viernes, julio 29, 2005

Parón vacacional (y "Ordet")

Ante la inminente llegada de unas apreciadas vacaciones, echo el cierre temporal a este blog, que nunca imaginé que tuviera tantas visitas ni que durara tanto. Desde aquí, agradecer a todos los que lo visitais y repasais mis apreciaciones sobre este milagro artístico que es el cine. Espero retomarlo a mi vuelta vacacional, y no niego una posible mini-actualización en algún momento de mi periplo veraniego. Por otro lado, se avista en el horizonte un proyecto más que interesante, en especial para todo buen asianófilo. Habrá novedades...

Por último, la falta de tiempo ha hecho que me fuera imposible redactar la última reseña con la que quería cerrar esta pequeña etapa, que versa sobre el largometraje "Ordet" (La palabra), dirigido por Carl Theodore Dreyer en 1954, y que he tenido la suerte (porque esto ha sido toda una suerte) de disfrutar en una copia restaurada, en V.O. y en una buena sala de cine, gracias a la encomiable iniciativa de Notro Films de reestrenar dos obras de este realizador nórdico.

A los que no hayais visto esta pelicula (aunque decir simplemente que es una película, sería menospreciarla), les digo que no pierdan otro segundo más de su vida y se lancen a por ella, ya sea en el cine, en DVD, gracias al P2P, como sea..."Ordet" es una maravilla, no creo que tenga palabras para describirla. Me faltan los adjetivos para explicar como un ser humano puede, a través del arte, llegar tan cerca de la perfección, y narrarnos un tema tan trascendental de manera tan sencilla y cotidiana. Más allá de ser una película religiosa (que no lo es, pero ni de lejos), "Ordet" es una disgresión sobre el amor, la vida, la muerte, la fe, y la existencia del hombre. Adentrándose en los terrenos de la religión de manera explícita, Dreyer sale totalmente a salvo, sin adoctrinar ni juzgar, simplemente...reflexionando.

Es curioso como, cuando se trata de un film de carácter religioso, las creencias de cada persona moldean la manera de juzgar cada película. Así, a aquellos que se vanaglorian de criticar al catolicismo y a la Iglesia les encanta "La última tentación de Cristo" de Martin Scorsese; los ateos se vuelven locos por "El evangelio según San Mateo" de P.P. Pasolini; y los más fervientes católicos se sienten abrumados ante "La pasión" de Mel Gibson. No es mi interés exponer cuales son mis creencias religiosas (los que me conoceis ya saben de que pie cojeo), simplemente quiero deciros que améis, que es lo realmente importante.

Como deja claro Dreyer en su obra maestra, el amor es la fuerza que todo lo mueve, y la base para cualquier creencia o no creencia; el amor es la verdadera fe. El que quiera que crea, y el que no, que no lo haga. Pero simplemente aprendamos a amar, porque en el amor es donde está el paraíso y donde todos resucitamos. Dreyer parece decir que hay que amar y creer como lo hace un niño, con su bondad, sin reservas, que es como se debe hacer. Ahí radica la clave. Amigos cinéfilos y cinéfagos, les pido que se acerquen a "Ordet" y comprueben, de una vez por todas, lo que es un verdadero Milagro Cinematográfico.



Un saludo, que pronto nos veremos.

miércoles, julio 27, 2005

"L'appartement" (Gilles Mimouni,1996) vs "Obsesión (Paul McGuigan,2004)

Vs


En la mayoría de los debates cinéfilos, el término remake (en alusión a cualquier film en particular) suele ser denostado con frecuencia. Personalmente, me parecen interesantes siempre y cuando aporten algo al título original o supongan una nueva lectura de lo que aquel nos cuenta. De este modo, tenemos remakes que superan claramente a su original, como "La mosca" de David Cronenberg o "La cosa", de John Carpenter. Por otro lado, existen otros remakes que dan una nueva visión al argumento original, como "La guerra de los mundos" de S. Spielberg, "La balada de Narayama", de Shohei Imamura, o "The Ring" de Gore Verbinski. En el otro extremo, tenemos cosas abominables como "Psycho" de Gus Van Sant (creo que es la única película que considero que es una auténtica basura) o el filón que ha encontrado Hollywood en el cine oriental y que parece no tener límites.

"Obsesión" (Wicker Park, Paul McGuigan, 2004) pasa a formar parte del tercer club de los anteriores. Si un espectador cualquiera se acercara a ella sin conocer su procedencia, posiblemente le haría pasar un buen rato. Es un film con buen ritmo, con una trama enrevesada pero atractiva que bebe del cine clásico sin despreciar a una dirección moderna y atractiva. El problema radica cuando se conoce el título en el que se basa, ya que "Obsesión" no aporta absolutamente nada a "L'appartement", más bien todo lo contrario. Todos los aspectos positivos que sitúan a "Obsesión" por encima de cualquier otra propuesta comercial proceden del original. Pero a pesar de hacer uso del plagio sin contemplaciones, sus propias pretensiones (entre ellas, tener el punto de mira en el público adolescente) le obligan a hundirse en el lodo del conservadurismo hollywoodiense.

"L'appartement" (id, Guilles Mimouni, 1996) se podría considerar como una película de finales del s.XX, principios del XXI. Ante la evidenete carencia en los últimos años de guiones contundentes y bien acabados, muchos realizadores se han decantado por dos opciones: dejarse llevar por el mero ejercicio de estilo, casi siempre vacuo, o romper con unas reglas narrativas no escritas, ya sea mediante el uso del flashback como elemento alrededor del cual gira el desarrollo de la película, o mediante el "final twist", vuelta de tuerca hacia el climax que obliga al espectador a replantearse el resto del metraje. Claros ejemplos los podemos extraer rápidamente de Hollywood, con obras como "Memento" o "El sexto sentido". Así construye Gilles Mimouni este film, haciendo uso de un desarrollo clásico salpicado por la constante presencia de flashbacks (ejemplarmente insertados por cierto), conformando una película a modo de rompecabezas, donde poco a poco tanto el público como su protagonista masculino van encajando sus respectivas piezas.

Max (Vincent Cassel) tiene un buen trabajo, una novia preciosa con la que está a punto de comprometerse, y se marcha a Japón a un viaje de negocios. Pero esa noche, cuando se dispone a hacer una llamada desde el restaurante donde se encuentra cenando, cree ver a su ex-novia, Lisa (Monica Bellucci), que le abandonó dos años atrás. Empujado por el deseo de recuperar a un amor y gracias a una pista en forma de la llave de un hotel, se lanza en una apasionada búsqueda.



La primera hora de "L'appartement" es ejemplar, un prodigio de narración con un ritmo implacable y un dominio de la intriga inusitado para un debutante. Abarcando desde el psicodrama, el melodrama y el thriller de misterio, con claros ecos del cine de Hitchcock dada su similitud argumental con "Vertigo" y su homenaje a "Extraños en un tren", el director (y guionista) sitúa al espectador en la misma posición de su protagonista, sin ningún tipo de datos que le hagan adelantarse a éste en su investigación, y consigue empatar sorpresa tras sorpresa. Una vez introducidos en el segundo segmento de la película, pierde algo de punch, tras la presentación de un personaje que será vital como Alice (Romane Bohringer), amiga de Lisa. En este momento, Mimouni opta por desvelar todo el entramado dramático, quizás algo antes de tiempo, y su película se resiente ya que adelanta toda la trama a su audiencia. "L'appartement" terminará configurándose como un brillante ejercicio narrativo, en una historia de desamor, de obsesiones, y de personas insatisfechas con su propia vida. Un largometraje algo olvidado pero que conviene reivindicar como una de las citas más interesantes de la década pasada.

Comparándolo con el original, "Obsesión" simplemente palidece. El casting elegido ya es todo un error y una muestra de a quien va dirigida la película. El papel principal recae en Josh Hartnett, más apático que nunca, que jamás consigue hacernos creer que está dedicando toda su vida a buscar a ese amor perdido. El rol femenino es para la germana Diane Kruger, apenas una cara bonita, pero que no transmite lo enigmático de su papel y se encuentra a millas de la belleza exhuberante de Monica "la mujer perfecta" Bellucci. La peor parte es el actor que ocupa el papel del amigo del protagonista, donde pasamos de la madurez y seriedad del galo Jean-Phillippe Écoffey al histrionismo del inaguantable Mathew Lillard. Solamente podemos salvar a la "Alice norteamericana", Rose Byrne, al nivel de la actriz francesa. La trama es una mera copia, que avanza de manera calcada a lo original, tanto en situaciones como con algunos diálogos. Paul McGuigan realiza la labor que se le exige a un buen artesano, empalmando planos sin mucha lucidez y haciendo uso de un montaje con toques videocliperos que atraiga al público más joven. De esta manera, la conjunción de estos diversos aspectos da como resultado un film perfecto para el público adolescente, a lo que se une la elección de un final ideado por el guionista Brandon Boyce, conservador hasta la médula que se aleja de la ambigüedad y originalidad del climax de la original.


Si tenéis una tarde libre y queréis disfrutar de algo de digestión rápida y que os deje un buen regusto, alquilad "Obsesión". Pero si realmente queréis disfrutar de buen cine, elegid "L'appartement". Eso sí, si ya la habéis visto, ni se os ocurra acercarnos al remake. Es una buena manera de desmitificar a la original, como en muchos otros casos.

Saludos

martes, julio 26, 2005

[Ciclo de Cine Japonés] 2ª Parte

Ligeramente decepcionado tras la primera tanda de películas, a lo que hay que sumar el pobrísimo estado de las copias y los clamorosos fallos de los subtítulos, decidí tomarme este mini-ciclo con más calma y darle prioridad a otros aspectos más importantes. Finalmente pude disfrutar de otros tres largometrajes, de los cuales uno ya lo había visto con anterioridad (caso de "Kairo", obra maestra), pero no podía perder la oportunidad de verlo en pantalla grande. He de decir que el nivel ha subido considerablemente, y mis horas de sueño en la sala se rebajaron considerablemente en comparación con las tres primeras películas..jajaja (es broma :P).

"Kazahana" (id, Shinji Somai, 2000) es la obra póstuma del realizador Shinji Somai, que desgraciadamente nos abandonó al año siguiente debido a un cáncer de pulmón. Tras el amargo sabor de boca de su otra película ("Sube al cielo de Tokyo") hay que decir que "Kazahana" es una obra más pulida, mucho menos delirante sin caer en lo convencional, y en la que se aprecia una más profunda depuración en la dirección, apostando por acercar un poco más los protagonistas a la audiencia, si bien no lo consigue plenamente, aunque tampoco es su objetivo principal. El núcleo dramático de "Kazahana" se construye en base a sus dos protagonistas y al viaje que ambos realizan: Renji Sawaki (Tadanobu Asano) es un joven de buena posición que tras robar una cerveza en una tienda y habiendo levantado un escándalo por ello (1), decide embarcarse en una viaje por carretera junto a Yuriko (Kyoko Koizumi), una joven a la que ha conocido en un club, ya que trabaja de "acompañante".

