Enfrentarse ante un largometraje como Capote (id. Bennett Miller, 2005) supone para el crítico la oportunidad de despojarse de una serie de prejuicios adquiridos. Entre tanto biopic al uso, uno puede verse tentado en despachar rápidamente uno más, otro mero vehículo para el lucimiento del actor de turno, que, ¡cómo no! está nominado en la próxima entrega de los Oscars. La diferencia estriba en que Capote no se plantea como la enésima hagiografía de un personaje famoso, sino como una reconstrucción particular de un acontecimiento que conmovió a Norteamérica, filtrado a través de la personalidad narcisista del escritor de "Desayuno con diamantes". Incluso se permite el lujo de reflexionar acerca del gérmen de la violencia en la sociedad norteamericana, cavilación que sin embargo, produce los mayores encontronazos a nivel narrativo de la película.
En contraste con los biopics comerciales que siguen lloviendo desde Hollywood -atentos al próximo, nada más y nada menos que la vida del genial Marvin Gaye-, Capote no está estructurada en torno al modelo "montaña rusa", es decir, no somos testigos de la creación del mito, deconstrucción, y posterior exaltación de la figura mediática, sino que sus 113 minutos se encuentran claramente enmarcados en la etapa de documentación y escritura del libro "A sangre fría", escrito que marcó a su creador, hasta el punto de no volver a publicar otra novela -como bien explicitan los intertítulos que cierran la película-. La impresión que uno saca tras el visionado del film acerca del propio Truman Capote -no es necesario comentar la caracterización mimética del actor Philip Seymour Hoffman-, dista mucho de ser positiva, ya que no hay momentos sensibleros que buscan epatar al público hacia la figura del escritor, empatía de la que realmente adolecía el protagonista del film de Bennett Miller. Oportunista, prepotente, egocéntrico, ese es el dibujo de Capote que se nos presenta, un tipo arrogante al que no le importa manipular sentimientos con el fin de sacar adelante sus proyectos. Es interesante apreciar como el director distingue las secuencias en las que el novelista se encuentra solo -a menudo con una copa de alcohol y un cigarro, en un estado casi depresivo-, de las que se encuentra acompañado, haciendo gala de un grandioso sentido de autoimportancia, lo que denota una vida interior cercana a la psicopatía.
En contraste con los biopics comerciales que siguen lloviendo desde Hollywood -atentos al próximo, nada más y nada menos que la vida del genial Marvin Gaye-, Capote no está estructurada en torno al modelo "montaña rusa", es decir, no somos testigos de la creación del mito, deconstrucción, y posterior exaltación de la figura mediática, sino que sus 113 minutos se encuentran claramente enmarcados en la etapa de documentación y escritura del libro "A sangre fría", escrito que marcó a su creador, hasta el punto de no volver a publicar otra novela -como bien explicitan los intertítulos que cierran la película-. La impresión que uno saca tras el visionado del film acerca del propio Truman Capote -no es necesario comentar la caracterización mimética del actor Philip Seymour Hoffman-, dista mucho de ser positiva, ya que no hay momentos sensibleros que buscan epatar al público hacia la figura del escritor, empatía de la que realmente adolecía el protagonista del film de Bennett Miller. Oportunista, prepotente, egocéntrico, ese es el dibujo de Capote que se nos presenta, un tipo arrogante al que no le importa manipular sentimientos con el fin de sacar adelante sus proyectos. Es interesante apreciar como el director distingue las secuencias en las que el novelista se encuentra solo -a menudo con una copa de alcohol y un cigarro, en un estado casi depresivo-, de las que se encuentra acompañado, haciendo gala de un grandioso sentido de autoimportancia, lo que denota una vida interior cercana a la psicopatía.
El debutante Bennet Miller firma un producto más que digno, lejos de la impersonalidad que suelen mostrar estas propuestas, acompañando a los acertados diálogos con una puesta en escena detallista, y de un ritmo pausado, aunque a veces excesivamente dilatado. Su dirección recuerda a la de Paul Thomas Anderson, sobre todo por la composición obsesiva del encuadre, que se encarga de poner en relieve la complejidad psicológica de sus personajes, consiguiéndolo en ocasiones, y en otras cayendo en el simple ejercicio de estilo. Da la sensación que Miller pretende erigir a su trabajo más allá del biopic convencional, donde los personajes parecen figuras de cera, sin poco que decirse a sí mismos ni al público. De este modo, Capote se convierte en un perfecto interlocutor entre uno de los asesinos -Perry Smith- y la audiencia, que manifiesta, de la misma manera que el propio escritor, una fascinación mórbida por conocer qué llevó a dos hombres a asesinar con tanta sangre fría -y nunca mejor dicho- a una familia entera.
Pero Bennett Miller -y sus guionistas- pagan el peaje de que el atribulado escritor sea el eje de su discurso, y el film se resiente al balancearse entre el análisis sociológico -la distinción entre las zonas rurales y las urbanas; la falta de oportunidades en esa América que no progresa- y la recreación de los fantasmas personales de Truman Capote, que le llevarán a identificarse con Perry Smith, a darse cuenta de que la línea que separa a uno del otro es muy estrecha -"tengo la sensación que ambos crecimos en la misma casa, pero yo salí por la puerta de delante, y él por la de detrás", afirma Capote en una de las frases de la película-.
Pero Bennett Miller -y sus guionistas- pagan el peaje de que el atribulado escritor sea el eje de su discurso, y el film se resiente al balancearse entre el análisis sociológico -la distinción entre las zonas rurales y las urbanas; la falta de oportunidades en esa América que no progresa- y la recreación de los fantasmas personales de Truman Capote, que le llevarán a identificarse con Perry Smith, a darse cuenta de que la línea que separa a uno del otro es muy estrecha -"tengo la sensación que ambos crecimos en la misma casa, pero yo salí por la puerta de delante, y él por la de detrás", afirma Capote en una de las frases de la película-.
Capote es un film que proporciona más preguntas que respuestas. Tampoco explicita demasiado el tortuoso camino del escritor para culminar su obra, ya que prefiere que las imágenes hablen por sí mismas, y que cada uno saque sus propias conclusiones, sobre todo, ante una figura tan peculiar como la de Truman Capote. Bennett Miller es consciente que no puede dar respuestas, que es imposible conocer por qué dos tipos entran en una casa y destrozan cuatro vidas con un par de cartuchos de escopeta. Y eso es lo que más nos asusta: que en este mundo en el que vivimos, estamos expuestos a actos inconcebibles que jamás podremos comprender.
Saludos
Saludos
1 comentario:
Me gusta mucho el cine pero no soy crìtico sòlo juzgo una pelicula si me emocionò y de que forma, positiva o negativa, si valiò la pena pagar el voleto. Me gustarìa tener màs cultura cinemat. para opinar de cine por los 360 grados posibles pero no es asì. Creo que si alguien lee esta crìtica de "Lady Henderson..." no le daran ganas de verla y ¿sabe? yo la he recomendado mucho; es de las mejores pelìculas que he visto. Gracias
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