesaria catarsis porque no poseen las habilidades necesarias para ello, y se pierden en actos violentos y excesivamente viscerales. Incluso sentimientos como el amor, presente en los anhelos de algunos de sus protagonistas, se tornan en obsesiones bizarras y de carácter perturbador. De esta manera, estos personajes se mueven en un ambiente real bajo una apariencia ficcional, convirtiéndose casi en espectros de sí mismos, fantasmas no muy alejados de aquellos que pueblan el Tokio apocalíptico de “Kairo” (id, 2001. Kiyoshi Kurosawa) o de los yakuzas nihilistas del cine del japonés Kitano.



A partir de “Primavera…” Kim Ki-Duk parece insuflar un halo de esperanza a sus personajes aunque no exista un cambio palpable en su construcción, ya que se siguen situando fuera de los márgenes sociales (aunque con matices, ahora conocemos algo más de su procedencia). Esta esperanza viene dada por la posibilidad de escoger, de encauzar su vida sin necesidad de recurrir a la violencia autodestructiva de trabajos anteriores. A través de preceptos religiosos (el budismo en “Primavera…” y el cristianismo en “Samaritan Girl”), sus protagonistas afrontan las dificultades y buscan la paz interior. ¿Termina premiándoles Kim Ki-Duk por ello? Sí y No (Fin primera parte)


(1) A partir de ahora y dado su extenso título, solo “Primavera…”
(2) Con estas palabras no intento desprestigiar a una comunidad de la que me considero parte, pero si dar un toque de atención a aquellos que solamente ven a Asia como la cuna del cine de género.
(3)“Brother”, película injustamente tratada en el momento de su estreno, va ganando en calidad con el paso de los años, hasta que finalmente se la considere como lo que es, el “Pearl Harbour” de Kitano (extraído del artículo de Jordi Costa, “Takeshi Kitano: La calavera origami”. Revista de Cine Nosferatu 36-37: Nuevas miradas del cine asiático).
(4)El tema de las mujeres en el cine de Kim Ki-Duk ha sido siempre punto para la polémica, debido al carácter casi misógino con que son tratadas. Por ello, creo que se merecería un estudio aparte y no ahondaré más en él.

Saludos

miércoles, septiembre 07, 2005

[Asian Connection] "Dead or Alive 2: Sangre yakuza", de Takashi Miike, "el reflexivo"



"Dead or Alive 2: Sangre yakuza" ("Dead or Alive 2: Tôbosha") es la segunda entrega de una trilogía que el director nipón Takashi Miike rodó entre 1999 y 2002. El éxito de su primera entrega, realizada para el mercado del V-Cinema (o mercado del vídeo para el público occidental) impulsó a los productores para que le propusieran al propio Miike una secuela. Éste aceptó la propuesta, pero en concordancia con su forma de hacer cine, se decantó por un formato no habitual en lo que a una secuela se refiere. Miike no parte desde el final de su anterior película, cosa por otro lado bastante difícil de llevar a cabo ya que el clímax de "Dead or Alive" era tremendamente delirante, en el cual sus dos protagonistas (a modo de personajes de un anime) terminaban lanzándose ondas de energía que culminaban con la destrucción del mundo. Sin embargo, mantiene a los dos protagonistas de la primera entrega, interpretados por Riki Takeuchi y Sho Aikawa, en esta ocasión en el papel de dos asesinos a sueldo.

De esta manera Miike configura una especie de universo paralelo en el que vuelve a situar a sus dos héroes, pero en esta "pseudo-secuela" apostará por un ritmo muy diferente y explorará otros terrenos de su cine. Para empezar, la primera secuencia es totalmente antagónica a la que abría "Dead or Alive". Si en aquella, sus primeros siete minutos eran un carrusel de imágenes, con un montaje extremo que mezclaba desde relaciones homosexuales, violencia desenfrenada y la raya de coca más larga del mundo del cine, en ésta se decanta por un largo plano fijo con breves insertos de imágenes, donde un mafioso (genial cameo de Shinya Tsukamoto) hace uso de paquetes de cigarrillos para contar a nuestro protagonista la lucha entre las mafias china y japonesa. A partir de aquí y tras un tiroteo rodado con menos garra (que no calidad) que de costumbre, Miike une a sus dos actores en un viaje a su isla de origen.



"Dead or Alive 2: Sangre Yakuza" es el claro ejemplo del carácter "todoterreno" de su director, capaz de afrontar cada proyecto de una forma nueva, a pesar de no ser más que un mero encargo. Toda la parte del metraje que transcurre en la isla está filmada con una dulzura inusitada, de forma reflexiva, acorde con esa especie de viaje (que todos sabemos físico, pero es sobre todo espiritual) que llevan a cabo los dos asesinos a sueldo, amigos desde la niñez pero separados por diversas circunstancias. Miike establece una mirada nostálgica al pasado de estas dos personas, que son conscientes que no vivirán mucho más (1), haciendo uso de flashbacks para narrarnos su niñez y gracias también a la tonalidad usada (con colores desgastados y grisáceos). No renunciando a parte de su cine, y en este caso haciendo uso de motivos casi surrealistas, los dos amigos decidirán regresar a la urbe para cumplir su misión: seguir trabajando como asesinos a sueldo, eliminando a la escoria de la ciudad, para con el dinero ganado comprar vacunas para los niños del Tercer Mundo (sic).

La filmografía de Takashi Miike, cineasta de culto, apóstol de la violencia y del sexo extremo, siempre se ha caracterizado por una constante hibridación, por el uso del género como base para luego imponer sus propias reglas, y por su falta de respeto hacia los parámetros del cine de yakuzas. Es quizás la saga "Dead or Alive" el más claro ejemplo de su carácter heterogéneo. Sus yakuzas están muy lejos de los gangsteres de férrea moral y de carácter solemne de antaño, incluso se aleja de la desmitificación que muestra el cine de Fukasaku. El yakuza de Miike solo pertenece a él: es un tipo amoral, pervertido, ajeno al clasicismo y que escupe sobre la tradición.



En "Dead or Alive 2: Sangre Yakuza", Miike vuelve a desmontar el género a su manera. Si bien las escenas de violencia están más dosificadas, siguen estando presentes. En esta ocasión, experimenta con la imagen con la inclusión de diversos intertítulos sobre fondo negro, y vuelve a hacer uso del anime en la configuración de una secuencia. No olvida a sus personajes extravagantes con la presencia de tres matones (¿mudos?) que se comunican mediante sms, aunque se encuentren juntos y tengan a su víctima enfrente. Se atreve incluso a montar en paralelo una obra teatral para niños pero nada inocente, con un festival de tiros entre dos bandas, y donde saca espacio para añadir un plano de necrofilia. Es decir...sigue siendo Miike, héroe y a la vez villano.

En resumen, "Dead or Alive 2: Sangre yakuza", sin perder de vista los parámetros habituales de su cine, es una gran película, posiblemente la mejor de la trilogía. Quién se acerque a ella pensando que es más sangre, más vísceras y más sexo que en la primera entrega puede que se lleve una (des)agradable sorpresa. Desde un punto de vista personal, prefiero a este Miike, al más sosegado y menos dado al exceso, aunque analizando bien, si no existieran "ichis the killers" ni "visitors q", no apreciaríamos tanto estas obras tan personales. "DOA2" se configura así como un largometraje que destila intimismo, una mirada melancólica sobre dos personas que quieren recuperar el tiempo que han perdido, y una reflexión lúcida sobre la amistad pura. 97 minutos que nos enseñan que existe otro Miike, lejos de aquel que nos han querido vender y al que también debemos apreciar.

Un saludo

(1) Un detalle también apreciable en la primera parte de la saga, en la cual tanto el policía como el yakuza sabían que el destino los encauzaría a un enfrentamiento final.

domingo, septiembre 04, 2005

[Hollywood] "El bosque", de M. Night Shyamalan: el monstruo interior



"El bosque", de M. Night Shyamalan se convirtió seguramente en uno de los films más polémicos del pasado año. Y no solo por su mensaje, tachado por algunos como neoconservador (¡!), sino sobre todo por las eternas discusiones que surgieron en la mayoría de foros cinéfilos que pueblan Internet entre adeptos y detractores del largometraje. El recibimiento de la crítica norteamericana fue algo ambivalente, si bien distintos medios no dudaron en atacar de forma abierta a la última obra del director de "El sexto sentido"; por el contrario, la crítica europea se mostró más condescendiente con el resultado, quizás por los propios méritos del film o por llevar la contraria a los analistas estadounidenses. Hasta el punto es así que la prestigiosa revista francesa "Cahiers du cinema" la eligió como una de los mejores del 2004. El público mayoritario, por otra parte, se sintió engañado, si bien este defecto se le debe achacar más a la condenable campaña de promoción llevada a cabo por la distribuidora, que la vendía como un film de terror, cuando no es más que un drama costumbrista con elementos del fantástico. Polémicas aparte, "El bosque" puede gustar o no, pero cualquier persona con una suficiente capacidad de análisis cinematográfico se dará cuenta que es una obra dirigida con esmero, fotografiada de manera impecable, y dotada de un gran guión, con sólidos personajes, una trama bien enlazada, y unas dosis brutales de alegoría social (por cierto, si no la has visto por favor, no sigas leyendo ya que se desvelan aspectos vitales de la trama).



Muchas críticas se han vertido sobre el cine de Shyamalan por considerarlo tramposo. La constante utilización en todas sus obras de ese giro final que obliga al espectador a replantearse todo lo visto anteriormente es uno de los "supuestos" defectos que sus detractores ven en ella (1). "El bosque" no podía ser una excepción, pero basta una atenta mirada para descubrir que no es así. De hecho, el primer plano ya es toda una declaración (ver arriba): la cámara de Shyamalan surge de entre la multitud para mostrarnos el funeral por el hijo de uno de los mayores de la villa. Nos acaba de situar entre los pobladores; el espectador deja de ser un elemento ajeno al film, sino que forma parte de esa comunidad, engañada por quienes la dirigen. Por lo tanto, la audiencia va descubriendo "el pastel" como si fuera un lugareño más, como si fuera Ivy Walker o Lucius Hunt, y el giro final no deja una sensación de incredibilidad de todo lo anterior o de que aquello carece de significado, sino que lo complementa y le dota de más sentido.


