miércoles, julio 06, 2005

[Nuevas miradas] "Bolivia",de Adrián Caetano: inmigrando al Tercer Mundo



Casualidades de la vida, yo esperaba estrenar esta sección de cine de otras latitudes con una película que ansiaba ver como era "La libertad", de Lisandro Alonso. Sin embargo, y por causas ajenas a mí (simplemente el Circulo de Bellas Artes no trajo los dos films de Lisandro Alonso que prometió en su programación) la abro con el largometraje "Bolivia", producción argentina dirigida por Adrián Caetano, y que recibió varios galardones en festivales como Cannes, Rotterdam o San Sebastián.

Lo más curioso es que si en mi comentario anterior analizaba la sutil visión de la inmigración que daba Steven Spielberg, ahora me he encontrado con la mirada de este joven realizador urugüayo, que ya destacó con su opera prima, "Pizza, birra, faso" (1998), de la que tengo buenas referencias pero no que he tenido la oportunidad de ver. El largometraje que os presento hoy se encuentra totalmente en las antípodas de la producción de Spielberg, y su mensaje es desalentador, incluso preocupante, pero sobre todo, realista. Todos estamos acostumbrados a un retrato del inmigrante que llega al país desarrollado para salir adelante, pero pocas veces nos encontramos ante aquel que emigra a un país vecino, que en ocasiones está casi peor que aquel del cual procede. Es éste el caso de Freddy, un boliviano que llega a Buenos Aires tras perder su trabajo en los campos de coca de su país.

"Bolivia" dura sólo 75 minutos y se desarrolla casi únicamente en un bar, en un tugurio cualquiera. Ese típico establecimiento donde no parece que vaya mucha gente, pero donde siempre vemos las mismas caras; los mismos hombres maltratados por la vida que intentan subsistir, los mismos clientes que ahogan sus penas en un vaso de cerveza mientras sueñan con jugar en ese partido de fútbol de su selección o por protagonizar la serie de moda en televisión, o los mismos emigrantes explotados por tres duros pero que no se atreven a quejarse dada su condición de ilegales. Freddy es uno más de ellos, cobrando 15 pesos al día de los cuales 10 se le van en una llamada de cinco minutos a su familia en Bolivia. En este bar donde trabaja, el ambiente casi siempre está cargado. Todo está listo para explotar. Hay silencios, hay miradas que matan, hay cuerpos que chocan y se murmuran cosas sin que nadie lo note. Y todo estallará, pero a su debido tiempo.



Precisamente esa sensación de cotidianeidad que transmite este relato nos permite conocer a sus personajes, y saber por qué actúan como lo hacen. Así, el retrato de la xenofobia que dibuja Caetano no es un ángulo recto, el racismo no se presenta per se, sino como la manera de expiar las propias frustraciones. El inmigrante no es más que una diana fácil, un objetivo en el que descargar los problemas diarios o simplemente una vida que se odia. De esta manera, las dificultades económicas de los taxistas que frecuentan el bar es motivo suficiente para agredir a Freddy. También el hastío de unos policías trabajando a deshora les obliga a detener a cualquiera que no sea como ellos; e incluso el viejo propietario de un cutre motel se queja del boliviano simplemente porque: "tengo que recoger las camas todos los días". No solo eso, los problemas económicos también son propiciados por la inmigración, ya que al fin y al cabo, "ellos nos quitan el trabajo".

El único problema que presenta "Bolivia" es su propia duración. Digamos que esos 75 minutos se nos antojan insuficientes para cubrir todos los trozos del pastel. La figura de Freddy apenas se nos esboza y el film maneja un esquema concéntrico que parece girar en torno a la misma idea. Lo cierto es que su realizador la machaca, pero da la impresión que podía haber dado algo más de sí y que se podría haber exprimido algo más a algún otro personaje.

En definitiva, "Bolivia" es un largometraje sencillo, cuya única pretensión es retratar una realidad poco conocida (la de la inmigración boliviana en Argentina), pero que visto hoy se puede extrapolar perfectamente a la situación de los extranjeros en España. A poco que nos detengamos, ese bar de Buenos Aires no es muy diferente a uno de Vallecas, y los personajes que lo pueblan, así como su mentalidad, tampoco difieren en demasía. El hecho de que un país tan poco acostumbrado a recibir a tal cantidad de inmigrantes se vea en una situación como la actual, y que este aspecto no se lleve a buen puerto con la información y las reformas pertinentes, puede conducir a una espiral de odios y desencuentros que rememoran momentos más delicados, no solo de la historia española, sino de la Historia con mayúsculas.

Un saludo

No hay comentarios: