"Nunca pensé en convertirme en un director.
Siempre creí que la profesión
de director de cine estaba hecha
para gente inteligente".
Takashi Miike.
Siempre creí que la profesión
de director de cine estaba hecha
para gente inteligente".
Takashi Miike.
Se dice que la primera secuencia de Dead or Alive (DOA: Hanzaisha. Takashi Miike, 1999) ocupaba varias páginas de guión, a través de las cuáles se presentaban a los personajes del largometraje mediante cortas set-piéces. Bien, Takashi Miike, tras leer el guión, decidió reducir su inicio a un tour de force visual de apenas ocho minutos de duración. Lejos de convertirse en un estandarte del formato videoclip tan socorrido en el cine comercial, la secuencia de apertura de Dead or Alive es toda una declaración de principios, una mirada desmitificadora y pesimista del Japón contemporáneo. Miike tira de la manta, para mostrarnos toda (y con perdón) la mierda que subyace bajo esa estampa idílica, exótica, del Japón que se vende en las agencias turísticas. Gracias al atropellado uso del montaje, la cámara del realizador nipón se mueve entre las fábricas desvencijadas, donde ejecutivos trajeados esnifan kilométricas rayas de cocaína, y los baños públicos, donde un yakuza es asesinado mientras sodomizaba a otro hombre. Pero la esquizofrénica visión del Japón actual no se reduce solamente a los ambientes más sórdidos y subterráneos, sino también se manifiesta en los trayectos cotidianos: desde las calles llenas de luces de neón donde la policía abusa de su autoridad, hasta ese supermercado, en el cual los gángsteres esconden sus armas bajo los productos de la zona de congelados (sic).
La secuencia que abre Dead or Alive, bien sirve como resumen del cine de Takashi Miike, director cuya obra se caracteriza por el exceso, por el énfasis, por el subrayado más bien explícito de las miserias de su patria, en una lucha constante entre la tradición y la (post)modernidad, entre el bien individual y el interés colectivo, en definitiva, la clásica dicomotía del giri y el ninjo. Miike se ha caracterizado desde sus inicios por la intertextualización, por la reinvención de los géneros, por la interpretación heterodoxa del cine de yakuzas. De alguna manera podría ser considerado como un Seijun Suzuki moderno, dada su habilidad para deconstruir el arquetipo del yakuza clásico. Sin embargo, dejando atrás los psicóticos minutos iniciales –y también finales- de Dead or Alive, se esconde curiosamente un film más reflexivo que inmediato, más introspectivo que abiertamente de acción.
La secuencia que abre Dead or Alive, bien sirve como resumen del cine de Takashi Miike, director cuya obra se caracteriza por el exceso, por el énfasis, por el subrayado más bien explícito de las miserias de su patria, en una lucha constante entre la tradición y la (post)modernidad, entre el bien individual y el interés colectivo, en definitiva, la clásica dicomotía del giri y el ninjo. Miike se ha caracterizado desde sus inicios por la intertextualización, por la reinvención de los géneros, por la interpretación heterodoxa del cine de yakuzas. De alguna manera podría ser considerado como un Seijun Suzuki moderno, dada su habilidad para deconstruir el arquetipo del yakuza clásico. Sin embargo, dejando atrás los psicóticos minutos iniciales –y también finales- de Dead or Alive, se esconde curiosamente un film más reflexivo que inmediato, más introspectivo que abiertamente de acción.
Dead or Alive es la crónica, en clave de cine negro, de dos hombres que están fuera del ámbito que les corresponde, dos outlaws de sus respectivas “bandas”. Tanto el detective Jojima como el gangster Ryuuichi tienen una visión ciertamente desengañada del mundo que les rodea, y no dudan en luchar por su propia individualidad. Ryuuichi es un gangster de ascendencia china (1), con la imposibilidad de verse aceptado en una “familia” tan nacionalista como la japonesa, y parece más preocupado en que su hermano pequeño se labre un futuro lejos de las calles. Por otro lado, Jojima es un policía, antaño íntegro, que se ve incapaz de paliar la situación de corrupción que existe en el departamento, y que intenta conseguir el dinero para la operación de su hija. Aquí, la dialéctica policía-ladrón apenas distingue entre ambas personas, que solo se diferencian en que uno lleva placa y el otro no. En cierto modo, recuerda en su construcción a películas como Heat (id. Michael Mann, 1995) o varios títulos de Samuel Fuller, como Manos peligrosas (Pickup on south street, 1953) o La casa de bambú (House of bamboo, 1955).