La dirección de Somai es muy parecida a la de su otra película, en base a largas tomas y a planos-secuencia muy planificados, acompañados de sutiles "travellings" que le dan al film un tono bastante sosegado y reflexivo. A diferencia de "Sube al cielo de Tokyo", en esta ocasión apuesta más por los primeros planos de los protagonistas en un intento de acercarlos más al espectador. A pesar de ello (y como he comentado antes), a Somai no le interesa que la audiencia se sienta identificado con ninguna de ambas figuras, reduciendo al público a la figura del observador lejano. Por otro lado, la disección de ambos protagonistas es excepcional, sin duda lo mejor del film. Renji es un joven que lo tiene casi todo: un gran trabajo y una buena novia pero se siente totalmente insatisfecho con su vida. Se hunde en su adicción al alcohol (su excesivo consumo y su comportamiento desadaptativo en estas situaciones lo evidencia), y la solución a sus problemas de erección no las halla ni en los clubs que frecuenta. En el otro extremo, Yuriko es una joven que ha abandonado a su hija en una pequeña localidad rural tras la muerte de su marido, para labrarse un futuro en Tokio. Frustrada en su intento, ya carece de fuerzas para volver atrás. Tanto Renji como Yuriko se encuentran en un estado casi catatónico, más muertos que vivos, y ese estado de muerte emocional lo intentarán completar con la muerte física en ese viaje hacia la nieve. De esta manera se estructura una atípica "road-movie", que se aleja de los clásicos planteamientos de redención de éstas, para adentrarse en el terreno de la tragedia, de dos personas abocadas al suicidio.

A lo largo de dicho viaje, Somai irá intercalando diversos flashbacks a través de los cuales conoceremos un poco más en profundidad a sus personajes. Aquí radica uno de los puntos flacos del film. El equilibrio entre ambas líneas narrativas no existe, y el interés que despiertan los flashbacks por conocer a estas personas no los tiene el propio viaje, que incluso alcanza cotas algo anodinas. De esta manera, el largometraje sufre de una descompensación que se acrecenta hacia el final, alargado de forma innecesaria. Aún así, "Kazahana" es una cinta plenamente disfrutable, que versa sobre la vida, la muerte, y el hilo tan fino que en ocasiones separa la felicidad de la tragedia.

Las otras dos películas que pude ver se acoplan claramente a las estructuras de un género (la primera dentro del fantástico y la segunda en el terror), si bien son una muestra eficiente de como el propio género puede (y debe) servir para decirnos algo más, y no presentarse per se. "Un verano con fantasmas" (Ijintashi tono natsu, 1988) es una más de la larga lista de títulos de Nobuhiko Obayashi, director todavía en activo y especialista en el cine de género (tiene incluso una trilogía de terror con colegiala macabra de protagonista). Este título es un acercamiento al fantástico desde una perspectiva más ligera y con una buena dosis de drama existencial. Harada (Morio Kazama) es un guionista de T.V. que tras la separación de su mujer, es testigo de como ésta se marcha con su mejor amigo. Al mismo tiempo inicia una historia de amor con una extraña mujer que le impider ver su pecho, e incluso conoce a una pareja a la que visita habitualmente, debido al gran parecido que tienen con sus padres, fallecidos cuando apenas era un niño.

Como es habitual, el elemento fantástico o terrorífico surge de lo disfuncional, de las familias separadas y de los traumas infantiles. Descubrimos que Harada no deja de ser otro salary-man frustrado con su vida, sin capacidad para mantener correctamente una relación sentimental, alejado de su hijo, y anclado emocionalmente en una niñez inexistente debido a la pérdida de sus padres (2). La doble oportunidad que se le presenta al conocer a estas tres personas (la joven y la pareja) le sirve para reconducir su vida y para reflexionar acerca de la felicidad. El elemento de terror aparece en un segundo plano, casi soterrado, en un estado de latencia que apenas se dispara, ni siquiera en las secuencias finales con toque "splatter" incluido. "Un verano con fantasmas" es un buen film fantástico, que adquiere la forma de una fábula, con moraleja final sobre el hecho de que cuantas veces tenemos la felicidad tan cerca y no somos capaces de abrazarla. Y sería mucho mejor película si el director no añadiera un epílogo totalmente anticlimático y sobreexplicativo que dota al film de una pastelosidad de la cual carece durante todo su metraje.

Por último, "Kairo" (id, 2001). Sin infravalorar a los títulos precedentes, "Kairo" se merece por méritos propios un espacio propio que algún día le concederé. La obra de Kiyoshi Kurosawa es una muestra de genialidad creativa y de que existe una alternativa clara al terror nipón, subtipo fantasmas con pelo largo, tan de moda en la actualidad. Como le comenté a mi acompañante, "Kairo" es un film de terror dirigido por un autor, que hace uso del género para presentar un discurso propio y reflexionar sobre aquello que le interesa. Tampoco podría olvidar una conversación acerca del género y de las reglas que he mantenido hasta hace poco con una persona a la que aprecio en demasía. Partiendo de Godard, y citando nombres nipones como Wakamatsu, Miike e incluso Kurosawa, hemos reflexionado (aunque siendo sinceros, él ha aportado bastante mas que yo, jajaja) acerca de partir de un género o de unas reglas, para luego exponer la propia mirada o incluso subvertirlas a placer.



"Kairo" parte de una idea interesante: en Tokio comienzan a darse una serie de desapariciones y de suicidios, sin ningún tipo de relación entre ellos. Sin embargo, surge una clave:la existencia de una perversa página web, que emplaza al internauta a conocer a un auténtico fantasma....

El único aspecto que tiene en común este film con el neokaidan eigaes la presencia del elemento tecnológico como el portal a través del cual el mundo de los muertos se comunica con el de los vivos. Atrayendo a la masa inherte, sentada en plena soledad frente a la pantalla de un ordenador, sin apenas espíritu crítico para discernir con claridad lo que se divisa a través del fondo radioactivo, los muertos acampan en nuestro mundo, convirtiéndonos (si no lo estamos ya) en parte de ellos. Kiyoshi Kurosawa plantea una excepcional alegoría sobre la sociedada moderna y la deshumanización que sufrimos a través del desarrollo tecnológico. Si Tsukamoto ya ahondaba en este aspecto de forma más visceral y directa en su díptico "Tetsuo", Kurosawa hace uso de un estilo más calmado y no solo utiliza el terror como herramiento para reflexionar sobre ello, sino también el género del serial-killer (y ahí tenemos a "Cure" para demostrarlo). Kurosawa transforma el uso del plano-secuencia, desde su utilización debido a las carencias de la producción, hasta conseguir plasmar a través de él, no solo la soledad o el vacío de sus protagonistas, sino también una sensación de inminencia, de apocalipsis cercano en el tiempo.

Los encuadres de "Kairo" se encuentran permanentemente vacíos, y casi siempre se basan en contraponer a la persona humana frente al elemento tecnológico, ya sea un ordenador, un móvil, una fábrica, o un centro recreativo. Sus personajes casi siempre están aislados, ya sea en su habitación o en un colectivo. Si es así, la incomunicación siempre está presente, apenas mantienen contacto visual y les cuesta articular palabra (3). El progreso es capaz de sesgar el elemento emocional y sustituir la comunicación por la soledad, convirtiendo al ser humano en un mero fantasma. El fantasma simplemente quiere hacer partícipe al ser humano de su condición, le advierte que ambos se están tocando con la punta de los dedos. Las formas que adquieren aquellos que mueren son opacas, sin apenas contornos, símbolo inequívoco de la falta de identidad que hay en sus vidas.

"Kairo" es pura metáfora, pero también es terror. "Kairo" advierte sobre un apocalipsis que ya está aquí y que afecta al mundo entero. Y es que todos sabemos que la realidad siempre termina superando a la ficción.

(1) Ya sabéis como son los japoneses con el tema del honor y la familia. Roba una lata de cerveza y casi hay que quemarlo en la hoguera..jeje.
(2) El personaje de Harada presenta no pocos nexos con el protagonista masculino de "Kazahana", prototipos de hombres japoneses que son incapaces de encontrar la felicidad.
(3) Que mejor plano ejemplifica este hecho que aquel en el que los tres amigos se encuentran en una cafetería. El grupo mantiene una conversación pero ninguno de ellos establece contacto visual con sus congéneres.

Un saludo

domingo, julio 24, 2005

[Estreno] "El amor es lo que tiene", de Nigel Cole: sin noticias del amor



Cuando alguien va al cine a ver una comedia romántica hollywoodiense y sale de ella despotricando y poniéndola a parir, muchos lectores pueden preguntarse. Si sabes lo que vas a ver, ¿por qué vas al cine a ver esa película? Bueno, pueden haber dos opciones: la primera es que podría tener un pase de prensa y tener que ir por c******, y la segunda es que tú no elijas la película. Pues bien, mi caso es el segundo. Tengo una excusa.

"El amor es lo que tiene" es el debut en Hollywood del director británico Nigel Cole, realizador que nos había presentado dos comedias dramáticas bastante más interesantes que esta propuesta, como son "Las chicas del calendario" y "El jardín de la alegría". Su primer trabajo en Hollywood se salda con unos resultados muy discretos, en una típica comedia de enredo (con cierto toque de melodrama hacia el final), repleta de buenos sentimientos, y con el fin de sacar una sonrisa al espectador medio que acude a la sala a ver algo de rápida digestión. La película está contada en base a flashbacks, y nos cuenta la relación que surge entre un chico joven y tímido (Ashton Kutcher) y una joven alocada y pasional (Amanda Peet). A pesar de que el amor surge entre ellos, su idilio parece abocado a la separación, y siempre terminan buscando su propio camino para reencontrarse años después.

En favor de "El amor es lo que tiene" hay que decir dos cosas: al menos es una idea original, y no estamos ante el enésimo "remake" o la tan socorrida secuela. El otro aspecto es que, a pesar de su inicio ciertamente desalentador, es capaz de levantar el vuelo y no caer en la vergüenza. Un aspecto que se agradece a los guionistas, que construyen un guión sin florituras, pero que cumple con su función sin llegar al sentimentalismo fácil.



Pero es aquí donde se acaban los puntos positivos. El primer "strike" (si has visto la peli, lo pillarás) es la pareja protagonista. Ashton Kutcher será una cara guapa, seguirá haciendo películas y seguirá saliendo con Demi Moore, pero es un mal actor. Su cara no cambia durante todo el film, y su mirada, mezcla de despiste y bobería, termina siendo cansina. Por otro lado, la prometedora Amanda Peet está totalmente perdida en esta comedia romántica. La química necesaria para este tipo de largometrajes es inexistente y se convierte en el hándicap más importante.

El segundo "strike" deviene en la carencia de un desarrollo de la propia pareja. De hecho, al director este aspecto no parece importarle y prefiere prescindir de las fases de desarrollo mediante una serie de elipsis temporales. Es decir, "El amor es lo que tiene" termina siendo una película construida en base a diversas set-pieces, donde se busca el gag fácil y pocas veces se consigue.