Como he comentado en el primer párrafo, "El bosque" es el largometraje más melodramático del director de origen hindú por una razón principal: el uso del amor como sentimiento que canaliza todas las reacciones de los protagonistas. En primer lugar es este sentimiento, sesgado por el egoísmo paterno, el que lleva a ese grupo de personas maltratadas por la vida, a recluirse en un modo de vida autárquico (fechado en pleno siglo XIX) para proteger a sus hijos de la sociedad, e incluso a hacer uso del miedo como estrategia de control. Pero si es esta emoción la que condena a toda una generación, es también la que puede liberarla, mediante la conexión que surge entre Ivy (Bryce D. Howard) y Lucius (Joaquin Phoenix), y que obliga a ella a saltarse todas las normas para acudir a las ciudades y salvar a su amado. No solo eso, ya que en esta villa se esconde un auténtico entramado de pasiones, como la extraña relación entre el líder Edward Walker (William Hurt) y la madre de Lucius (Sigourney Weaver), que nunca llega a explotar. Incluso el personaje que interpreta Adrien Brody (Noah Percy) manifiesta una sincera atracción por la propia Ivy, atracción que se torna en algo malsano tras acuchillar a su prometido Lucius.

Es curioso como Shyamalan dota a las manos de los personajes de un papel vital en estas historias de amor. La mano no correspondida de Alice cuando intenta tocar a Edward durante la boda; la secuencia en la cual Ivy tiende su brazo fuera de la puerta durante el ataque de las criaturas, y en ese momento, Lucius lo toma y se adentran en el sótano (todo ello rodado al ralentí y con un primer plano de sus manos estrechándose) (2) ; o el apuñalamiento de Noah a Lucius, con otro primer plano del cuchillo en la mano introduciéndose en el estómago del segundo. Shyamalan tampoco se olvida de unos diálogos inolvidables que rodean al romance entre los dos personajes principales, destacando la escena de ambos en el porche. Rodada con sencillez, acompañada por una bella declaración de Lucius, y culminada con un sutil travelling que deja a los amantes solos en el momento más importante, dotando al momento de la intimidad que necesita.



Pero Shyamalan no es solo un maestro en la puesta en escena y en conseguir que cada plano tenga un significado concreto, sino también demuestra que es un buen director de actores. Si en el pasado logró extraer de Bruce Willis dos grandes actuaciones, y consiguió que Mel Gibson trasmitiera algo más que bravuconería, en "El bosque" transita por la misma senda. Ese gran reparto es comandado por la debutante Bryce Dallas Howard, una ciega de carácter fuerte a pesar de su invalidez y que es capaz de ver el mundo mejor que muchos de sus ocupantes; la cuidada interpretación de Adrien Brody en el papel de un deficiente mental; el grupo de los mayores, donde destacan la propia Sigourney Weaver o el siempre eficaz Brendan Gleeson; y por último el papel que se reserva el realizador, un rol tan corto como fundamental, donde Shyamalan adquiere la personalidad de él mismo en la gran pantalla, a modo de alter-ego y de demiurgo conocedor de los secretos que esconde ese bosque. De este modo, lo que muchos ven como un gesto de autocomplaciencia, yo lo veo como una manera de ir más allá que uno de sus referentes, Alfred Hitchcock, sustituyendo el clásico cameo del británico por un papel más importante.

Quizás el único punto flaco radica en Joaquin Phoenix, cuyo personaje maneja matices muy parecidos al de "Señales". El actor parece estar en un constante estado depresivo, en lugar de adoptar una actitud más lacónica o simplemente introvertida, que es la que debería poseer. Y si creíais que me había olvidado de William Hurt, os equivocáis. Simplemente me reservo para el final al personaje más rico de todo el largometraje, piedra básica del film, y que guarda no pocos puntos en común con los protagonistas de los anteriores trabajos del realizador. En las tres obras precedentes de Shyamalan, el motor de la acción ha sido siempre un personaje masculino, con la característica principal de que huye de una realidad hiriente (real o espiritual) para esconderse en un mundo propio, construyéndolo a su medida, pero en el que nunca llega a sentirse cómodo. De esta manera, los personajes interpretados por Bruce Willis en "El sexto sentido" y "El protegido" son incapaces de asumir su verdadera condición (uno está muerto pero abraza una existencia que ya no posee, y el otro niega su carácter sobrenatural para intentar ser un hombre común), mientras que el Mel Gibson de "Señales" abandona su pilar existencial que es la fe, y que solo recuperará tras la amenaza alienígena.



Sin embargo, en "El bosque" apreciamos una diferencia en cuanto al desarrollo de este arquetipo de su cine. Si en los films anteriores estos hombres terminan aceptando esa realidad, en esta ocasión no es así. Edward Walker reniega de la civilización y del ideal de sociedad para refugiarse en un universo aparentemente utópico pero que terminará deshaciéndose. Su decisión moral, tan comprensible como discutible, de negar la libertad al resto de la comunidad, no se ve correspondida con un gesto final de apertura. En el último plano de "El bosque", Walker decide percutir en su idea inicial, utilizando los acontecimientos ocurridos a su favor para dar continuidad al experimento.