Dead or Alive está claramente dividida en tres partes, y en todas la impronta de Miike se deja notar, no solo en el frenético prólogo, sino también a lo largo de la reflexiva segunda mitad –escenas zoofílicas y de coprofagia incluidas-. Pero son quizás los últimos diez minutos los más propensos a la polémica. El clásico enfrentamiento final entre policía y ladrón es desarticulado por Miike hasta convertirlo en un duelo delirante de proporciones cósmicas. Muchos se han aventurado a afirmar que el autor de Audition (Odishon. 1999) se inspiraba directamente en el anime para construir la secuencia. Sin embargo, y lejos de convertirse en una simple referencia –no podemos negar que el anime y el manga han influido su obra-, Miike nos está diciendo que para construir, primero debemos destruir. Su postura no está muy lejos de lo opinan directores tan lejanos como David Fincher en El club de la lucha (Fight Club. 1999) o Kiyoshi Kurosawa en Kairo (id. 2001), ni tampoco en el mensaje de uno de sus últimos trabajos, Izo (id. 2004). Para comenzar desde el principio, debemos arrasar con todo. Y quiénes mejor para hacerlo que esos dos antagonistas que lo han perdido todo, y para los que este mundo loco ha dejado ya de tener sentido.
(1) En la obra de Takashi Miike, hay una temática recurrente, y no es otra que la situación de los inmigrantes en Japón.
Saludos
(1) En la obra de Takashi Miike, hay una temática recurrente, y no es otra que la situación de los inmigrantes en Japón.
Saludos
5 comentarios:
Gran decepcion la que supuso para mi este Dead or alive. Gran arranque para despues irse haciendo de lo mas aburrida, salvandose solo por el surrealista climax final. Una lastima.
De Miike la unica que he visto hasta ahora que me ha convencido totalmente ha sido Audition.
Fíjate que me has dejado descolocado con que el tema de la situación de los enmigrantes sea uno de los temas recurrentes en Miike. Nunca me había parado a verlo de esa manera, pero parece tener bastante sentido. A mí este primer "Dead or Alive" me pareció una obra fantástica, y como tu bien dices, con uno de los mejores arranques del director.
¿Qué sabes de una cinta de Miike que se llama "Cementerio Yakuza" o algo así? La ví el otro día de pasada en mi videoclub y no supe si arramblar con ella.
Un abrazo
El tema de los inmigrantes es muy importante en la obra de Miike, un aspecto bastante complicado en un país tan nacionalista como es Japón. Quizás la película más sugerente en este sentido sea "City of the Lost Souls", donde se dan cita una gran variedad de razas que conviven en Tokio.
Sobre "Cementerio yakuza", se trata de un remake de "Graveyard of Honour" (Kinji Fukasaku). Se sitúa más en la línea de sus títulos menos desenfrenados como pueden ser "Agitator", "Dead or Alive 2", o incluso esa media parte de "Dead or Alive"...lejos de "Ichi the killer" o "Gozu". A mi me parece un largometraje muy interesante, al volver a tratar el tema de ese yakuza individualista, que parece actuar fuera de las normas y que con ello se gana la enemistad de sus "oyabun". Es posible que le sobre algo de metraje, pero te la recomiendo. Además, el protagonista está muy inspirado.
Y "Dead or Alive" es buena, muy buena.
Saludos
Por casualidad he venido a parar a este blog y debo decir que me ha parecido muy acertado el comentario sobre "Dead or Alive". Es un film que me vuelve loco, en todos los sentidos, y aunque suene exagerado lo considero un ejemplo de la sublimación del séptimo arte, es decir, algo a lo que sólo se podía llegar tras muchos años de historia y experimentación cinematográfica, en un contexto de amplia libertad de expresión que también (tanto en Japón como en la mayoría de los países del llamado 1er mundo) ha tardado sus lustros en gestarse, y con la intervención de una mente antidisciplinaria y sanamente enferma como la de este japonés...
Coincido en que la recurrencia del tema de la inmigración es una constante en Miike, que quizá alcanza su punto álgido en "City of the Lost Souls". "Dead or Alive" es mi film preferido de Miike junto a "The Happiness of the Katakuris", "Full Metal Yakuza", "Ichi the Killer" y "Visitor Q", sin desmerecer a ningún otro. La segunda parte de D.O.A. también me encantó, aunque no posea el impacto de la primera.
En fin, voy a visitar más a menudo este blog. (PD: y esperando con ansias el episodio censurado de Miike en la serie "Masters of Horror").
Joan-Pol, Barcelona.
Gracias por la confianza Joan-Pol. En cuanto a "Dead or Alive 2", te dejo un enlace de otra reseña que le dediqué. A mi personalmente me encanta, igual o mas que la primera: http://www.eigaotaku.com/index.eiga?ap=noticias&nid=101
Saludos
Publicar un comentario