miércoles, julio 20, 2005

[Ciclo de Cine Japonés] 1ª Parte


Aprovechando la tarde libre, decidí acercarme al Círculo de Bellas Artes para disfrutar (gratis) de unas cuantas películas de este ya Tercer Ciclo de Cine Japonés Contemporáneo que programa esta fundación. Lo primero que uno aprecia cuando echa un vistazo a la programación es la ausencia de nombres importantes o de grandes títulos. A falta de grandes directores actuales como Shunji Iwai, Kore'eda, Naomi Kawase o incluso Takashi Miike, los menos informados se tenían que contentar con "Kids Return" de Takeshi Kitano o "Kairo", de Kiyoshi Kurosawa, esta última, sin duda el plato fuerte de toda la programación. Aparte de estos dos títulos, destacan la presencia de dos obras del ya fallecido Shinji Somai, un film inédito de Kon Ichikawa (ya les vale programar "Ohan" y no "El arpa birmana"), y otro de Jun Ichikawa, uno de los proclamados discípulos de Ozu, pero del cual encima nos traen una de sus películas más flojas. Y realmente floja fue la tarde de ayer, ya que solo una película colmó las expectativas, y eso sin ser nada del otro mundo.

La tarde se abría con "Tora-San viaja al norte" (Otoko wa tsurai yo: Shiretoko bojo; Yoji Yamada, 1987). Lo primero es que no se puede decir que "Tora-San viaja al norte" sea una mala película, simplemente que su análisis no puede delimitarse a este título en particular, sino como parte de esa larguísima, larguísima saga que es Tora-San. Realmente ya perdí la cuenta pero creo que andan sobre los 47 secuelas a día de hoy, todas ellas con el mismo hilo argumental, Tora-San viajando de ciudad en ciudad, ayudando indirectamente a personas pero sin comerse un rosco en eso del amor. Sí, básicamente, es eso. Y "Tora-san viaja al norte" no puede ser una excepción. Tora regresa a su casa, pero debido a algún que otro problema familiar decide marcharse, llegando a otra ciudad donde conocerá a un veterinario divorciado, incapaz de comunicar su amor a la persona que quiere, y con problemas de relación con una hija que acaba de volver a su hogar. Así se desarrolla un (tele)film evidentemente muy convencional, de personajes unidimensionales y soporífero hasta la muerte. Tora, gracias a su ingenuidad e inocencia conseguirá ayudar a esta pobre familia a reiniciar su vida. Ni siquiera algunos toques argumentales como la desconexión entre las diferentes generaciones o la presencia de dos iconos del cine japonés como Toshiro Mifue o Chisu Ryu consiguen dotar de interés a este largometraje. Ver "Tora-san viaja al norte" solo sirve para al menos decir que has visto un título de esta saga y para reflexionar acerca del aguante de los japoneses para soportar 47 secuelas de este tipo.

Se dice por ahí que Shinji Somai rodó una genial película que se llamó "Typhoon Club", donde analizaba las dudas de un grupo de adolescentes encerradas en un colegio a causa de un tifón. También se dice que era uno de los mejores directores en plasmar como ser joven en una sociedad como la nipona. Pues bien, parece que cuando rodó "Sube al cielo de Tokio" (Tokyo joku irasshaimase, Shinji Somai, 1990) se le olvidó todo esto. Yuu Kamiya es una adolescente con un prometedor futuro como modelo, pero una noche es atropellada al salir de un coche en el que estaba siendo atacada sexualmente por su manager. Una vez en el cielo, convence a una especie de guía/ángel (pero que dice ser un grillo (¿¡?!¡?¡¿) ) para que la permita volver a la tierra. Al volver, llegará a la casa de Fumio, el cual se había encargado de tapar su muerte para evitar un escándalo.

A pesar de lo curioso de su argumento (si bien no deja de tener un tufillo a "El cielo puede esperar"), "Sube al cielo de Tokio" se caracteriza por la indefinición de su propuesta. Por un lado, abraza el fantástico desde una perspectiva muy infantil, pero por otro contiene escenas de un contenido dramático muy fuerte. Sinceramente, una película donde aparece un tipo de 50 años tocándole los pechos a una niña no puede ser apta para menores, pero la balanza no se equilibra con la presencia de secuencias excesivamente infantiles que rompen con el esquema del film. Somai no se aclara entre la historia de amor intergeneracional, la desesperación de una adolescente que debe vivir escondida de la sociedad por miedo a la respuesta de ésta o el retrato ciertamente oscuro de la compañía que intentará sacar beneficios de la muerte de su estrella. Tampoco ayuda mucho la dirección, donde Somai apuesta por planos muy sostenidos y alejados de los protagonistas, como si de algún modo quisiera plasmar su lejanía con respecto a la sociedad. Pero en el fondo lo que causa es aburrimiento. Para colmo, no faltan casi al final unos momentos musicales inolvidables, donde la protagonista nos deleita con una canción que ni Marisol o Joselito en sus mejores tiempos (en fin, al menos el toque jazzístico le da algo más de clase). Por ello los mejores momentos del largometraje son los más psicotrónicos y delirantes, como la secuencia en la que la niña aparece vestida de robot e intenta asesinar a su manager lanzandole una especie de jabalina (¡!), o las escenas que tienen lugar en el cielo, plagado de efectos especiales a la antigua usanza.

La última película de la tarde al menos me reconcilió con las risas dejándome un mejor sabor de boca, sin ser nada del otro mundo por otra parte. "Waterboys" (Shinobu Yaguchi, 2001) es una comedia deportiva de superación personal plagada de humor, cuyo único objetivo es divertir. Es decir, cinematográficamente no aporta nada, sus personajes son planos y no falta la acaramelada historia de amor. Pero contiene algunos de los mejores gags que he visto en mucho tiempo. El argumento es simplón: un grupo de estudiantes con ganas de hacer deporte terminarán formando un equipo de natación sincronizada, y serán pasto de las bromas del resto de compañeros. De esta manera, "Waterboys" une la superación deportiva "a lo Rocky" con la ruptura de estereotipos, ya que nuestro grupo de amigos debe romper las barreras que supone el hecho de practicar un deporte femenino. Con una duración ajustada (90 min.), y una apuesta clara por el gag visual y el humor de brocha gorda, "Waterboys" es la mejor manera de pasar una tarde con los colegas, un largometraje sin preocupaciones ni pretensiones.

Un saludo, y espero seguir informándoos de este ciclo, a pesar de la decepción de esta primera remesa de películas.....pero bueno, al menos es gratis.

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