En definitiva, "El bosque" termina transmitiendo un mensaje ciertamente demoledor acerca del ser humano, y del mal intrínseco a su persona. En primer lugar, porque el hombre decide hacer uso de una estrategia ancestral para coaccionar a sus propios congéneres: el miedo. Este argumento aparece constantemente a lo largo del metraje, mediante las historias que cuentan los mayores a los pequeños, y que los mantienen en un estado constante de indefensión ante la amenaza del exterior. Es curioso como son las personas disminuidas (ya sean físicas como Ivy, o psíquicas, como Noah) las que conocerán parcialmente el misterio, y digo parcialmente porque nunca fueron conscientes del teatro en el que vivían en su totalidad. Shyamalan no deja lugar para los buenos sentimientos más allá del amor (y éste incluso es analizado en sus más diversas parcelas). "El bosque" se configura así no como una película de miedo, sino como una obra sobre el miedo.

Por otro lado, este grupo de hombres y mujeres que deciden recrear ese modo de vida alejado de la civilización y de sus problemas, terminará por renococer que la sociedad en sí misma no es causante de los males del mundo, sino que es el propio ser humano quien lo produce. Nunca la famosa frase de Hobbes ha adquirido tanto sentido (3) como en este largometraje. Shyamalan nos vuelve a iluminar desde su estancia para repetirnos que el monstruo nunca está en el exterior, sino que descansa dentro de cada uno de nosotros.

Saludos

(1) Hablo sobre la base de haber visto solo 4 largometrajes de toda su filmografía ("El sexto sentido", "El protegido", "Señales" y "El bosque").
(2) Escena casi calcada a la posterior de la boda, cuando Lucius saca a su amada, mostrándole el camino.
(3) "El hombre es un lobo para el hombre".

viernes, agosto 26, 2005

[Estreno] "Sr y Sra Smith" de Doug Liman: Monotonía marital



No tenía la intención de reservar un espacio en el blog para esta película, pero las sensaciones que me transmitió tras verla me han obligado a realizar esta pequeña reseña. Sinceramente, antes del estreno de "Sr. y Sra. Smith", las expectativas eran terribles (por malas, lease). Los pocos fotogramas que había podido ver hacían presagiar lo peor, y lo único que me hizo albergar esperanzas era la elección del director, el muy competente Doug Liman.

Para analizar "Sr y Sra Smith", partiré de un comentario realizado por el crítico Hilario J. Rodríguez sobre la película en la revista "Dirigido por" (posiblemente el comentario más lúcido de sus últimos escritos), pero iré un poco más allá. En ella, el firmante establecía cierto paralelismo y aun más distancias entre el film norteamericano y una de las obras maestras de Ingmar Bergman, "Secretos de un matrimonio", film de casi 5 horas rodado para la televisión, que terminó recortado y remontado por el propio director, gestándose así una pieza de tres horas de cine puro, una realista y descarnada crónica de la vida en pareja y de los estragos que causa la convivencia en una relación. Pues bien, "Sr y Sra Smith", sin perder de vista su origen y su público de destino, se permite realizar una sincera reflexión sobre los problemas de pareja y la monotonía del hogar, quizás también algo superflua, pero existente al fin y al cabo. Desde una óptica más visual que verbal, y haciendo uso siempre del gag directo y del chascarrillo fácil, sus guionistas se permiten disfrazar una sencilla y muy extrema metáfora del matrimonio a través del género de acción con toques de comedia liviana.

La pareja protagonista, John y Jane Smith no se diferencian mucho del matrimonio entre Johan y Marianne que creó Bergman. Ambas parecen formar los matrimonios perfectos: son guapos, tienen buenos trabajos, viven en un buen hogar y son la envidia de sus vecinos. Sin embargo, detrás de esta idílica existencia, hay un subsuelo de estancamiento emocional y de aburrimiento, fruto de unas convenciones sociales que siguen atándoles. Lo primero es que a pesar de que los dos miembros ocupan puestos laborales de importancia (John y Jane Smith trabajan en la construcción y la informática respectivamente, mientras que Johan es profesor de psicología y Marianne abogada), hay un cumplimiento estricto de las normas sociales en casa: Jane Smith no abandona su papel de ama de casa pasiva, que prepara todos los días y a la misma hora la comida a su marido para cuando él regresa de su trabajo. De la misma manera, la vida sexual de las parejas es insatisfactoria; los Smith no se ponen de acuerdo ante el psicólogo en cuanto al número de veces que hacen el amor, mientras que Johan se queja amargamente de la frialdad sexual de su mujer Marianne, recriminandosela en los peores momentos de su convivencia (1).



De esta manera, ambos matrimonios están abocados al fracaso debido en parte a la rutina autoimpuesta por la sociedad, y solo será posible una solución cuando logren escapar de estos convencionalismos. Aquí es donde radica la diferencia principal en ambos films (siempre en la forma, que no en el fondo). Ambas parejas terminan confesando sus propias verdades, derrumbando las mentiras que sustentan la aparente felicidad de su vida. En "Secretos de un matrimonio", Johan confesará su infidelidad con una mujer más joven, mas terminará regresando al hogar y acordará el divorcio con Marianne. Este hecho culminará con la secuencia en la que ambos firman los papeles del proceso, donde Johan, maniatado por su frustrante existencia, terminará golpeando a su (ex)mujer. Por otra parte, en el film de Doug Liman todo es mucho más exagerado. Dada la verdadera naturaleza de la pareja (ambos son asesinos a sueldo), la ruptura es más contundente. Ellos no se sientan a hablar de sus problemas, directamente entablan una guerra física haciendo uso de diversas armas(metáfora extrema de una pelea marital), donde finalmente destrozan su propio hogar, lugar donde nacen los conflictos y donde se fragua esa monotonía que termina "matando" a la propia unión.