EL tercer "strike" y por tanto la eliminación no proceden más que del aburrimiento del film en sí mismo. A pesar de no ser un refrito como comenté antes, la impersonalidad en la dirección y lo predecible del guión producen buenas dosis de sopor. Su pretendida reflexión sobre el amor y el destino es superflua, y a lo único que puede aspirar es a hacer pasar un rato divertido, cosa que ni siquiera consigue. Para colmo, uno empieza a estar cansado de que en la mayoría de comedias románticas se intente añadir a modo de pastiche trascendental la eterna situación super-romántica, que deberá convertirse en sueños (húmedos) imposibles para toda una generación de parejas. En este caso, la foto que ambos amantes se realizan desnudos frente a la luna (1) no elimina su carácter de postizo, de falta de naturalidad, de búsqueda de un momento ingenioso que permanezca en las retinas.



"El amor es lo que tiene" no es más que el enésimo intento de Hollywood de relanzar la comedia romántica, género en horas bajas, pero aunque se reconoce el intento de ser original mediante el uso de una estructura narrativa a base de flashbacks (2) ,la pobreza del guión, la poca imaginación de los gags y la previsibilidad de todo el conjunto (pareja incluida), echan por tierra cualquier intento de renovación.


(1) Si bien reconozco que el final de dicha secuencia incluye uno de los pocos planos interesantes del film: una toma cenital del vehículo de la pareja donde los vemos a través del cristal haciendo el amor, y que a modo de travelling la cámara se va retirando lentamente, aumentando la sensación de intimidad entre ambos.

(2) Tampoco quiero olvidarme de la exquisita banda sonora de la película, con una buena elección de temas pop, tanto antiguos como más modernos.

Un saludo

viernes, julio 22, 2005

[Novedad DVD] Trilogía Inédita Takeshi Kitano

Hace unos días Filmoteca FNAC, junto a Avalon Productions han puesto a la venta un pack de tres DVD's en formato Digipack que incluyen las tres películas del director nipón Takeshi Kitano que faltaban por editarse en España. Es de alabar esta decisión de Avalon de editar los títulos menos conocidos de Kitano, que incluyen esa auténtica "frikada" que es "Getting Any?". Tras sacar al mercado parte de la obra de autores como Fassbinder, Cassavetes o Jarmusch, le ha tocado el turno al autor japonés.

La presentación del digipack es estupenda así como el diseño de los menús de cada DVD. La calidad de la imagen es buena, pero no excelente, aunque el resto de ediciones de estos títulos tampoco presentan una imagen ejemplar. El mismo caso ocurre con los extras ya que aparte de los respectivos trailers, las clásicas fichas técnicas artísticas y las filmografías, no encontramos nada nuevo. Pero igualmente al comparar con el resto de ediciones, solo encontramos un final alternativo de "Getting Any" en el DVD japonés. Todas las películas respetan formato, pero "Kids Return" es la única que se presenta en formato letterbox, las otras dos incluyen mejora anamórfica. El sonido es éstereo 2.0. El precio del pack es de 29.95 euros, muy económico para ser tres dvd's.

Aquí os dejo un profuso reportaje fotográfico de la edición (algunas capturas de las imágenes de cada película salen un poco estiradas...supongo que no controlo bien el tema de PowerDVD, sorry :P )









Y ahora las capturas de las tres películas:

1) "Escenas en el mar"






2) "Getting Any?"







3) "Kids Return"







Un saludo

miércoles, julio 20, 2005

[Ciclo de Cine Japonés] 1ª Parte


Aprovechando la tarde libre, decidí acercarme al Círculo de Bellas Artes para disfrutar (gratis) de unas cuantas películas de este ya Tercer Ciclo de Cine Japonés Contemporáneo que programa esta fundación. Lo primero que uno aprecia cuando echa un vistazo a la programación es la ausencia de nombres importantes o de grandes títulos. A falta de grandes directores actuales como Shunji Iwai, Kore'eda, Naomi Kawase o incluso Takashi Miike, los menos informados se tenían que contentar con "Kids Return" de Takeshi Kitano o "Kairo", de Kiyoshi Kurosawa, esta última, sin duda el plato fuerte de toda la programación. Aparte de estos dos títulos, destacan la presencia de dos obras del ya fallecido Shinji Somai, un film inédito de Kon Ichikawa (ya les vale programar "Ohan" y no "El arpa birmana"), y otro de Jun Ichikawa, uno de los proclamados discípulos de Ozu, pero del cual encima nos traen una de sus películas más flojas. Y realmente floja fue la tarde de ayer, ya que solo una película colmó las expectativas, y eso sin ser nada del otro mundo.

La tarde se abría con "Tora-San viaja al norte" (Otoko wa tsurai yo: Shiretoko bojo; Yoji Yamada, 1987). Lo primero es que no se puede decir que "Tora-San viaja al norte" sea una mala película, simplemente que su análisis no puede delimitarse a este título en particular, sino como parte de esa larguísima, larguísima saga que es Tora-San. Realmente ya perdí la cuenta pero creo que andan sobre los 47 secuelas a día de hoy, todas ellas con el mismo hilo argumental, Tora-San viajando de ciudad en ciudad, ayudando indirectamente a personas pero sin comerse un rosco en eso del amor. Sí, básicamente, es eso. Y "Tora-san viaja al norte" no puede ser una excepción. Tora regresa a su casa, pero debido a algún que otro problema familiar decide marcharse, llegando a otra ciudad donde conocerá a un veterinario divorciado, incapaz de comunicar su amor a la persona que quiere, y con problemas de relación con una hija que acaba de volver a su hogar. Así se desarrolla un (tele)film evidentemente muy convencional, de personajes unidimensionales y soporífero hasta la muerte. Tora, gracias a su ingenuidad e inocencia conseguirá ayudar a esta pobre familia a reiniciar su vida. Ni siquiera algunos toques argumentales como la desconexión entre las diferentes generaciones o la presencia de dos iconos del cine japonés como Toshiro Mifue o Chisu Ryu consiguen dotar de interés a este largometraje. Ver "Tora-san viaja al norte" solo sirve para al menos decir que has visto un título de esta saga y para reflexionar acerca del aguante de los japoneses para soportar 47 secuelas de este tipo.

Se dice por ahí que Shinji Somai rodó una genial película que se llamó "Typhoon Club", donde analizaba las dudas de un grupo de adolescentes encerradas en un colegio a causa de un tifón. También se dice que era uno de los mejores directores en plasmar como ser joven en una sociedad como la nipona. Pues bien, parece que cuando rodó "Sube al cielo de Tokio" (Tokyo joku irasshaimase, Shinji Somai, 1990) se le olvidó todo esto. Yuu Kamiya es una adolescente con un prometedor futuro como modelo, pero una noche es atropellada al salir de un coche en el que estaba siendo atacada sexualmente por su manager. Una vez en el cielo, convence a una especie de guía/ángel (pero que dice ser un grillo (¿¡?!¡?¡¿) ) para que la permita volver a la tierra. Al volver, llegará a la casa de Fumio, el cual se había encargado de tapar su muerte para evitar un escándalo.

A pesar de lo curioso de su argumento (si bien no deja de tener un tufillo a "El cielo puede esperar"), "Sube al cielo de Tokio" se caracteriza por la indefinición de su propuesta. Por un lado, abraza el fantástico desde una perspectiva muy infantil, pero por otro contiene escenas de un contenido dramático muy fuerte. Sinceramente, una película donde aparece un tipo de 50 años tocándole los pechos a una niña no puede ser apta para menores, pero la balanza no se equilibra con la presencia de secuencias excesivamente infantiles que rompen con el esquema del film. Somai no se aclara entre la historia de amor intergeneracional, la desesperación de una adolescente que debe vivir escondida de la sociedad por miedo a la respuesta de ésta o el retrato ciertamente oscuro de la compañía que intentará sacar beneficios de la muerte de su estrella. Tampoco ayuda mucho la dirección, donde Somai apuesta por planos muy sostenidos y alejados de los protagonistas, como si de algún modo quisiera plasmar su lejanía con respecto a la sociedad. Pero en el fondo lo que causa es aburrimiento. Para colmo, no faltan casi al final unos momentos musicales inolvidables, donde la protagonista nos deleita con una canción que ni Marisol o Joselito en sus mejores tiempos (en fin, al menos el toque jazzístico le da algo más de clase). Por ello los mejores momentos del largometraje son los más psicotrónicos y delirantes, como la secuencia en la que la niña aparece vestida de robot e intenta asesinar a su manager lanzandole una especie de jabalina (¡!), o las escenas que tienen lugar en el cielo, plagado de efectos especiales a la antigua usanza.

La última película de la tarde al menos me reconcilió con las risas dejándome un mejor sabor de boca, sin ser nada del otro mundo por otra parte. "Waterboys" (Shinobu Yaguchi, 2001) es una comedia deportiva de superación personal plagada de humor, cuyo único objetivo es divertir. Es decir, cinematográficamente no aporta nada, sus personajes son planos y no falta la acaramelada historia de amor. Pero contiene algunos de los mejores gags que he visto en mucho tiempo. El argumento es simplón: un grupo de estudiantes con ganas de hacer deporte terminarán formando un equipo de natación sincronizada, y serán pasto de las bromas del resto de compañeros. De esta manera, "Waterboys" une la superación deportiva "a lo Rocky" con la ruptura de estereotipos, ya que nuestro grupo de amigos debe romper las barreras que supone el hecho de practicar un deporte femenino. Con una duración ajustada (90 min.), y una apuesta clara por el gag visual y el humor de brocha gorda, "Waterboys" es la mejor manera de pasar una tarde con los colegas, un largometraje sin preocupaciones ni pretensiones.

Un saludo, y espero seguir informándoos de este ciclo, a pesar de la decepción de esta primera remesa de películas.....pero bueno, al menos es gratis.

martes, julio 19, 2005

[Estreno] "La guerra de los mundos", de Steven Spielberg: la reinvención del "blockbuster"



Unas semanas después de su estreno (algo ya habitual en mi ante la llegada de "los blockbusters") me acerco a "La Guerra de los Mundos", el esperadísimo remake del clásico de ciencia-ficción basado en la novela de H.G. Wells, y dirigido por el cada vez más interesante, Steven Spielberg. Mi interés por este film no es casual, ni fruto de buscar un entretenimiento de 2 horas, sino tras haber sido testigo de la evolución de este gran cineasta a lo largo de sus últimas obras (y en especial desde "Inteligencia Artificial"). Spielberg, que ha sido desde siempre un gran narrador, en la actualidad daba un pequeño giro a sus películas, dotándolas de un look más ambigüo, lejos de sus almibaradas historias de siempre. Desde "Minority Report", pasando por "Atrápame si puedes" y finalizando con "La terminal", aún sin perder varias constantes de su filmografía, sí era posible apreciar un ligero cambio, que debía verse continuado en este, su último trabajo.

Tengo que decir que "La guerra de los mundos" me ha parecido una película impresionante, alejada de los típicos productos de verano y con un trasfondo oscuro y casi terrorífico que se realza tras cada escena del film. Los momentos grandilocuentes de acción, se equilibran con las secuencias familiares de carácter más intimista, una mezcla que supone otra muestra más (y van ya..) del buen hacer de su director, que consigue dotar a las dos horas de metraje de una tensión y un ritmo que apenas decaen en ningún momento, un aspecto que otros muchos realizadores desearían. Sin embargo, a pesar de todos estos datos positivos, el film me ha dejado (dentro del gran nivel general) un regusto algo amargo, por no haber concluido el relato de la forma lógica en que se estaba desarrollando. Utilizando un estúpido símil torero, Spielberg ha tenido al toro muy a mano, con muchas facilidades para conseguir las dos orejas y el rabo, pero desgraciadamente se ha quedado con solo el primer premio, en parte debido al último tercio de esta "guerra de los mundos". Una oportunidad única, que parece haber sacrificado en pos de una postura más acomodaticia.



