viernes, mayo 25, 2007

[Reflexiones] Baloncesto & Cine: Lebron James y la "política de los autores"



La “política de los autores” engendró monstruos. Y los creó porque se atrevió, no solo a conceder al director el poder absoluto y omnisciente, sino a decidir con dedo apuntador, quien era autor y quien no lo era. Con la “política de los autores” se creó la autoconsciencia, el anteponer la rúbrica al trabajo, la facilidad del escapismo ante el rigor, en definitiva, se creó la excusa. No creó directores sino que originó nombres que devendrían en marcas. La “política de los autores” es una idea moderna que en verdad es la primera idea posmoderna.

Uno no imagina a Bresson, a Renoir, a Mizoguchi o a Ozu preguntándose sobre la supremacía de su próxima película…lo de ellos era rodar y seguir descubriendo. Cuando a John Ford le preguntaban por tal o cual aspecto de su cine, él sólo respondía que hacía películas. Hay algo de idílico en esa idea, una cierta virginidad ante la crítica/industria de la que hoy en días pocos directores pueden sentirse orgullosos. Porque la mayoría se han hecho lo suficientemente autoconscientes de su propio arte, de su supuesta influencia, que su cine se ha oxidado, se ha vuelto previsible y académico; se preocupan más por firmar un plano que por satisfacer una necesidad instintiva. Son los casos de Michael Haneke o Theo Angelopoulos. Otros ya nacen autores, como Jaime Rosales, que en su notable Las horas del día quiere dejar claro que él es un autor, y que su cine está por encima de una industria. De ahí que alabemos al Apichatpong Weerasethakul de Syndromes and Century, al Jia Zhang-ke de Still Life, o al Park Chan-wook (¡ups!) de I’m a cyborg but that’s Ok, a cineastas que no son conformistas y que intentan defenderse de los caminos que les impone el mercado.


Asimismo, Lebron James es el primer hijo baloncestístico de la “política de los autores”, es un producto al que le han inoculado que debe ser grande, que por encima de ganar partidos él debe resolverlos. Está en boca de los analistas desde que era un adolescente, cuando aparecía junto a Sebastian Telfair en las portadas de Sport Ilustrated. Lebron no era un artesano, era un autor, “the chosen one”, el niño destinado a ser el hombre del baloncesto.

Lebron James nunca ha jugado al baloncesto como él juega realmente, porque siempre lo ha jugado como le dictan los demás, como le ordenan sus marcas de ropa, como le grita el público desde la grada, o como escriben los analistas (¿críticos?) desde sus columnas. Quiere creerse que puede jugar como “Magic” Johnson cuando por sus condiciones podría fundar un nuevo arquetipo del basket –como lo han sido de alguna manera Kevin Garnett o Dirk Nowitzki-. A diferencia de Wade o incluso de Carmelo, Lebron no quiere jugarse el último tiro de los partidos, le obligan a que se lo juegue.

En la última posesión del primer partido de final de Conferencia contra Detroit, Lebron penetró por el centro de la zona. Cuando estaba frente al aro decidió doblar el balón a un compañero en la esquina para que éste fallara el triple y Cleveland perdiera el encuentro. “Magic” y Barkley le reprocharon que no se jugara el último tiro. “El Elegido” juega agarrotado, se le ve en su cara. Cuando falla, primero mira al aro, luego al árbitro, a continuación vuelve a defender sin que por ello se olvide de mirar a la cámara, en un gesto inconsciente que tiene más de producto de marketing que de jugador de baloncesto. Lebron ha tenido la “mala” suerte de nacer en un país que fabrica productos, de crecer cuando aún persiste la necesidad casi necrofílica de encontrar a un nuevo Jordan, y de que en vez de “rodar” su película, siempre termina filmando aquello que los demás quieren que filme. Como un “autor”, vaya.