Una vez quitadas las máscaras, ambos matrimonios se sienten más libres. Es como si desatados de las leyes no escritas que la sociedad establece sobre la convivencia, la pareja encuentra la verdadera libertad. Johan y Marianne recorrerán su propio camino, pero años después y tras haber reconstruido sus vidas, volverán a verse y a disfrutar del sexo juntos; mientras que John y Jane Smith culminan su "guerra" con el muy deseado sexo de reconciliación. Dos escenas son suficientes para demostrar este carácter liberador: Marianne vuelve a ver Johan para contarle que está con otra persona, y que ha descubierto a su lado que ella también es una mujer muy sensual en la cama. En el otro lado, Jane Smith, momentos antes de enfrentarse (junto a su marido) al grueso de tropas que intentan eliminarlos, observa una estampa arquetípica de la vida familiar norteamericana de los años 40 y 50. El marido, trajeado, espera en la mesa la llegada del desayuno antes de abandonar el hogar para dirigirse a su puesto de trabajo, mientras la esposa se dirige hacia él con total servidumbre para servirle lo que acaba de cocinar. Mediante el uso de un plano-contraplano, el gesto de Jane es elocuente. La secuencia termina cuando su marido aparece vestido de traje...y ella también.



Es posible que muchos piensen que intento igualar ambos títulos. Nada más lejos de la realidad. El film de Bergman es obviamente muy superior al de Liman, por una sola razón, es mucho más pretencioso (en un sentido positivo) en su retrato de la vida íntima de dos personas, y no paga el peaje de ser un film veraniego destinado al consumo rápido de un público que solo desea ver a la pareja de moda en pantalla. Sin embargo, si "Sr. y Sra. Smith" no cae en el más espantoso de los ridículos, se debe solo al trabajo de un exquisito artesano como es Doug Liman. Liman saltó a la fama con la comedia negra "Go" ("Viviendo sin límites), film a rescatar, a medio camino entre el "mainstream" por su narración atropellada y su montaje vertiginoso, y el cine independiente, por su retrato agrio de la "white trash". Luego dirigió de forma magistral "El caso Bourne" para terminar embarcándose en este proyecto. Liman no es un tipo fácil, y ser así en Hollywood lo hace aún más grande. A pesar de tener que rendir cuentas ante los peces gordos de los grandes estudios en este tipo de films, siempre intenta mantener una visión personal y no caer en la tan frecuente impersonalidad. Si en "El caso Bourne" tuvo que lidiar con los productores (2), en "Sr. y Sra. Smith" se las vió directamente con el actor protagonista, Brad Pitt, al que terminó cansando por su manía de repetir diversas tomas las veces que fueran necesarias.

Es posible que un poco más de libertad para Liman hubiera mejorado este largometraje, que se muestra excesivamente deudor de su naturaleza en su último tercio, donde la acción toma el protagonismo, y la cámara se vuelve más objetiva que nunca. Hasta este momento, las secuencias de acción siempre se subliman a la relación de la pareja y a sus conversaciones. Por ello, los mejores momentos de "Sr. y Sra. Smith" son aquellos en los que ambos miembros comparten encuadre frente al psicólogo, no muy distintos a la entrevista que la pareja Johan-Marianne concede a un periodista en los primeros minutos del film. Rodados en plano medio, y con precisión casi documental (incluida la voz en off del especialista), los Smith explicitan sus divergencias matrimoniales.



Por último, es imposible concluir esta reseña sin resaltar el trabajo de la pareja ficticia (y real a la vez). La química entre Brad Pitt y Angelina Jolie es innegable y funciona en cada segundo del metraje. A excepción de las apariciones de Vince Vaughn, el film está compuesto para la exhibición personal de ambos, y en este sentido colman a la audiencia. Si tenemos que elegir a uno, nos quedamos con Angelina, muy contenida en su papel. A Brad ya le hemos visto en un registro muy parecido en "The Mexican". Y es que en definitiva, resulta paradójico que la pareja más sugerente del universo Hollywood, objetivo constante de los flashes de las cámaras y de los cotilleos de la prensa amarilla, termine agrediéndose en el celuloide. Supongo que es una de las cosas que más amo del cine, su capacidad para subvertir la realidad a su antojo.

Un saludo

(1) Finalmente, Marianne logrará desembarazarse de esta gelidez afectiva una vez fuera del matrimonio y con otro hombre.

(2) Estos problemas le apartaron del rodaje de la secuela, que completó Paul Greengrass.

jueves, agosto 18, 2005

Estrenos Veraniegos: una breve parada

Hola a todos:

Hago un breve paréntesis en este periplo vacacional que me ha llevado a tierras alicantinas para comentar brevemente dos de las películas que he podido ver en las salas de cine. Y es que estamos en verano, y como todos sabemos, es complicado elegir un título de calidad dado el bajón que sufre la cartelera por estas fechas. Así que, o nos acercamos al siempre apasionante mundo del dvd, o cambiamos el chip.