Pues bien, los primeros minutos de "La Guerra de los Mundos" sirven para presentar al que será su protagonista, un ajustado Tom Cruise (que una vez muerto se apreciarán mucho más sus películas), en el papel de un trabajador de la clase baja americana, divorciado, con dos hijos con los que no se lleva nada bien y en constantes fricciones con su ex-mujer. Spielberg solo necesita unos 10 minutos para sentar las bases de lo que será un auténtico (anti)héroe (1), un personaje muy alejado del típico salvador que aparece en otros largometrajes de esta índole. Tras la breve descripción de sus dos hijos, dará comienzo la invasión alienígena. Desde esta primera secuencia del ataque, ya somos testigos de la magistral dirección de ese genio del 7º Arte. La aparición de los trípodes está rodada desde una tremenda contención, buscando más el terror ante lo desconocido que la simple acumulación de efectos especiales. Donde otros directores hubieran echado mano de miles de planos, CGI a tope y montaje acelerado, Spielberg se permite el lujo de usar tomas de larga duración, apostar por un uso inteligente de los decorados, e incluso terminar con un brutal plano-secuencia (2) que culmina con un Cruise cubierto de polvo, una imagen que recuerda a ese vídeo rodado durante los atentados del 11-S, primera, y no única referencia del film a estos trágicos hechos.

El personaje de Cruise es la viva muestra del pragmatismo. Por encima de consignas heroicas, su única labor consiste en salvarse a sí mismo y a su familia. Para ello, no le importa robar el coche del vecino u olvidarse del resto del mundo, lo importante es su seguridad. En este sentido recuerda al protagonista de "El pianista", ese músico cuya motivación era escapar, y poco le importaba malvivir en una casa derruida sin comida, si esta era la única manera de evitar una muerte segura a manos de los soldados nazis. Spielberg, a lo largo del film, contrapone el personaje de Cruise con uno antagónico, ya sea su propio hijo (mezcla del patriotismo norteamericano tras la infamia sufrida y del despertar hormonal de un adolescente), o con el paranoide interpretado por Tim Robbins. El (anti)héroe "spielbergiano", en una de las escenas más trágicas de toda la película, terminará asesinando al personaje de Robbins, muerte rodada fuera de plano mientras solo contemplamos a su hija (una impresionante Dakota Fanning, por otro lado) cantando una nana. Sin duda un momento muy oscuro del film, y poco complaciente con la comercialidad de la que debería hacer gala.



La invasión alienígena según Spielberg es recreada desde el caos más absoluto. Los extraterrestres, esos fríos trípodes de hierro que solo se dedican a destruir, son el contrapunto al horror colectivo de unos humanos confiados de su posición en el universo. La sensación de desamparo va creciendo a medida que avanza el film, empujada por una serie de secuencias cada cual más terrible: ese avión que choca contra la casa, el tren pasando a toda velocidad envuelto en llamas, los cuerpos de los fallecidos que flotan en el río, la jauría de personas que se abalanzan sobre el coche de los protagonistas, o los momentos de tensión en el ferry. Spielberg logra que cada escena sea más cruel que la anterior, culminando con ese paisaje enrojecido por la sangre y los restos de los humanos, expulsados por los propios trípodes (3).

En cuanto a las similitudes o influencias del 11-S, son muy evidentes más allá del pánico colectivo y de las frases de los hijos achacando a los terroristas la autoría de lo que está sucediendo. Las fotos de los desaparecidos cerca del ferry, la petición para las donaciones de sangre, o esa apocalíptica secuencia en contrapicado en la cual caen diversas vestimentas desde el cielo, resumen el sentir general ante aquella catástrofe, y nos permite el darnos cuenta de que nada de aquello se olvidará jamás.

Otro de los aspectos sobre los que se sustenta "La Guerra de los Mundos" son sus momentos más personales, donde se desarrollan las relaciones entre la familia desmembrada. Afortunadamente, Spielberg los resuelve con menos melodrama que de costumbre, añadiendo incluso gotas de humor (ese padre que termina cantándole a su hija una canción de los Beach Boys (¡!) porque no se sabe ninguna nana), una labor complicada dada la experiencia anterior del realizador y que sirve de balanza a las cuantiosas y espectaculares secuencias de acción. Quizás se pierda algo de ritmo durante la estancia en el sótano de la casa del personaje de Tim Robbins, con un uso del suspense demasiado alargado, y que concluye con la fallida presentación de los alienígenas, ya que habría sido más contundente el mantener en la retina esas frías estructuras de hierro, sin un alma en su interior.

Tras todo lo comentado os preguntaréis, ¿en que falla "La Guerra de los Mundos"? Pues bien, desafortunadamente, Spielberg y sus guionistas David Koepp y Josh Friedman deciden a lo largo del último tercio, elevar a su propio (anti)héroe a la categoría de patriota. No es que sea una opción inválida o poco creíble (recordemos que estamos en el terreno perfecto para estos lucimientos personales), simplemente rompe el esquema lógico del film, donde Cruise es uno más de aquellos que se salvan y jamás adquiere tintes heroicos más que para su familia. Desde el momento en que se hace con una granadas y consigue destrozar el trípode hasta el final en Boston donde descubre el punto débil de los alienígenas, el hilo se rompe e invita a desconectar del ambiente intimista del largometraje. Este hecho, acompañado del revelador climax, echan ligeramente por tierra el trabajo durante el resto del metraje.



Pero en definitiva, y más allá de estos pequeños defectos, el resultado final no debe verse empañado. Spielberg vuelve a reinventar el "blockbuster" veraniego en una película donde vuelve a demostrar su habitual pericia técnica para las escenas de desastres y su capacidad narrativa para contarnos de forma brillante una historia, aderezado por la presentación de un auténtico (anti)héroe y por un toque siniestro, desesperanzador y ciertamente apocalíptico, impropio de un film que puede ser disfrutado por toda la familia. A pesar de los pesares y de las críticas más desafortunadas, Spielberg vuelve a demostrar que es el rey, y continúa madurando película tras película, cosechando buenos resultados y a un ritmo intensísimo de trabajo.

Un saludo

(1)A los que busquen una descripción más detallada y perfeccionista del protagonista, les recuerdo que esto es un "spielberg"; el "bergman" está un post más abajo.
(2) Para plano-secuencia, el que utiliza durante el escape de la familia en coche por la carretera, todo un prodigio técnico.
(3) No me puedo olvidar del estupendo trabajo de un habitual, el fotógrafo Janusz Kaminski, que da a cada imagen un toque de distinción.

domingo, julio 17, 2005

[Retro] "Fresas salvajes", de Ingmar Bergman: La vida a través de la muerte



Se dice que antes de morir uno ve pasar toda su vida por delante de sus ojos, como si fuera una película. De esta manera, la muerte se presenta como otro paso más, como un cambio dentro de la vida en sí misma. No olvidemos que vida y muerte son dos entidades que van unidas, y que una es incapaz de existir sin la presencia de la otra. Igualmente todos nosotros, cuando nos enfrentamos a un acontecimiento que pueda dar un vuelco a nuestra existencia, nos replanteamos ciertas cosas. Ya podemos tener 20, 30 o 70 años, que siempre echamos un vistazo al pasado, a aquello que dejamos atrás, para comprobar si realmente ha valido la pena o si hemos hecho las cosas tal y como hubieramos deseado.

Isak Borg, un anciano de 78 años, afamado médico muy querido por su comunidad ha llegado a ese punto. Debe acudir a la ciudad para que se le haga un homenaje como el gran médico que fue. Aprovechando el viaje físico, Borg se replanteará toda su existencia. Acompañado por la mujer de su hijo visitará la casa de su infancia, conocerá a diversas personas, y a través de los sueños reflexionará acerca de sus decisiones vitales.

"Fresas salvajes", desde un punto estrictamente cinematográfico, es un prodigio de síntesis narrativa. Bergman consigue narrar en apenas 90 minutos el hastío vital de una persona que a pesar de sus éxitos profesionales, se encuentra vacía y su vida está rodeada por la tristeza y la añoranza de los momentos perdidos. Todos y cada uno de los personajes que aparecen a lo largo del metraje tienen un peso específico, un papel fundamental para el desarrollo del protagonista. Así, los dos jóvenes junto a la chica ejemplifican la juventud, la alegría del vivir, el desparpajo de aquellos que ven a la muerte como una utopía, y que se muestran en total disonancia con el carácter frío, distante y decadente de Borg. La joven pareja de la gasolinera demuestra que Borg fue un gran hombre para la comunidad, y hace dudar de cual era su verdadero yo, de en que momentos se ponía su máscara. Por último, el matrimonio de mediana edad cuyo coche embiste al del protagonista, analizados a posteriori, son el espejo de la relación de Borg con su difunta esposa y del futuro del matrimonio de su propio hijo junto a su esposa.



Otra de las características que elevan a "Fresas Salvajes" a la condición de obra maestra es la presencia de los sueños, esbozados por Bergman a modo casi de pesadilla terrorífica. Como bien dice el propio Borg, "los sueños le dicen cosas que sería incapaz de oír si estuviera despierto": el miedo constante a la muerte, la incapacidad para afrontar los hechos más hirientes de su vida, o el temor a no haber sido una buena persona le persiguen hasta que el inconsciente se esconde tras el despertar.

"Fresas Salvajes" tampoco sería lo que es sin la presencia de Victor Sjostrom en el papel de Borg. Su mirada cansada o sus andares pesados son la prueba de una personalidad aislada, de un hombre cuyos logros sociales no han podido paliar sus fracasos emocionales. Esa frustrada historia de amor con su prima, su gélida relación con su esposa (manifestación subconsciente de su relación con su madre), o el alejamiento que sufre de su hijo son los problemas que asaltan su mente, ya sea en plena conciencia o a través de sus sueños.

Finalmente, y cual Charles Foster Kane, Borg regresa a su "Rosebud particular", a su infancia. Porque la infancia es el período más hermoso de nuestras vidas, aquel en el cual nada nos preocupa, donde únicamente vivimos, y en el cual las dudas existenciales no tienen cabida. Sin embargo, el último plano es revelador. ¿Acaso sigue estando tan solo y alejado Borg de aquellos a los que ama? ¿No hay espacio para la redención en nuestras vidas? Bergman rueda un final tan bello como abierto, sembrando la duda en el espectador. "Fresas salvajes" es, en definitiva, toda una reflexión acerca no solo de la vejez, sino también de como afrontar los cambios y las dificultades en nuestra vida. Bergman configura de forma implícita un manual de como vivir, luchando por la felicidad en cada momento, para evitar la nostalgia de un pasado que pueda tornarse en una horrible pesadilla. "Fresas salvajes" es, simplemente, un manual de instrucciones de la vida partiendo de la muerte.

Un saludo

sábado, julio 16, 2005

[Hollywood] "Cellular", de David Ellis: I Love L.A......



Ahhh, me encanta Hollywood, me encanta la serie B, y me encantan las películas que hacen que me reconcilie con el cine de evasión puro y duro, sin más motivos que divertir y hacer pasar un buen rato. Ahhh, por eso me gusta "Cellular".

Hay que ser justo y decir que la premisa argumental de "Cellular" es cuanto menos interesante, si bien su desarrollo es, ante todo, totalmente inverosímil. Pero de algún modo funciona perfectamente como ejercicio de relax y divertimento. El inicio del film es el que siempre debería tener una buena película de evasión: directo y contudente, con pocos resquicios para aquello que no sea la diversión. De esta manera, en el minuto 5 de este largometraje ya se coloca al espectador ante una situación límite, y lo único que queda es esperar a que los guionistas vayan uniendo los diferentes cabos sueltos. Kim Basinger es una madre de familia que es secuestrada por unos desconocidos y encerrada en un cobertizo. Allí descubre un teléfono y como es profesora de biología en un instituto, logra arreglarlo para efectuar una llamada. Logrará comunicarse con un móvil de un joven guapo y "cachas" (Chris Evans), y le pide que le ayude. Y ya está. Luego entrará en juego un policía interpretado por William H. Macy, y la trama se irá complicando a medida que avanza el metraje.

Y poco más. Porque difícilmente podríamos decir que "Cellular" tiene otro mensaje que ofrecernos, por mucho que le busquemos cosas como la existencia del azar como conector de los hechos en nuestras vidas (jajaja, no me lo creo ni yo). Aunque sí podemos decir algo, y es la apología que realiza acerca del teléfono móvil como un instrumento vital en nuestras vidas. Después de ver esta película, podemos estar seguros estimados lectores, que el móvil (y si es Nokia, mejor) puede salvar incluso tu vida. Me encanta comprobar como estos largometrajes no se podían haber rodado hace un par de años.



Pero lo mejor de un título como éste es su total y absoluta falta de pretensiones. No hay más que ver al casting para darse cuenta. Tenemos a una muy desmejorada Kim Basinger, a un auténtico showman como Chris Evans, y a un William H. Macy que parece autoparodiarse en éste producto de carácter alimenticio. Y es que, ¿que película que se tome en serio puede presentar una situación de tensión mientras el protagonista busca a un niño que se llama Ricky Martin (sic)? Pues eso, ninguna.

Así que "Cellular" no tiene otra razón de existir que el de conseguir divertirnos durante sus escasos 90 minutos, y prueba doy de que lo consigue. Su dirección eficaz, su ritmo frenético y su conjunto de situaciones, no por inverosímiles menos divertidas, dotan al film de un aroma de cine palomitero total, pero plenamente disfrutable y que jamás insultan al espectador. Una película muy recomendable para disfrutar en el intermedio de una sesión de cine de Dreyer.

Un saludo

jueves, julio 14, 2005

Entrevista a Takashi Miike en midnighteye (2ª parte)

Aquí os dejo la segunda parte de la entrevista a Miike. Menudo crack!!!




TM: En “Visitor Q” y “Family”, trabajó con el vídeo digital. ¿Se divirtió trabajando con este formato? ¿Fue algo distinto para usted? ¿Técnica o artísticamente?

Estas dos películas fueron realizadas desde una aproximación algo distinta a la habitual. La intención original era distribuirlas a través del mercado del vídeo, para lo que se requiere un presupuesto muy bajo. “Visitor Q” manejaba un presupuesto de unos siete millones de yenes (sobre los 70.000 dólares) y se rodó en apenas una semana. Afortunadamente, ambas películas llegaron a las salas de cine, así que se puede decir que eran largometrajes para el cine, y no solo para el mercado del vídeo. Pero originalmente, se concibieron así, y esa es la causa de su bajísimo presupuesto.

De todos modos, mi caso es muy distinto al de “Bailar en la oscuridad” (Lars von Trier). Ellos se atrevieron a usar vídeo digital para hacer una película de gran presupuesto. Esta es la diferencia básica. En general, cuando se usa el vídeo digital, podemos captar un ambiente cotidiano, los aspectos más mundanos. Es como un trozo de la vida real. Pero en mi caso, no es que yo tenga la intención de rodar de ese modo, sino que no tengo el presupuesto suficiente para hacer algo más grande.

Me gustan los 35mm ampliados desde 16mm. No me gustan los 35mm en sí mismos. Supongo que depende de si una persona prefiere el pastel o la pintura al óleo, y para mí, rodar en 35mm hace muy complicado el conseguir el tipo de imagen que me gusta. He de considerar un gran número de aspectos para conseguirlo. Mientras que en vídeo digital, la imagen que consigo con ello no está muy lejos de lo que pretendo. Creo que el rollo ese de primera clase no es mi tipo precisamente. Tengo la impresión de que en el extranjero mis películas en 16mm gustan más que las que hago en 35mm. En particular aquellas que hago con un presupuesto muy bajo y con tiempo limitado.

TM: ¿Qué tipo de cámara usó para rodar “Family”?

Usé una Sony VX 1000 que puedes comprar en cualquier tienda de electrónica.

TM: Me gustaría que habláramos sobre sus influencias. ¿Cuánto han influido en usted, aquellos cineastas para los que ha trabajado como asistente de dirección?

Sería incapaz de decir que cosa aprendí de cada director con el que trabajé. Son todos muy distintos. Ser un director de cine, la forma de dirigir y de usar el presupuesto es diferente para cada uno de ellos. Pero en el fondo, todos realizan lo mismo, películas. Por otro lado, me gustaría deshacerme de las cosas que estudié en el set siendo un asistente. Eliminar las pautas que se deben seguir para realizar una buena película, o incluso las ideas de tener que rodar de una cierta manera para lograr un film “de verdad”.

Para Shohei Imamura, hacer una película era como un modo de vida. Él creó su propia productora y buscó el presupuesto de sus films a su manera, en vez de esperar que alguien se lo ofreciera. Esta determinación e independencia brillan cuando ves sus películas. Yo, por otro lado, hago la película que me ofrecen con el dinero de otra persona. Como estoy en esta situación, tengo que considerar cada elemento por separado a la hora de rodar un largometraje. Por ejemplo, si la escena que rodamos hoy aquí en Kyoto la hubiéramos hecho en Tokio, habríamos obtenido un resultado algo diferente.

KS: Hasta el momento, has dirigido las películas que te han ofrecido, incluyendo esas secuelas que no crees que se deban hacer. Pero ahora te estás haciendo famoso…

No, no. No demasiado (risas).

KS: ¿Tienes alguna necesidad de cambiar tu actitud, como empezar a hacer las películas que realmente quieres?

No. Incluso antes, nunca he hecho una película que no quisiera realizar. La cuestión es por qué rechazar una oferta que puede ser una oportunidad para ti. De esta forma, como no me planteo si tal proyecto encaja conmigo o no, no encuentro una razón para rechazarlo. Entonces, incluso cuando he dirigido muchas películas de yakuzas, y alguien me ofrece realizar otra, ¿Por qué he de pensar que un film de yakuzas debe ser distinto de una película romántica? En un largometraje de yakuzas también existe la posibilidad de crear una historia de amor. Hay tantos elementos que pueden caber en esta clase de películas; porque para un yakuza es posible tener una relación de amor puro

Mi postura es no rechazar ninguna oferta, pero sí que me planteo de forma cuidadosa como llevaré a cabo cada proyecto. Creo que hay dos tipos de director. El primero es aquel que se cuida mucho y elige el proyecto que encaje con él, el cual desea realizar, y lo dirige de manera muy precisa. El segundo hace una cosa tras la otra, y no tiene miedo de cambiar. Este tipo evoluciona de forma natural a medida que rueda una película tras otra. Yo pertenezco a esta segunda clase, pero no es mi intención trabajar tanto. De hecho, cuando era asistente de dirección, trabajaba tan duro que se convirtió en una rutina.



KS: ¿Así que no te importa tener un calendario tan apretado a la hora de rodar una película?

Claro que es duro, pero una vez te acostumbras, tener más tiempo y más margen significa que puedes hacer mejor las cosas. Pero vamos, seguramente desperdiciaría tanto tiempo durmiendo o divirtiéndome (risas).

KS: ¿No crees que de seguir este ritmo de trabajo, puedas llegar a desgastarte pronto?

No, y no es una cuestión de trabajar de forma rápida o lenta. Puede ocurrir que si trabajas de forma pausada, te puedas quemar también. Todo depende de la fuerza y la tensión. Por supuesto que un día, todos nos debilitaremos, eso hay que entenderlo y reconocerlo. Pero no pienso que trabajar tan duro me desgaste. Muchas personas me hacen la misma pregunta, así que debo ser consciente de ello. Esto me da una buena dosis de presión y de algún modo me motiva.

Tenemos que convertir las cosas negativas en positivas. Actualmente, en la industria del cine en Japón, siempre se dice que no tenemos suficiente dinero, o que la gente no irá a ver tus películas. Pero también podemos afrontarlo de forma positiva, pensando que si el público no irá al cine, podemos hacer las películas que queramos. Después de todo, no importa que clase de películas hagas ya que nunca será un éxito, así que podemos hacer algo atrevido o desafiante. Hay muchos actores y equipos con talento, pero la mayoría de largometrajes japoneses no son interesantes. Muchas de estas películas son hechas con la base de cómo debería ser una película japonesa. Algunos trabajos parecen buscar algo de riesgo y romper con estas expectativas, pero yo creo que deberíamos romperlas totalmente.

TM: ¿Cuánto te ha influido el cine de Seijun Suzuki? Su forma de dirigir tiene elementos en común con la tuya.

De hecho no estoy muy familiarizado con sus películas. Yo simplemente entré en este mundo, no estudié cine. Cuando asistí a la Academia de las Artes Visuales de Yokohama (una escuela privada de cine creada por Shohei Imamura), entré porque no se realizaban ningún tipo de pruebas a los nuevos asistentes. En aquel momento no quería ser un adulto, no me apetecía trabajar y sabía que no iba a entrar en la universidad, así que fui allí. Además, vivía en Osaka e ir a Yokohama significaba que podía abandonar la casa de mis padres.

Pero sobre todo, mis influencias cinéfilas proceden de mi niñez, como las películas de Bruce Lee. No conocía mucho a Seijun Suzuki porque en mi generación ser un fan de sus obras quería decir que eras muy cinéfilo. Además sus películas eran muy difíciles de ver en los cines. Ahora es que he podido ver varias y me gustan, así que si piensas que tenemos cosas en común, eso me pone contento. Es que sus obras son muy particulares.

KS: Suzuki también fue un rebelde en aquel período. Me recuerda a usted.

Umm. En aquella época, finales de los 60, principios de los 70, los estudios realizaban packs de películas. Es un sistema singular, donde ellos preparan tres largometrajes de tres directores diferentes en unos diez días, usando siempre el mismo set. Se seguía una jerarquía en importancia entre los directores, donde aquel con más categoría tenía que utilizar a un actor estrella y su película debía ser un éxito. La tercera película era la menos importante para el estudio, pero curiosamente terminaba siendo la más interesante de las tres, porque a nadie le importaba lo que hacía ese realizador.

