jueves, septiembre 29, 2005

[Retro] "El hombre del brazo de oro" de Otto Preminger: "Neorrealismo" a la americana



Siguiendo la tónica del post anterior, continuaré con otra película algo enterrada de un director de esos que pasa muchas veces desapercibido, pero con una carrera intachable y con una filmografía de gran empaque a sus espaldas. Otto Preminger, nacido en Austria, fue uno más entre los muchos inmigrantes que llegaron de Centro Europa a Hollywood, entre los Wilder, Lang, Dietrich, etc... Como realizador, Preminger sentó sus bases en el género del cine negro con obras como "Laura", "Ángel o Diablo", o "Cara de ángel". No solo eso, ya que además nos legó una cinta clásica de juicios, "Anatomía de un asesinato". El título que hoy nos ocupa, "El hombre del brazo del oro" es uno de sus trabajos injustamente más olvidados, que se revela como una mezcla compacta entre el género negro y el drama social, realizada desde la óptica del realismo más sucio y con pocas concesiones a la galería.

"El hombre del brazo de oro" se basa en el best-seller de Nelson Algren, el cual, antes de la versión perpretada por Preminger, ya se intentó trasladar con poca fortuna a la gran pantalla. Su crónica amarga y miserable de un heroinómano que regresa a su barrio tras seis meses de rehabilitación no pasó los controles de la censura, los cuales no veían con buenos ojos la recreación hiperrealista de la adicción a la heroína y la explicitud con la que se trataba el tema en el guión. Posteriormente, Preminger consiguió hacerse con los derechos y comenzó el rodaje del film. El papel protagonista era una auténtica golosina para cualquier actor que quisiera acercarse a los Oscars, y éste rápidamente fue a parar a las manos de Frank Sinatra. El "showman", por aquel entonces se encontraba sumido en una profunda depresión debido a sus problemas con la voz y a la ruptura de sus contratos con diversas productoras musicales. No fue sino gracias a la intervención de su mujer, Ava Gardner, por lo que consiguió interpretar (y de que forma) a Frankie Machine. Este papel no solo le sirvió para conseguir una candidatura al Oscar, sino también para volver por la puerta grande al negocio musical. El resto del reparto se completó con la novata Kim Novak, Eleanor Parker y Arnold Stang.



El largometraje nos sitúa en una barriada marginal de cualquier ciudad norteamericana. Frankie Machine, experto jugador de póker, regresa a su hogar tras un largo periplo entre rejas, tras el cual parece haberse recuperado de su adicción a la heroína. Una vez en su hogar se reencuentra con su mujer paralítica, su antigua amante, su colega de siempre, y los gangsters que desean que vuelva al negocio.

Preminger hace uso de elementos clásicos del cine negro, desde la ambientación, la aparición de la mafia con sus juegos ilegales, el (anti)héroe huyendo de su pasado o la mujer fatal, para reinventarlos y transformarlos en un auténtico drama social de corte realista. El film fue rodado en un barrio obrero de Chicago con el objetivo de dotar al relato de una mayor verosimilitud que sin embargo se desvanece ante el pobre trabajo de los encargados de la dirección artística y del propio Preminger. Los primeros por conseguir que el espectador crea que todo se rodó en un plató, y el segundo por abusar de los planos medios en lugar de unos planos generales más acordes con el espíritu "neorrealista" de la película.

Los puntos fuertes de "El hombre del brazo de oro" se sustentan en un poderoso guión y en la sensacional descripción de los personajes. Preminger lleva a cabo un prodigioso juego de espejos donde nadie es quien aparenta. El eje de la película recae en la relación a tres bandas entre Frankie, su mujer y su amante. Estas tres personas se nos presentan como arquetipos, para luego ir desvelando su verdadero yo. De esta manera, Frankie no es ese hombre firme y seguro de reconducir su vida ("el doctor me ha dicho que no puedo volver a probar ni una dosis, y yo no lo haré", confiesa al principio del film), sino que es una persona insegura, que no ha cortado el cordón umbilical que le ata a la heroína, y que siente una profunda culpabilidad por haber causado el accidente de su esposa. Su mujer (Eleanor Parker), que en un principio es la esposa sufrida a la espera del regreso de su marido, se nos revela como una persona muy frágil e inestable mentalmente. Por último, la clásica mujer fatal (Kim Novak) se transforma en el auténtico ángel de la guarda del protagonista, convirtiéndose en ese Edén donde Frankie se siente estable.



Otro aspecto que confiere a la película un aire intemporal es el estudio que realiza Preminger sobre la personalidad del drogadicto. La mirada del director se fija en los mecanismos que llevan al hombre a caer preso de dicha "afición". Para ello, deja de lado al síndrome de abstinencia meramente físico, que obviamente hará su aparición a medida que la adicción se agrave. El realizador nos recuerda que la falta de autoconfianza, la carencia de apoyo social, y la baja tolerancia a la frustración son aspectos que obligan al sujeto a percutir en esas conductas adictivas. Frankie Machine es un hombre atado a un pasado doloroso, infelizmente casado más por la responsabilidad hacia su mujer paralítica que por el desgaste de la convivencia, y que se encuentra cercano al reforzamiento que le produce el consumo de heroína (el protagonista acude diariamente a un bar donde se encuentra su "contacto"). Una vez que todas estas variables se unen y el individuo se inyecta nuevas dosis, es cuando la adicción endógena aparece. El hombre se transforma en una bestia buscando su "dosis", situación planteada por Preminger en una áspera secuencia en la cual el personaje de Novak encierra a Frankie en su habitación, y solo entra en ella cuando éste está a punto de suicidarse como consecuencia del "mono" (secuencia por cierto, muy parecida a la que rodó Scott Kalvert en "Diario de un rebelde", con Leonardo diCaprio).



Considero a "El hombre del brazo de oro" una auténtica obra maestra en su retrato de la marginalidad social, y de los factores que conducen a ella. Si a la sólida puesta en escena le unimos las magníficas interpretaciones, en especial la de un Frank Sinatra muy contenido, la brillante banda sonora jazzística de Elmer Berstein (el tema principal es ya todo un clásico), los créditos de Saul Bass, y unos diálogos tan directos como inolvidables ("solo hay dos cosas que pueden acabar con la droga: más droga y mayores dosis", le dice el gangster Louie a Frankie mientras le inyecta), no podemos más que rendirnos a esta ejemplar película, sin duda, una obra a rescatar.

Un saludo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La tengo por hay escondida entre mi coleccion de DvD´s, la tengo que ver.

Anónimo dijo...

La vi el otro dia, sobretodo por la banda sonora, ya que me encanta el Jazz. Tu descripción es perfecta. Un peliculón con un Sinatra impresionante.

Hay otra cosa que me ha impactado gratamente, soy muy aficionado a la fotografia, y he de decir que algunos encuadres, y sobre todo la calidad es impresionante. Nada del blanco y negro "plano" al que nos acostumbran muchas peliculas de la epoca, esta tiene un contraste y una riqueza de tonal increible para una pelicula. No para una fotografia.

La iluminación es fantastica, pero es cierto que da la impresión de que se ha rodado en un estudio, al menos esa fue la mia. Un saludo.