LA ISLA (Michael Bay)

"La isla" es una de esas películas en las que el cinéfilo se vanagloria de su sapiencia y sus conocimientos, ya que entra a la sala con una crítica en mente y sale de ella con las mismas expectativas con las que accedió a la misma. Porque la última obra de Michael Bay no es más que lo que todos nos esperabamos: ya lo confirma el propio director en sus declaraciones ("quería hacer una película que se disfrutara en verano"). ¿Lo logró? No completamente. Y no lo ha conseguido debido en parte a los defectos que ya se apreciaron en "Bad Boys 2" y en "Pearl Harbor".



Sinceramente, no entiendo las críticas que dicen que "La isla" es una película muy vacía, en la que no se reflexiona sobre nada. Pero amigos, ¿realmente creen que a Michael Bay le interesa reflexionar sobre algo más que sobre la física de los accidentes de coches? No niego que la premisa argumental de este film ( a pesar de tomar forma gracias a retazos de un montón de películas de ciencia-ficción) tenga posibilidades a la hora de plantear un discurso coherente sobre la clonación y su uso con medida. Es cierto que la primera media hora está rodada con una contención fuera de lo normal en el director, y que incita al análisis...pero poco más, porque lo que Bay quiere es explotar. Y ya se acabó. Sin embargo, ese afán extremo, esa megalomanía por acercarse al nivel de James Cameron acaba por hundir a una segunda mitad repetitiva y ciertamente aburrida. No negaré que Bay no muestra un buen hacer a la hora de rodar secuencias de acción, pero me sigue pareciendo que está a años luz de la puesta en escena de Cameron. La primera secuencia de persecución engancha y atrapa, pero su búsqueda de cuantos-mas-coches-se-jodan-mejor, termina aburriendo. Por ello, "La isla" se muestra más eficaz en sus momentos más socarrones, donde Michael Bay se muestra mas gamberro y menos prepotente, como la divertida autoparodia de McGregor junto a su verdadero yo , o a la parejita disfrutando en medio de la calle del anuncio de perfume protagonizado por la propia Scarlett Johansonn. Todo lo demás, ya empieza a cansar, sobre todo una segunda mitad excesiva.


SIN CITY (Robert Rodriguez y Frank Miller)


"Sin City" llega a las pantallas como uno de los films mas polemicos del año, a raiz no solo del trabajo de Rodriguez por conseguir una adaptacion totalmente fidedigna al comic, sino por su expulsion del sindicato de directores al decidir co-dirigir la pelicula junto al autor de comic, Frank Miller.

A pesar de que pudiera parecer lo contrario, "Sin City" es una obra que suscita muchas más preguntas que respuestas. Plantea un dilema a la hora de considerar el cine como medio expresivo, de conocer sus límites, y de realizar una distinción con respecto a otro tipo de artes visuales, como puede ser el propio comic. Alejada de "Sky Captain y el mundo de mañana" (rodada digitalmente en parte por problemas de presupuesto), "Sin City" nunca es gratuita en uso del ordenador y en su mundo, recreado de manera virtual enteramente. Rodriguez, a modo de Coppola o Lucas moderno, sabía que esta era la única manera de plasmar en pantalla toda la fuerza visual del comic, su capacidad plastica, y su excesivo recargamiento en cada viñeta. Hay que quitarse el sombrero ante este tipo, inteligente y listo (ambas cosas, que son bien distintas y muy dificiles de reunir), que ha sabido transmitir todo lo que uno siente cuando lee "Sin City" en papel.




Quizás este hecho, esta empresa tan arriesgada haya jugado en su contra en varios aspectos, al adoptar también ciertos defectos del comic, como una falta de conexión dramática entre los planos/viñetas. En su intento de traslación perfecta y de conseguir que cada plano sea el definitivo, Rodriguez no consigue establecer un hilo dramático estable, y cae en una artificialidad manifiesta, un manierismo exacerbado que se acentúa con la actuación de los actores y con el recurso de la voz en off en cada una de las tres historias de las que consta la película. Son problemas con los que había que lidiar, y que se perdonan completamente tras asistir a este auténtico espectaculo, claro ejemplo de la evolución del medio, y piedra básica para el desarrollo posterior del cine. "Sin City" abre una brecha importante, y puede que sea la precursora de algo más que la simple adaptación de un tebeo.

Parte de la crítica ha adoptado que "Sin City" es un film vacío, un espectaculo visual carente de enjundia. Por mi parte estoy totalmente en desacuerdo. Robert Rodriguez capta a la perfección la esencia del comic, esa mezcla de cine negro y film noir, retratando esa urbe decadente donde ya no hay lugar para los buenos sentimientos ni para las acciones mas altruistas. Una urbe creada por Frank Miller que mira al mundo actual y lo lleva más al límite, si bien todos sabemos que la realidad termina superando a la ficción. La perfecta presentación de sus amorales personajes, gracias a la estupenda labor del reparto (1) hacen el resto. Si Rodriguez consigue esto, se puede decir que su obra no es vacía, sino que es completamente satisfactoria, tanto en la forma como en el fondo. Quizás su excesivo recargamiento, su violencia tremendamente estilizada que abraza al humor negro (recuerda a "Old Boy" en este sentido), o su tremenda impureza formal haya podido distraer al crítico más conservador. Pero como a nosotros nos gusta mirar hacia el futuro y no quedarnos anclados en "Que grande es el cine (antiguo)", le daremos un voto de confianza a Rodriguez por su experimentación. A pesar de estar rodeados por un sector que se encuentra realmente estancado en una idea y que cree que el cine ha muerto, nosotros, al igual que los (anti)héroes de "Sin City", luchamos por un futuro que existe, aunque se muestre algo escondido. Si ellos luchan por unas relaciones amorosas que parecen desvanecerse, nosotros lo haremos por un espíritu que está ahí, pero que necesita un pequeño empujón para hacerse realidad.