Por ejemplo, los trabajos de Yukio Noda son mucho más interesantes que la mayoría de los films en la actualidad. Sus películas son muy contemporáneas. Pero en su momento, fueron escandalosas debido a lo inusual de sus propuestas. Quizás a directores como éstos no les importaba que los despidieran. Eran simples empleados y pertenecían al sindicato dentro de la compañía, así que era muy difícil que los estudios los despidieran. Esa era una razón por la cual podían hacer lo que quisieran.

¿Sería la cosa diferente si Seijun Suzuki fuera un joven recién llegado hoy en día? No lo sé. La industria en la actualidad se ha vuelto más y más conservadora. Incluso los directores independientes tienen tendencia a volverse conservadores. Cada vez más intentan complacer al público para minimizar el riesgo de un posible fracaso. Sus películas están hechas con oficio, como las de un buen estudiante. Ellos saben como hablar con sus productores. Al final, no despiertan el más mínimo interés.



TM: ¿Qué nos cuenta acerca de Bruce Lee? ¿Cómo te influyó?

Cuando vi sus películas, en particular “Operación Dragón”, tenía unos 13 años. En aquel momento la economía de Japón estaba creciendo, pero el país no estaba tan abierto al resto del mundo. Yo vivía en Osaka y nunca vi a ningún extranjero. Bruce Lee no es un tipo guapo, ni siquiera un buen actor, él es bueno en la acción, pero esa acción es más heroica que bella. Con esas características él llegó a Hollywood y tuvo mucho éxito. Él tenía siempre el papel principal, a pesar de que la película era considerada como serie B. Este hecho me sorprendió y me pareció impresionante. Bruce Lee era asiático, pero molaba. Comprendí que no era una cuestión de donde vienes, sino de cómo eres.

Así que Bruce Lee tuvo una gran influencia sobre mi generación. Algunos de nosotros empezamos a estudiar karate por él. Él poseía un aura dramática, también porque falleció en el momento más álgido de su carrera. De esta manera, fue un ídolo tan carismático como pasajero.

KS: ¿Por qué te convertiste en director de cine?

Porque no tenía otra opción. Yo soñaba con convertirme en un piloto de motorbikes porque me encantaban. Creo que cualquiera puede llegar a ser un realizador, sobre todo si tienes dinero. Incluso Haruki Kadokawa podría ser director. Convertirse en un músico famoso también es una buena manera de llegar a ser un director, y tienes a Takeshi Kitano, que se hizo famoso como comediante y luego se ha pasado a la dirección, y esta fama te da mucha libertad. Hay tantas formas de conseguirlo. Si usamos una escala de 1 a 10 para el talento, alguien con puntuación de 10 es un director con talento, pero alguien con puntuación de 1 también puede ser un director si tiene el talento suficiente para conseguir buenos contactos.

En las carreras de motorbikes, por ejemplo, el ganador siempre tiene un gran talento. Incluso si entrenamos mucho, no podremos derrotarle. Admiro a ese mundo. Pero yo no tuve esa oportunidad. Nunca pensé en convertirme en un director. Siempre creía que la profesión de un director de cine estaba hecha para gente inteligente (sic).

KS: Quizás el hecho de dirigir es una manera de conseguir que la adrenalina fluya, al igual que en una carrera de motorbikes.

Es posible, pero a menudo me pongo muy nervioso porque no consigo encontrar la energía o la fuerza en mi interior. No es algo que uno pueda controlar. A veces te llega cuando escuchas tu canción favorita o cuando abro un libro, de repente. Suelo esperar esta clase de momentos. Creo en la naturaleza de las cosas.

Un saludo y espero que hayais conocido algo más a uno de los directores mas "personales" de la actualidad..jejeje

martes, julio 12, 2005

[Asian Connection] "Ringu 2", de Hideo Nakata: la secuela fallida



Aprovecho un espacio entre las dos partes de la entrevista a Takashi Miike para comentar un film de terror, dado que desde el jueves pasado he comenzado con un mini-ciclo de terror asiático por las noches, con el fin tanto de descubrir nuevas cosas como de revisitar pelis olvidadas. Y para ello, que mejor manera de comenzar con la secuela del mito, la continuación "natural" del título que ha vuelto a revitalizar este género. Hay que decir que "Ringu 2" no es la primera secuela de "Ringu". Durante el estreno de la cinta original, la productora preparó una de las ya clásicas sesiones doble, donde se incluía también "Rasen:the spiral", especie de secuela dirigida por Jôji Iida y basada en la siguiente novela de Koji Suzuki (los que han leído la novela dicen que se asemeja más que el film de Nakata). "Rasen" fue denostada por el público, e incluso a Nakata le disgustó tanto que decidió dirigir él mismo una nueva versión.

Pues bien, centrándonos ya en el título que nos ocupa, hay que decir que "Ringu 2" se puede considerar casi más como una secuela explicativa, ya que maneja no solo los mismos personajes que la primera, sino incluso los mismos escenarios. Ver este film sin haber disfrutado antes de "Ringu" carece de sentido, ya que los neófitos pueden verse superados ante unos flashbacks que no entienden o ante el regreso de los protagonistas de esta secuela a los lugares de la primera parte, como las casas de los protagonistas o la isla donde creció Sadako.



"Ringu 2" da inicio justo una semana después de la desaparición de la periodista Reiko junto a su hijo Yoichi y la muerte de su ex-marido, Ryuji. A pesar de que hay varios personajes que se encargan de hacer avanzar la acción, la protagonista es Mai, la ayudante-novia de Ryuji, que solo aparece durante unos instantes en la película original, y que parece poseer también los poderes psíquicos de éste. Y aquí empiezan los problemas. Mai intentará dar con la periodista y con su hijo, mientras investiga junto a otro reportero el origen de Sadako.

Es necesario decir que los primeros 20 minutos de "Ringu 2" son un ejemplo de como comenzar una secuela. Sus personajes son perfectamente presentados, la trama tiene un sentido y la narración se desarrolla de manera fluida y creíble. Nakata recurre a otro personaje de la primera parte, a la amiga de Tomoko, recluida en un hospital psiquiátrico tras haber presenciado la muerte de su amiga. Pero a partir de la llegada de este personaje y del encuentro de Mai con Reiko y su hijo, el film se le va de las manos a Nakata.

Uno de los puntos fuertes de "Ringu" era la fortaleza de su guión, aderezado con un cierto toque paranormal muy del gusto nipón (1), pero que nunca se olvidaba del espectador ni ponía en imagen secuencias absurdas o poco creíbles, narrativamente hablando por supuesto. Es decir, para adaptarse a un género tan arbitrario a veces como es el terror, "Ringu" hacía gala de un guión muy sólido. Es en este aspecto donde "Ringu 2" naufraga. En esta ocasión, todos los personajes parecen tener poderes paranormales, y los hechos se conectan de forma azarosa a causa de esta capacidad. Es obvio que no vamos a exigir una credibilidad a este tipo de películas, pero sí al menos que sus acontecimientos estén enlazados con coherencia. Pero no, en este film lo paranormal y las explicaciones científicas siempre chocan y perjudican al resto del metraje. Nakata introduce la figura de un doctor cuyas explicaciones son siempre muy vagas (2), y la profusión de argumentaciones no hace sino confundir al espectador que lo único que quiere es pasar miedo. Los constantes flashbacks o incluso apariciones de personajes como Ryuji carecen de sentido. Así que el espectador nunca sabe lo que pasa, ni por qué pasa, y solamente espera que salga Sadako del pozo y le de un buen susto.



Y es que "Ringu 2" parece funcionar a la inversa de los típicos films de terror. Si en la mayoría de estos, el espectador pide más momentos de relax, donde se pueda profundizar en la trama, en "Ringu 2" se pide más momentos de terror, conscientes de la extraordinaria capacidad de Nakata para construir estas secuencias. Es más, el personaje de Sadako parece desaprovechado, a pesar de que Nakata vuelve a racionar sus apariciones y lo guarda (al igual en que su primera parte) para el climax (3). El director nipón dirige con maestría a la par que sobriedad las escasas secuencias de terror, consiguiendo momentos tremendamente escalofriantes, como la escena que transcurre en el hospital mental o aquella donde aparece la madre de Sadako frente al espejo mientras la niña se le acerca sigilosamente.

En resumen, "Ringu 2" no cumple con las expectativas que promete en sus inicios, y, aún teniendo momentos de auténtico pavor, carece de un guión estable, que naufraga en su intento de proporcionar explicaciones coherentes. A pesar de ello, debe convertirse en un título imprescindible para los seguidores de la saga, con el fin de seguir los pasos de ese auténtico icono del horror moderno que es Sadako.


(1) Toque paranormal que fue suprimido en el remake norteamericano.
(2) Se comenta que Nakata exageró estas explicaciones científicas como forma de parodia de "Rasen", que tonteaba con la ciencia para explicar el mito de Sadako.
(3) Aparece, sin embargo, un error muy grave: Sadako habla, con lo que se elimina parte de su carácter omnipotente y maléfico.

Un saludo

lunes, julio 11, 2005

Entrevista a Takashi Miike en midnighteye (1ª parte)

Finalmente he traducido la entrevista realizada a Takashi Miike en el 2001 durante el rodaje de "The Happiness of the Katakuris". A pesar de su antigüedad, es bastante interesante. Espero que la disfrutéis, y la cuelgo en dos partes ya que es bastante intensa. La entrevista original la realizó Tom Mes, el creador de la página de midnighteye.




Takashi Miike no volverá a necesitar una presentación. Su repentino ascenso a la fama a lo largo del año 2000, cuando películas como “Dead or Alive” o “Audition” llegaron a festivales internacionales provocando diversos shocks en la audiencia, es la prueba del impacto de su extraordinario trabajo. Miike es de una rara estirpe: un realizador original y con una visión única de su arte y del mundo. Ha caminado en la cuerda floja entre lo artístico y lo pragmático durante casi diez años sin apenas un paso en falso, una proeza inimaginable considerando que ha dirigido más de 45 películas.

TM: Durante el pasado año especialmente fuera de Japón, has sido más conocido. ¿Ha cambiado algo para ti en Japón como resultado de esto? Por ejemplo, ¿estás recibiendo más ofertas para dirigir?

Estoy feliz de que mis películas sean más conocidas debido a su inclusión en diversos festivales internacionales. De esta manera me doy cuenta que también existe un mundo más allá de Japón. Para mí, es una ocasión para conocer nuevas personas y experimentar directamente la respuesta del público extranjero antes mis largometrajes. Pero como director, mi postura hacia la forma de hacer películas no ha cambiado. Creo que de ningún modo es bueno cambiar como persona.

TM: Escuché que Ryu Murakami se mostró muy contento con su adaptación de “Audition”. De hecho, él quiere que usted dirija la versión cinematográfica de su novela “Coin Locker Babies”. ¿Se hará realidad este proyecto?

