Se dice que antes de morir uno ve pasar toda su vida por delante de sus ojos, como si fuera una película. De esta manera, la muerte se presenta como otro paso más, como un cambio dentro de la vida en sí misma. No olvidemos que vida y muerte son dos entidades que van unidas, y que una es incapaz de existir sin la presencia de la otra. Igualmente todos nosotros, cuando nos enfrentamos a un acontecimiento que pueda dar un vuelco a nuestra existencia, nos replanteamos ciertas cosas. Ya podemos tener 20, 30 o 70 años, que siempre echamos un vistazo al pasado, a aquello que dejamos atrás, para comprobar si realmente ha valido la pena o si hemos hecho las cosas tal y como hubieramos deseado.
Isak Borg, un anciano de 78 años, afamado médico muy querido por su comunidad ha llegado a ese punto. Debe acudir a la ciudad para que se le haga un homenaje como el gran médico que fue. Aprovechando el viaje físico, Borg se replanteará toda su existencia. Acompañado por la mujer de su hijo visitará la casa de su infancia, conocerá a diversas personas, y a través de los sueños reflexionará acerca de sus decisiones vitales.
"Fresas salvajes", desde un punto estrictamente cinematográfico, es un prodigio de síntesis narrativa. Bergman consigue narrar en apenas 90 minutos el hastío vital de una persona que a pesar de sus éxitos profesionales, se encuentra vacía y su vida está rodeada por la tristeza y la añoranza de los momentos perdidos. Todos y cada uno de los personajes que aparecen a lo largo del metraje tienen un peso específico, un papel fundamental para el desarrollo del protagonista. Así, los dos jóvenes junto a la chica ejemplifican la juventud, la alegría del vivir, el desparpajo de aquellos que ven a la muerte como una utopía, y que se muestran en total disonancia con el carácter frío, distante y decadente de Borg. La joven pareja de la gasolinera demuestra que Borg fue un gran hombre para la comunidad, y hace dudar de cual era su verdadero yo, de en que momentos se ponía su máscara. Por último, el matrimonio de mediana edad cuyo coche embiste al del protagonista, analizados a posteriori, son el espejo de la relación de Borg con su difunta esposa y del futuro del matrimonio de su propio hijo junto a su esposa.
Isak Borg, un anciano de 78 años, afamado médico muy querido por su comunidad ha llegado a ese punto. Debe acudir a la ciudad para que se le haga un homenaje como el gran médico que fue. Aprovechando el viaje físico, Borg se replanteará toda su existencia. Acompañado por la mujer de su hijo visitará la casa de su infancia, conocerá a diversas personas, y a través de los sueños reflexionará acerca de sus decisiones vitales.
"Fresas salvajes", desde un punto estrictamente cinematográfico, es un prodigio de síntesis narrativa. Bergman consigue narrar en apenas 90 minutos el hastío vital de una persona que a pesar de sus éxitos profesionales, se encuentra vacía y su vida está rodeada por la tristeza y la añoranza de los momentos perdidos. Todos y cada uno de los personajes que aparecen a lo largo del metraje tienen un peso específico, un papel fundamental para el desarrollo del protagonista. Así, los dos jóvenes junto a la chica ejemplifican la juventud, la alegría del vivir, el desparpajo de aquellos que ven a la muerte como una utopía, y que se muestran en total disonancia con el carácter frío, distante y decadente de Borg. La joven pareja de la gasolinera demuestra que Borg fue un gran hombre para la comunidad, y hace dudar de cual era su verdadero yo, de en que momentos se ponía su máscara. Por último, el matrimonio de mediana edad cuyo coche embiste al del protagonista, analizados a posteriori, son el espejo de la relación de Borg con su difunta esposa y del futuro del matrimonio de su propio hijo junto a su esposa.
Otra de las características que elevan a "Fresas Salvajes" a la condición de obra maestra es la presencia de los sueños, esbozados por Bergman a modo casi de pesadilla terrorífica. Como bien dice el propio Borg, "los sueños le dicen cosas que sería incapaz de oír si estuviera despierto": el miedo constante a la muerte, la incapacidad para afrontar los hechos más hirientes de su vida, o el temor a no haber sido una buena persona le persiguen hasta que el inconsciente se esconde tras el despertar.
"Fresas Salvajes" tampoco sería lo que es sin la presencia de Victor Sjostrom en el papel de Borg. Su mirada cansada o sus andares pesados son la prueba de una personalidad aislada, de un hombre cuyos logros sociales no han podido paliar sus fracasos emocionales. Esa frustrada historia de amor con su prima, su gélida relación con su esposa (manifestación subconsciente de su relación con su madre), o el alejamiento que sufre de su hijo son los problemas que asaltan su mente, ya sea en plena conciencia o a través de sus sueños.
Finalmente, y cual Charles Foster Kane, Borg regresa a su "Rosebud particular", a su infancia. Porque la infancia es el período más hermoso de nuestras vidas, aquel en el cual nada nos preocupa, donde únicamente vivimos, y en el cual las dudas existenciales no tienen cabida. Sin embargo, el último plano es revelador. ¿Acaso sigue estando tan solo y alejado Borg de aquellos a los que ama? ¿No hay espacio para la redención en nuestras vidas? Bergman rueda un final tan bello como abierto, sembrando la duda en el espectador. "Fresas salvajes" es, en definitiva, toda una reflexión acerca no solo de la vejez, sino también de como afrontar los cambios y las dificultades en nuestra vida. Bergman configura de forma implícita un manual de como vivir, luchando por la felicidad en cada momento, para evitar la nostalgia de un pasado que pueda tornarse en una horrible pesadilla. "Fresas salvajes" es, simplemente, un manual de instrucciones de la vida partiendo de la muerte.
"Fresas Salvajes" tampoco sería lo que es sin la presencia de Victor Sjostrom en el papel de Borg. Su mirada cansada o sus andares pesados son la prueba de una personalidad aislada, de un hombre cuyos logros sociales no han podido paliar sus fracasos emocionales. Esa frustrada historia de amor con su prima, su gélida relación con su esposa (manifestación subconsciente de su relación con su madre), o el alejamiento que sufre de su hijo son los problemas que asaltan su mente, ya sea en plena conciencia o a través de sus sueños.
Finalmente, y cual Charles Foster Kane, Borg regresa a su "Rosebud particular", a su infancia. Porque la infancia es el período más hermoso de nuestras vidas, aquel en el cual nada nos preocupa, donde únicamente vivimos, y en el cual las dudas existenciales no tienen cabida. Sin embargo, el último plano es revelador. ¿Acaso sigue estando tan solo y alejado Borg de aquellos a los que ama? ¿No hay espacio para la redención en nuestras vidas? Bergman rueda un final tan bello como abierto, sembrando la duda en el espectador. "Fresas salvajes" es, en definitiva, toda una reflexión acerca no solo de la vejez, sino también de como afrontar los cambios y las dificultades en nuestra vida. Bergman configura de forma implícita un manual de como vivir, luchando por la felicidad en cada momento, para evitar la nostalgia de un pasado que pueda tornarse en una horrible pesadilla. "Fresas salvajes" es, simplemente, un manual de instrucciones de la vida partiendo de la muerte.
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