Un saludo muy fuerte y nos veremos mas a menudo en proximas fechas.


(1) A pesar de la artificialidad de las actuaciones, no es obstáculo para reconocer el gran trabajo realizado por todos los actores, con la dificultad añadida de actuar ante la temida pantalla verde. Menuda diferencia con los actores de la nueva trilogía de Star Wars.

viernes, julio 29, 2005

Parón vacacional (y "Ordet")

Ante la inminente llegada de unas apreciadas vacaciones, echo el cierre temporal a este blog, que nunca imaginé que tuviera tantas visitas ni que durara tanto. Desde aquí, agradecer a todos los que lo visitais y repasais mis apreciaciones sobre este milagro artístico que es el cine. Espero retomarlo a mi vuelta vacacional, y no niego una posible mini-actualización en algún momento de mi periplo veraniego. Por otro lado, se avista en el horizonte un proyecto más que interesante, en especial para todo buen asianófilo. Habrá novedades...

Por último, la falta de tiempo ha hecho que me fuera imposible redactar la última reseña con la que quería cerrar esta pequeña etapa, que versa sobre el largometraje "Ordet" (La palabra), dirigido por Carl Theodore Dreyer en 1954, y que he tenido la suerte (porque esto ha sido toda una suerte) de disfrutar en una copia restaurada, en V.O. y en una buena sala de cine, gracias a la encomiable iniciativa de Notro Films de reestrenar dos obras de este realizador nórdico.

A los que no hayais visto esta pelicula (aunque decir simplemente que es una película, sería menospreciarla), les digo que no pierdan otro segundo más de su vida y se lancen a por ella, ya sea en el cine, en DVD, gracias al P2P, como sea..."Ordet" es una maravilla, no creo que tenga palabras para describirla. Me faltan los adjetivos para explicar como un ser humano puede, a través del arte, llegar tan cerca de la perfección, y narrarnos un tema tan trascendental de manera tan sencilla y cotidiana. Más allá de ser una película religiosa (que no lo es, pero ni de lejos), "Ordet" es una disgresión sobre el amor, la vida, la muerte, la fe, y la existencia del hombre. Adentrándose en los terrenos de la religión de manera explícita, Dreyer sale totalmente a salvo, sin adoctrinar ni juzgar, simplemente...reflexionando.

Es curioso como, cuando se trata de un film de carácter religioso, las creencias de cada persona moldean la manera de juzgar cada película. Así, a aquellos que se vanaglorian de criticar al catolicismo y a la Iglesia les encanta "La última tentación de Cristo" de Martin Scorsese; los ateos se vuelven locos por "El evangelio según San Mateo" de P.P. Pasolini; y los más fervientes católicos se sienten abrumados ante "La pasión" de Mel Gibson. No es mi interés exponer cuales son mis creencias religiosas (los que me conoceis ya saben de que pie cojeo), simplemente quiero deciros que améis, que es lo realmente importante.

Como deja claro Dreyer en su obra maestra, el amor es la fuerza que todo lo mueve, y la base para cualquier creencia o no creencia; el amor es la verdadera fe. El que quiera que crea, y el que no, que no lo haga. Pero simplemente aprendamos a amar, porque en el amor es donde está el paraíso y donde todos resucitamos. Dreyer parece decir que hay que amar y creer como lo hace un niño, con su bondad, sin reservas, que es como se debe hacer. Ahí radica la clave. Amigos cinéfilos y cinéfagos, les pido que se acerquen a "Ordet" y comprueben, de una vez por todas, lo que es un verdadero Milagro Cinematográfico.



Un saludo, que pronto nos veremos.

miércoles, julio 27, 2005

"L'appartement" (Gilles Mimouni,1996) vs "Obsesión (Paul McGuigan,2004)

Vs


En la mayoría de los debates cinéfilos, el término remake (en alusión a cualquier film en particular) suele ser denostado con frecuencia. Personalmente, me parecen interesantes siempre y cuando aporten algo al título original o supongan una nueva lectura de lo que aquel nos cuenta. De este modo, tenemos remakes que superan claramente a su original, como "La mosca" de David Cronenberg o "La cosa", de John Carpenter. Por otro lado, existen otros remakes que dan una nueva visión al argumento original, como "La guerra de los mundos" de S. Spielberg, "La balada de Narayama", de Shohei Imamura, o "The Ring" de Gore Verbinski. En el otro extremo, tenemos cosas abominables como "Psycho" de Gus Van Sant (creo que es la única película que considero que es una auténtica basura) o el filón que ha encontrado Hollywood en el cine oriental y que parece no tener límites.