Estoy intentando que salga adelante. Creo que la historia es perfecta para ser llevada al cine, pero es un proyecto difícil de llevar a cabo en la actualidad en la industria japonesa porque el presupuesto puede ser un poco elevado. Si la distribuimos solo en Japón, no se obtendrán beneficios. Hacer una película es un asunto delicado, porque en la industria del cine de Japón para conseguir un buen presupuesto necesitamos rodar un film de ciencia-ficción o algo que contenga buenas dosis de espectacularidad. Pero esta historia trata esencialmente de dos chicos. Los estudios japoneses no quieren gastar mucho dinero en lo que ellos creen que es un simple drama. A pesar de ello soy positivo, e intento pensar ahora como afrontar este problema.

TM: Se podría decir que “Audition” es uno de sus pocos films de terror. Pero tus trabajos para la televisión se centran en este género, ¿por qué esta diferencia?

Para mí, “Audition” no es terror. Al menos no hay ningún monstruo, no hay nada sobrenatural. Es la historia sobre una chica cuyos sentimientos son un poco extraños, pero que no es imposible entenderla. Ella solo busca a una persona que la ame y que esté a su lado. Ella no comete un gran crimen, solamente le corta los pies a un tipo. Pero cuando leí la novela, estaba realmente acongojado, me parecía tan real. Entre ambos personajes no existe un conflicto. Ellos se conocen brevemente durante la audición, pero este corto incidente puede cambiar completamente la vida de una persona.

Me divierte poner esta clase de cosas en mis películas. Acentué un poco más la sensación de horror. En los largometrajes de terror, creemos que el elemento terrorífico es un aspecto especial que no existe en la vida real y por eso lo disfrutamos solo en la sala de cine. Pero en la vida también existen cosas terroríficas y son llevadas a cabo por los seres humanos. Todas las personas lo llevamos dentro. De esta manera, filmando a los seres humanos la película adquiere de forma natural un tono de terror (sic).

TM: ¿Entonces, no piensas en realizar films de género?

No me importa el género en absoluto. Mis películas son categorizadas formando parte de un cierto tipo de género. Pero en cuanto a mi, no ruedo una película pensando sobre la categoría a la cual pertenece. Si el actor cambia, el ambiente del film cambia también. Por ejemplo, si en “Audition” la actriz principal no hubiera sido Eihi Shiina, el film habría sido diferente. Ella sonríe mientras está cortando el pie, y como resultado ese momento se convierte en algo terrorífico. Si otra actriz lo hubiera realizado de manera seria y brusca, no existiría ese momento de terror. Esa clase de ambiente depende tanto del casting como del equipo de trabajo escogido. Es como el destino, y a mí me gusta usar el destino como ventaja. Creo que es la única manera de hacer una película, así que no cambio a los actores ya que la película también cambiaría.

Cuando conozco a una persona, imagino como es. La forma de dirigir a esa persona procede de la impresión que tengo. Quizás mi impresión no sea la correcta sobre su personalidad real, pero esto no está relacionado con la película en sí. Durante el proceso mediante el cual conozco a alguien, construyo desde mi perspectiva el personaje que realizarán, y les doy unas pautas basándome en esa perspectiva.



TM: Siempre he pensado que “The City of Lost Souls era muy representativa en cuanto a la temática de tus películas, debido a la mezcla de las distintas nacionalidades de los personajes en el film. Muchas de tus obras focalizan su interés en las diferentes culturas que conviven en Japón. ¿Es esto un aspecto que te interese particularmente en la vida real?

Los japoneses, sobre todo si vivimos en Japón, estamos siempre moviéndonos. Especialmente yo. Mi familia es originaria de Kumamoto en South Kyushu. Cuando Japón fue derrotado en la 2ª Guerra Mundial, mi abuela estaba en Corea. Al regresar, se marchó a vivir en otro pueblo de Japón. Entonces, a partir de mi abuela, mi familia nunca ha vivido en Kumamoto. Yo crecí en Osaka, pero por una razón siento que Osaka no es mi hogar. Siempre he sentido que soy alguien errante, que no tengo un lugar de origen al que pueda regresar. El hecho de retratar a estas personas en mis películas es algo natural para mí, incluso en las historias de yakuzas. Así que no es una intensión específica mostrarlos de esa manera. He dirigido un número de películas de yakuzas en las cuales aparecen este tipo de personajes, y por ello me ofrecieron adaptar “The City of Lost Souls”. El libro encajaba conmigo. Finalmente, tras decidir que la iba a dirigir decidí conocer a su autor, Hase Seishu.

Creo que soy un artesano, y no un autor. Al no tener una base fija, mi aproximación hacia la filmación de cada película cambie, y me aporta cosas diferentes. Quizás puedas entenderlo después de ser testigo del rodaje de hoy. En esta ocasión estuvimos rodando en Kyoto con un equipo cuya mitad de personal procedía de Kyoto y la otra mitad de Tokio, en un estudio tradicional con un set antiguo. Desmantelamos el set de rodaje, colocamos una pantalla azul junto a una cámara digital de alta definición, que es la misma que George Lucas usó en el Episodio II, y pusimos una pista para la dolly en el tatami. Este tipo de mezcla es realmente rara. Es posible que el público joven o el de otros países no entiendan por qué es extraño, pero eso no importa. Para mí, esta mezcla tan inusual es muy interesante. Creo que este es el estilo de un artesano. Me siento muy satisfecho de que pueda hacer las cosas que quiero hacer.

Obviamente no tener que trabajar tan duro es mejor, pero a pesar de las dificultades me divierto mucho mientras ruedo una película, y también para que el resultado entretenga al público. Es lo mínimo que se puede pedir, que uno se divierta. Cualquier otra cosa depende de si el director tenga talento.


KS: Entonces, usted no piensa en el público, ¿no piensa en aquello que pueda hacerle feliz?

No, no lo hago porque para mí no hay modo de saberlo. Intentar pensar que es lo que puede ser entretenido es una costumbre muy japonesa. La gente que piensa de esta forma es anticuada. Ellos tienen a la audiencia como a una masa, pero de hecho, cada persona del público es distinta. Así que el entretenimiento para todos no existe. Quizás existió antes, como la serie de Tora-san, pero cuando Kiyoshi Atsumi (su protagonista) murió, terminó de repente. Esta clase de películas que son capaces de divertir a todo el mundo ya no existen.

KS: Da la impresión de que usted no tuviera reglas. Creo que este hecho se relaciona con que usted se considere a si mismo como un artesano.

Es posible. Yo no construyo mis propias reglas. No estudié lo suficiente para hacerlas. Soy demasiado tonto (risas). Llevo toda mi vida haciendo películas, y tengo que divertirme. Incluso en las ocasiones en que tenemos un tiempo muy limitado para el rodaje, uno disfruta. Por supuesto que siempre me planteo si la película tendrá éxito tras su estreno. Es genial cuando como resultado de toda la diversión del proceso de filmación, una película tiene éxito.

TM: Usted fue uno de los invitados al proyecto conjunto de Wayne Wang y Francis Ford Coppola, “Chrome Dragon”. ¿Qué ocurrió con ello?

Creo que el proyecto se inició hace unos seis años. Iba a ser una serie de seis películas, pero solo se rodó una, en Hawai y con un director chino. Su resultado fue muy distinto al que ellos imaginaron. Buscaban un tipo de película asiática, pero que se basaba en la visión que ellos tenían de lo que es Asia. Era una especie de visión norteamericana, porque la compañía tenía su sede en San Francisco. Gente de Norteamérica pensando en un estilo asiático. En mi caso, me pidieron que me uniera hace unos tres años. Escribí un guión y se lo presenté, pero tras la primera película, el proyecto se detuvo, así que nunca recibí una respuesta.

TM: Me gustaría pasar a “Dead or Alive 2”. El tono, el estilo, y por supuesto la historia son muy distintas de la primera parte. ¿En algún momento consideró la posibilidad de realizar una secuela verdadera con los mismos protagonistas?

Por supuesto que no, porque ellos volaron por los aires al final de la primera parte. En general, considero que hacer una secuela es un insulto al film original, porque los productores piensan que podemos hacer algo mejor que el primer film con menos dinero. Pero es algo muy común en la industria del vídeo. Cuando la primera obra es un éxito, la compañía se plantea realizar una secuela. Por ejemplo, cuando vendemos 20,000 copias de un vídeo, ellos creen que podemos vender al menos 15,000 copias de la secuela. Nunca consideran que se pueda vender solo 10,000. El presupuesto se decide para que la película sea rentable con la venta de 15,000 copias. El proyecto de una secuela siempre se construye sobre un pensamiento negativo.

Así que cuando me ofrecieron hacer la secuela, lo vi como una oportunidad para la resistencia, para la rebelión, el no hacer una secuela como una secuela, sino cambiando diversos aspectos. Realmente no me motiva el hecho de dirigir una secuela típica.




TM: ¿De quién fue la idea de vestir a Riki Takeuchi como un león?

Fue idea mía convertirlos en un león y en un kappa (un diablillo de agua procedente de la mitología japonesa) respectivamente. Simplemente les di la idea. Personalmente, yo no me considero la pelota, sino la persona que lanza la pelota. Sugiero algo y luego eso progresa de manera natural. Les di la idea a los actores y ellos crearon de forma conjunta los detalles. Lo que pasa es que ellos son como rivales, así que si una proponía una idea arriesgada, el otro intentaba elaborar algo arriesgado también. Así que les di esa oportunidad como el artesano que soy. Si miras con atención, cuando Sho Aikawa es un kappa, te darás cuenta que su brazo izquierdo no es su brazo real, es como un brazo robótico de un cyborg. Es una referencia a la primera parte, la escena en la cual se arranca su propio brazo. Debido a esto podemos decir que se trata de una secuela (risas).

TM: ¿Cómo es Shinya Tsukamoto en su faceta de actor?

Creo que es un actor muy interesante. Para él, actuar no es como trabajar. Él dirige no como si fuera su trabajo, sino como si fuera su destino. Actuar es como un hobby. Tú podrías pensar que actuar y dirigir son parte del mismo juego y que existen muchas cosas en común. En realidad, es completamente distinto, y para Shinya actuar es como ir de pesca. La manera de actuar es muy ortodoxa en comparación a su forma de dirigir, la cual es muy particular. Él actúa de forma muy teórica, casi reaccionando en lugar de actuando. Es una diferencia muy peculiar.

Conozco a su hermano pequeño, que también es actor y ha participado en muchas de mis películas. Gracias a esto conozco a Shinya también. Creo que es una persona muy especial y por ello le ofrecí el papel en “Ichi the killer”. No es importante que él sea un director. Mi manera de dirigir una película es muy diferente a la suya, así que para él, esto es algo fresco e inusual, pero no adoptamos nada el uno del otro. Somos conscientes de lo distintos que somos como directores y nunca hemos hablado sobre codirigir un largometraje.