Saludos

8 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Hermosa reflexión sobre la carga impuesta a partir de los opinólogos que llevan ciertas personas. Creo que la política de los autores era totalmente discriminatoria y tiene un efecto en la crítica hasta el día hoy. No sólo paraponderar a autores sino para destruir a algunos por siempre. Es por eso que John Huston, grande si los hay, no es aceoptado en su totalidad por los críticos, y hay muchos ejemplos de estos. Si existieron las listas negras que prohibian a gente trabajar extas son otro tipo de listas, menos duras pero que sepultaron a muchos cineastas a la categoría de prescindibles. Saludos!

Anónimo dijo...

Gran artículo, camarada.

El misionero dijo...

Muy bonito Roberto. Aunque yo creo más en que Lebron es el típico producto para ganar oscars que al final falla porque la interpretación principal no sigue el guión tan "oscarizable" (y donde digo oscarizable digo cannesnizable que es casi lo mismo si no es igual)Y lo que pasó en Auburn Hill fue que como Bogart en Casablanca no quiso asegurarle a la chica un futuro incierto (la prorroga) sino que quiso que la gloria (llamemos así a esa puta) se fuera con el otro, con un hombre bueno y responsable, un currante eficaz de esos que anteponen el trabajo de equipo a su propio triunfo personal (Donyell Marshall)Yo creí en esa escena tanto como no creo en los premios.

Tanto como creo en Billups, Hamilton (prefiero tener a este en mi productora antes que a Lebron y Kobe juntos), Prince, Sheed y Webber. Y a ratos en esos secundarios con frase tan sorprendentes como Maxiell o Delfino.

Anónimo dijo...

Sinceramente y sin ánimo de ningún pelotismo, me parece un excelente artículo de reflexión.

De acuerdo con Budokan sobre la "teoría de los autores", yo tb soy de los que defiende el cine del gran John Huston, si este señor no es autor apaga y vámonos..

Sobre Lebron James supongo que el simil con la política de autores está justificado más o menos, porque no hace falta ser muy listo para saber que no es Jordan, por mucho que quieran colocarle como substituto. Bajo mi humilde punto de vista aún le falta bastante para ser como Nowitzki o Bryant.

Saludos

Roberto A. O. dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Y misionero, ¿no crees que en el fondo ambas cosas no dejan de ser un poco lo mismo? es decir, productos prefabricados para su éxito en una u otra sección del mercado.

Y bueno, a ver si los árbitros se cortan un poquito porque la jugada final del segundo partido fue de traca: menuda manera de dar "palos" en la defensa de Hamilton sobre Lebron y los colegiados hacían mutis. Tremendo...de hecho, solo quiero que los Pistons lleguen a la final porque es la única oportunidad que tengo de no ver a los putos Spurs (otro arbitraje el de anoche...y van...) levantando otro anillo.

Saludos

dunker dijo...

Este año más que nunca LeBron ha demostrado que no es ese Magic Johnson que decían iba a ser. Es un jugador físico con destellos ocasionales de virtuoso, una especie de Ronaldo cuando jugaba en el Barça y se llevaba por delante a quien se pusiera en su camino hacia el gol (como Marc Lenders de Campeones).
En ocasiones nos olvidamos que Jordan también falló tiros ganadores y doblaba el balón en las finales para que tipos como Kerr y Paxson las enchufaran (que es lo que no pasó en Detroit).
Ah, vistos los testículos: macho. Los Cavs en la final gracias a LeBron (22 años y medio). Por cierto, ¿cuántos conocían a Gibson antes de que LeBron empezase a doblar balones?
Me ha gustado el blog.
Volveré.

Anónimo dijo...

La política de los autores en el cine me parece el timo del tocomocho, en especial la afirmación esa de que la peor película de un autor siempre será mejor que la mejor película de alguien que no lo es... Semejanza chifladura no merece ni ser considerada...

Sobre el basket... a Kobe parece que le ha superado el efecto Jordan y eso que ganó varios anillos (pero claro, con Shaquille),Lebron no sé cuánto durará, pero bueno, mi interés baloncestístico actual son las semifinales de la ACB, que está todo muy muy igualadico...

Anónimo dijo...

Una maravilla esta reflexión.