"Obsesión" (Wicker Park, Paul McGuigan, 2004) pasa a formar parte del tercer club de los anteriores. Si un espectador cualquiera se acercara a ella sin conocer su procedencia, posiblemente le haría pasar un buen rato. Es un film con buen ritmo, con una trama enrevesada pero atractiva que bebe del cine clásico sin despreciar a una dirección moderna y atractiva. El problema radica cuando se conoce el título en el que se basa, ya que "Obsesión" no aporta absolutamente nada a "L'appartement", más bien todo lo contrario. Todos los aspectos positivos que sitúan a "Obsesión" por encima de cualquier otra propuesta comercial proceden del original. Pero a pesar de hacer uso del plagio sin contemplaciones, sus propias pretensiones (entre ellas, tener el punto de mira en el público adolescente) le obligan a hundirse en el lodo del conservadurismo hollywoodiense.

"L'appartement" (id, Guilles Mimouni, 1996) se podría considerar como una película de finales del s.XX, principios del XXI. Ante la evidenete carencia en los últimos años de guiones contundentes y bien acabados, muchos realizadores se han decantado por dos opciones: dejarse llevar por el mero ejercicio de estilo, casi siempre vacuo, o romper con unas reglas narrativas no escritas, ya sea mediante el uso del flashback como elemento alrededor del cual gira el desarrollo de la película, o mediante el "final twist", vuelta de tuerca hacia el climax que obliga al espectador a replantearse el resto del metraje. Claros ejemplos los podemos extraer rápidamente de Hollywood, con obras como "Memento" o "El sexto sentido". Así construye Gilles Mimouni este film, haciendo uso de un desarrollo clásico salpicado por la constante presencia de flashbacks (ejemplarmente insertados por cierto), conformando una película a modo de rompecabezas, donde poco a poco tanto el público como su protagonista masculino van encajando sus respectivas piezas.

Max (Vincent Cassel) tiene un buen trabajo, una novia preciosa con la que está a punto de comprometerse, y se marcha a Japón a un viaje de negocios. Pero esa noche, cuando se dispone a hacer una llamada desde el restaurante donde se encuentra cenando, cree ver a su ex-novia, Lisa (Monica Bellucci), que le abandonó dos años atrás. Empujado por el deseo de recuperar a un amor y gracias a una pista en forma de la llave de un hotel, se lanza en una apasionada búsqueda.



La primera hora de "L'appartement" es ejemplar, un prodigio de narración con un ritmo implacable y un dominio de la intriga inusitado para un debutante. Abarcando desde el psicodrama, el melodrama y el thriller de misterio, con claros ecos del cine de Hitchcock dada su similitud argumental con "Vertigo" y su homenaje a "Extraños en un tren", el director (y guionista) sitúa al espectador en la misma posición de su protagonista, sin ningún tipo de datos que le hagan adelantarse a éste en su investigación, y consigue empatar sorpresa tras sorpresa. Una vez introducidos en el segundo segmento de la película, pierde algo de punch, tras la presentación de un personaje que será vital como Alice (Romane Bohringer), amiga de Lisa. En este momento, Mimouni opta por desvelar todo el entramado dramático, quizás algo antes de tiempo, y su película se resiente ya que adelanta toda la trama a su audiencia. "L'appartement" terminará configurándose como un brillante ejercicio narrativo, en una historia de desamor, de obsesiones, y de personas insatisfechas con su propia vida. Un largometraje algo olvidado pero que conviene reivindicar como una de las citas más interesantes de la década pasada.

Comparándolo con el original, "Obsesión" simplemente palidece. El casting elegido ya es todo un error y una muestra de a quien va dirigida la película. El papel principal recae en Josh Hartnett, más apático que nunca, que jamás consigue hacernos creer que está dedicando toda su vida a buscar a ese amor perdido. El rol femenino es para la germana Diane Kruger, apenas una cara bonita, pero que no transmite lo enigmático de su papel y se encuentra a millas de la belleza exhuberante de Monica "la mujer perfecta" Bellucci. La peor parte es el actor que ocupa el papel del amigo del protagonista, donde pasamos de la madurez y seriedad del galo Jean-Phillippe Écoffey al histrionismo del inaguantable Mathew Lillard. Solamente podemos salvar a la "Alice norteamericana", Rose Byrne, al nivel de la actriz francesa. La trama es una mera copia, que avanza de manera calcada a lo original, tanto en situaciones como con algunos diálogos. Paul McGuigan realiza la labor que se le exige a un buen artesano, empalmando planos sin mucha lucidez y haciendo uso de un montaje con toques videocliperos que atraiga al público más joven. De esta manera, la conjunción de estos diversos aspectos da como resultado un film perfecto para el público adolescente, a lo que se une la elección de un final ideado por el guionista Brandon Boyce, conservador hasta la médula que se aleja de la ambigüedad y originalidad del climax de la original.


Si tenéis una tarde libre y queréis disfrutar de algo de digestión rápida y que os deje un buen regusto, alquilad "Obsesión". Pero si realmente queréis disfrutar de buen cine, elegid "L'appartement". Eso sí, si ya la habéis visto, ni se os ocurra acercarnos al remake. Es una buena manera de desmitificar a la original, como en muchos otros casos.

Saludos