Un saludo

jueves, julio 07, 2005

Ciclo de Cine Japonés Contemporáneo en el Círculo de Bellas Artes


Otra buena oportunidad para los madrileños de disfrutar de buen cine asiático, en esta ocasión, procedente de Japón. Desde el 19 al 24 de Julio, en el Círculo de Bellas Artes se programa un ciclo de cine nipón contemporáneo. Lo mejor, que la entrada es gratuita hasta completar el aforo (que no sé por qué me da que no se va a llenar). Aquí os dejo los títulos y los días, si bien recomiendo consultar varios días antes la programación por si hay cambios:


Kids return, Takeshi Kitano, 108 min. 1996, Japón.
Circuito (Kairo), Kiyoshi Kurosawa, 118 min. 2001, Japón.
Amistad, Akira Miyazaki, 113 min. 1975, Japón.
Ohan, Kon Ichikawa, 113 min. 1984, Japón.
Tora-San viaja al norte, Yoji Yamada, 107 min. 1987, Japón.
Un verano con fantasmas, Nobuhiko Obayashi, 108 min. 1988, Japón.
Sube al cielo de Tokyo, Shinji Somai, 109 min. 1990, Japón.
Una vez en Osaka, Jun Ichikawa, 119 min. 1999, Japón.
Kazahana, Shinji Somai, 116 min. 2000, Japón.
Water Boys, Shinobu Yaguchi, 91 min. 2001, Japón.

Martes 19:

16.00 Tora-San viaja al norte
18.00 Sube al cielo de Tokyo
20.00 Water Boys
22.00 Una vez en Osaka

Miércoles 20:

16.00 Kazahana
18.15 Amistad
20.15 Un verano con fantasmas
22.15 Ohan

Jueves 21:

16.00 Una vez en Osaka
18.15 Water Boys
22.00 Kids Return

Viernes 22:

16.00 Kazahana
18.00 Sube al cielo de Tokyo
20.00 Kids return
22.00 Kairo

Sábado 23:

16.00 Water Boys
18.00 Un verano con fantasmas
20.00 Kairo
22.15 Kids return

Domingo 24:

16.00 Un verano con fantasmas
18.00 Kairo
20.15 Ohan
22.30 Tora-san viaja al norte

Por cierto, durante el fin de semana no podré actualizar el blog ya que estaré en Murcia en una quedada con mis compañeros de web. A divertirse!!! Vosotros seguid disfrutando del buen cine.

Un saludo

miércoles, julio 06, 2005

[Nuevas miradas] "Bolivia",de Adrián Caetano: inmigrando al Tercer Mundo



Casualidades de la vida, yo esperaba estrenar esta sección de cine de otras latitudes con una película que ansiaba ver como era "La libertad", de Lisandro Alonso. Sin embargo, y por causas ajenas a mí (simplemente el Circulo de Bellas Artes no trajo los dos films de Lisandro Alonso que prometió en su programación) la abro con el largometraje "Bolivia", producción argentina dirigida por Adrián Caetano, y que recibió varios galardones en festivales como Cannes, Rotterdam o San Sebastián.

Lo más curioso es que si en mi comentario anterior analizaba la sutil visión de la inmigración que daba Steven Spielberg, ahora me he encontrado con la mirada de este joven realizador urugüayo, que ya destacó con su opera prima, "Pizza, birra, faso" (1998), de la que tengo buenas referencias pero no que he tenido la oportunidad de ver. El largometraje que os presento hoy se encuentra totalmente en las antípodas de la producción de Spielberg, y su mensaje es desalentador, incluso preocupante, pero sobre todo, realista. Todos estamos acostumbrados a un retrato del inmigrante que llega al país desarrollado para salir adelante, pero pocas veces nos encontramos ante aquel que emigra a un país vecino, que en ocasiones está casi peor que aquel del cual procede. Es éste el caso de Freddy, un boliviano que llega a Buenos Aires tras perder su trabajo en los campos de coca de su país.

"Bolivia" dura sólo 75 minutos y se desarrolla casi únicamente en un bar, en un tugurio cualquiera. Ese típico establecimiento donde no parece que vaya mucha gente, pero donde siempre vemos las mismas caras; los mismos hombres maltratados por la vida que intentan subsistir, los mismos clientes que ahogan sus penas en un vaso de cerveza mientras sueñan con jugar en ese partido de fútbol de su selección o por protagonizar la serie de moda en televisión, o los mismos emigrantes explotados por tres duros pero que no se atreven a quejarse dada su condición de ilegales. Freddy es uno más de ellos, cobrando 15 pesos al día de los cuales 10 se le van en una llamada de cinco minutos a su familia en Bolivia. En este bar donde trabaja, el ambiente casi siempre está cargado. Todo está listo para explotar. Hay silencios, hay miradas que matan, hay cuerpos que chocan y se murmuran cosas sin que nadie lo note. Y todo estallará, pero a su debido tiempo.



Precisamente esa sensación de cotidianeidad que transmite este relato nos permite conocer a sus personajes, y saber por qué actúan como lo hacen. Así, el retrato de la xenofobia que dibuja Caetano no es un ángulo recto, el racismo no se presenta per se, sino como la manera de expiar las propias frustraciones. El inmigrante no es más que una diana fácil, un objetivo en el que descargar los problemas diarios o simplemente una vida que se odia. De esta manera, las dificultades económicas de los taxistas que frecuentan el bar es motivo suficiente para agredir a Freddy. También el hastío de unos policías trabajando a deshora les obliga a detener a cualquiera que no sea como ellos; e incluso el viejo propietario de un cutre motel se queja del boliviano simplemente porque: "tengo que recoger las camas todos los días". No solo eso, los problemas económicos también son propiciados por la inmigración, ya que al fin y al cabo, "ellos nos quitan el trabajo".

El único problema que presenta "Bolivia" es su propia duración. Digamos que esos 75 minutos se nos antojan insuficientes para cubrir todos los trozos del pastel. La figura de Freddy apenas se nos esboza y el film maneja un esquema concéntrico que parece girar en torno a la misma idea. Lo cierto es que su realizador la machaca, pero da la impresión que podía haber dado algo más de sí y que se podría haber exprimido algo más a algún otro personaje.

En definitiva, "Bolivia" es un largometraje sencillo, cuya única pretensión es retratar una realidad poco conocida (la de la inmigración boliviana en Argentina), pero que visto hoy se puede extrapolar perfectamente a la situación de los extranjeros en España. A poco que nos detengamos, ese bar de Buenos Aires no es muy diferente a uno de Vallecas, y los personajes que lo pueblan, así como su mentalidad, tampoco difieren en demasía. El hecho de que un país tan poco acostumbrado a recibir a tal cantidad de inmigrantes se vea en una situación como la actual, y que este aspecto no se lleve a buen puerto con la información y las reformas pertinentes, puede conducir a una espiral de odios y desencuentros que rememoran momentos más delicados, no solo de la historia española, sino de la Historia con mayúsculas.

Un saludo

martes, julio 05, 2005

[Hollywood] "La terminal". de Steven Spielberg: la metáfora de América



Aprovechando el estreno de "La Guerra de los Mundos" es una buena oportunidad para echar un vistazo al anterior largometraje de Steven Spielberg, la infravalorada "La terminal", un film que tiene mucho más de lo que parece y que vuelve a poner de manifiesto el desarrollo de un cineasta que a pesar de volver a la comedia romántica, ahora es capaz de impregnar a sus obras con un toque decadente y menos pasteloso de lo que cabría esperar.

Es increíble como una historia como la que le sucede al protagonista del film se base en un hecho real, el del refugiado iraní Merhan Nasseri, que aún sigue viviendo en el aeropuerto Charles de Gaulle, en París (si bien algunos dicen que en pésimas condiciones de salud mental). La historia de "La terminal" es parecida: Viktor Navorsky es un ciudadano de la ficticia República de Krakozia (bueno, tan ficticia como que pudiera ser cualquier país de los Balcanes o de la extinta URSS) que llega a un aeropuerto de Nueva York, pero al aterrizar su país entra en guerra, y se le prohíbe por diversas razones burocráticas, tanto volver a su país de origen como entrar en los Estados Unidos. A partir de aquí seremos testigos de las peripecias de Navorski (un Tom Hanks que va mejorando a lo largo del desarrollo del film) por sobrevivir en este entorno, siendo vigilado por Stanley Tucci, un burócrata que evitará por todos los medios que pise suelo norteamericano.



El punto básico de "La terminal" consiste en una liviana reflexión acerca de los actuales Estados Unidos y el tan deseado "American Dream". A través de un impresionante set que recrea a un aeropuerto, Spielberg elabora una interesante metáfora de una gran urbe como Nueva York. Por ahí aparecen los Burger King, los Hugo Boss o los imprescindibles Starbucks, mientras somos testigos de la lucha de un inmigrante por salir adelante a pesar de las trabas impuestas, las dificultades para encontrar un puesto trabajo o el eterno problema de los papeles o certificados. No es que Spielberg sea políticamente correcto y rodee a Navorski de mexicanos, hindúes o afroamericanos, es que estamos hablando del cosmopolitismo inherente a una gran ciudad. Las primeras secuencias ya lo dejan claro: muchas personas, gran diversidad de lenguas, caos, desorden, soledad..... tomas generales donde Navorski se siente perdido ante el tumulto de gente. No son más que las sensaciones de un inmigrante en su nuevo periplo.

Cuidado, es todo muy edulcorado, dicen los críticos. Sí, estamos delante de una comedia romántica. Tenemos al inmigrante más simpático del mundo y a las mejores personas que le puedan acompañar. Tenemos la irresistible historia de amor con una preciosa azafata y tenemos el final perfecto, donde Navorski cumple su diminuto "sueño americano". Pero, ¿es esto realmente así? ¿es todo tan bonito? ¿acaso el hindú que limpia no tiene un pasado tan oscuro, pero es ignorado por un país que es capaz de olvidar todo a cambio de recibir lo que realmente le interesa? ¿por qué a pesar de los esfuerzos de Navorski, todos somos conscientes de la imposibilidad del éxito de la relación con la azafata?... y lo más importante, ¿acaso no se respira un aroma de tristeza, de decadencia, de esfuerzos infructuosos a pesar de que Viktor cumpliera su sueño? Estamos ante el nuevo reverso "spielbergiano", mostrado con toda su intensidad en esa obra maestra que se llama "Inteligencia Artificial", así como en sus dos títulos siguientes como "Minority Report" o la genial "Atrapame si puedes".



"La terminal" se estructura como una fábula con ecos claros del cine de Frank Capra, pero no por las buenas intenciones (que las hay) ni por una visión algo sensiblera de su protagonista (que también la hay) sino por el abordaje de la eterna lucha del individuo por sobrevivir en una sociedad que lo exprime hasta obtener sus beneficios, si bien Spielberg cambia al "common man" de Capra por el emigrante que de algún modo él es. El realizador de origen judío siempre paga el peaje de haberse convertido en el icono del cine mainstream, con la consiguiente pérdida de objetividad de muchos sectores de la crítica, pero en cada nueva obra da un repaso a muchos directores de como mover la cámara y narrar una historia. "La terminal" tampoco sería lo que es sin su fotógrafo favorito, Janusz Kaminski o sin la genial partitura de un crack como John Williams, dos ingredientes que dan empaque a esta magistral película, otro ejemplo de como se puede aunar capacidad comercial con una disgresión ciertamente lúcida sobre un tema difícil. Es posible que a su relato le falte contundencia y mala leche, y que con un punto de partida tan interesante se podría haber ahondado más en un relato más claustrofóbico, pero no es lo que le interesa a su creador. Y esto es un hecho que los espectadores debemos respetar. Ahora solo queda ver como sigue evolucionando en lo que ya es el acontecimiento del verano, su versión de la novela de H. G. Wells. Estaremos al tanto...

Un saludo