martes, mayo 08, 2007

[Masters of Horror 2] "Valerie on the stairs", de Mick Garris: Historia(s)



A menudo resulta embarazoso atribuir los méritos de una adaptación cinematográfica a quien la traslada a la gran pantalla o, en caso contrario, al creador de la obra original. Discernir entre la influencia de ambas figuras –ambos, por cierto, creadores, pese a que uno escarbe en el otro- y otorgar el crédito final resulta cuanto menos un acto inútil de inferencia, algo que nos ocurre cuando intentamos separar, desligar, las no pocas virtudes que contiene Valerie on the stairs, octavo episodio de una discreta segunda temporada de la serie televisiva Masters of Horror. Ya conocemos lo suficiente a su realizador, Mick Garris, un director sin talento, sin inquietudes palpables, cuyo mundo personal va a rebufo de un escritor que ha ido perdiendo su gran talento con el paso de los años, envenenado por una prolífica (y acaso excesiva) carrera literaria (Stephen King). Garris ni siquiera posee la gracia del buen artesano, el savoir faire de quien se entrega al cultivo cinematográfico de un género que le atrae pero al que es incapaz de sacarle partido, pese a su ya extensa nómina de obras. En definitiva, que Garris no es Stuart Gordon, este sí un esforzado "currante" que en base al trabajo duro y a la fragua en los submundos de la serie B, ha aprendido el ABC de lo que se espera de un correcto producto de género. Pero he aquí que Garris se topa con un breve relato de Clive Barker y termina entregando su mejor trabajo hasta la fecha, aunque al final al espectador le interese más qué nos cuenta la historia, que la manera en que está contada, en parte por la poca pericia de Garris como creador de atmósferas, y su tendencia a caer en la ponzoña visual, cuando lo que narra pide a gritos otro tono.

Valerie on the stairs se adentra en esos territorios tan gratificantes de la metaficción literaria, pero donde el folio se transmuta en celuloide, porque al fin y al cabo ambos medios se nutren de una misma fuente: el hecho de contar historias. Un escritor en busca de su primera publicación, un hotel herrumbroso ocupado por extravagantes fracasados que se resisten al éxito literario, un misterio que bulle tras las paredes, y una mujer hermosa. Neurosis tras neurosis que engloban un universo de significantes muy reconocibles pero que a su vez dan lugar a un significado heteróclito que trasciende su propio material.

Valerie on the stairs -relato y largometraje- sería muy del gusto de Fernando Savater, como seguramente también lo fue La joven del agua, porque ambas obras resucitan el ansia por contar historias, una necesidad exorcística, de curación pero también de dependencia hacia el milagroso acto de narrar, que esclaviza al mismo tiempo que libera. Valerie on the stairs nos remite a la creación dispuesta como proceso vampirizador, doloroso cuando el artista se niega a deshacerse de su historia y prefiere convivir con ella; pero al mismo tiempo expresa la renuncia de sus propios personajes ficcionales a permanecer inertes, inanimados dentro de sus páginas, víctimas de unos códigos inamovibles. De un modo mucho más austero y humilde que Más extraño que la ficción, aquí los personajes también se rebelan contra el destino al que los aboca su creador.

En su naturaleza de relato de aventuras, de historia de fracasados que desean ser titanes, Valerie on the stairs no es ajena a esas ominosas catacumbas que eternizan el mítico enfrentamiento entre el héroe y el villano, aunque Garris no parezca olfatear el sentido que propone Barker y casi lo enmascare con pechos voluptuosos y vértebras extirpadas. Hay materiales demasiado ricos como para ser desperdiciados, y como ejemplo su epílogo, majestuoso, de una belleza inimaginable para su realizador: la derrota final de la ficción frente a la razón cuando el protagonista, incapaz de desligarse del cuento, atraviesa el pórtico imaginario de la historia y se deshace en montones de papeles. El aciago triunfo del realismo sobre la imaginación, o la trágica imposibilidad de que ambos universos puedan coexistir en armonía.

Saludos

5 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Aún no vi este episodio de esta serie que es uno de los productos televisivos más importantes de los últimos años. Tu crítica me anima a hacerlo. Hasta ahora vi varios entre los que se destacan el de Carpenter y Dante.

Hombre Lobo dijo...

Eres la primera persona con la que he podido comentar este episodio, y me alegra comprobar que efectivamente no soy el único al que le ha gustado. Ignoro si en esta ocasión los méritos son de Mick Garris o de Clive Barker (ese Barker moderno al que le ha dado más por la fantasía que por el terror), pero en todo caso da en el clavo. Quizás porque, como dices, me pega muy cerca. Y ese final, sin duda, es de los más hermosos y coherentes que he podido ver en un producto de este género. Parece ser que Mick Garris finalmente ha acertado.

Un gran saludo.

John Trent dijo...

En cuanto pueda empiezo con esta segunda temporada de la serie, que, segun dicen muchos, es peor que la primera -que, dicho sea de paso, tampoco era realmente destacable salvo dos o tres episodios, aunque se podia ver-.
El anterior de Mick Garris...digamos que es pasable, pero podia haber sido mucho mejor.

Anónimo dijo...

Oye, me acabo de fijar que pasas a aparecerme como alma gemela por filmaffinity, te salgo yo tb? xD

Ya siento el comentario no ligado al texto, pero llevo mucho cansacio (y otras cosas aun peores, que cabrona puede ser la vida) encima y no ando mucho para leer...

Un saludillo

Roberto A. O. dijo...

A mi es que me pareció un trabajo muy estimable y rico en interpretaciones, pese a que Garris carece de talento para la composición de atmósferas macabras.

Freddy, lo de las almas gemelas no es mutuo, creo...lo sé porque soy alma gemela de varios amigos míos, pero ellos no salen en mi lista. No entiendo el procedimiento, vamos...jejeje.

Saludos