miércoles, enero 10, 2007

[Estreno] "María Antonieta" (2006) de Sofia Coppola: Jooo tía, ¡que fuerte lo de ser reina!



Tras la muy difícil acogida que buena parte de los medios le dispensaron en su premiére mundial durante el pasado Festival de Cannes, esperábamos ver en María Antonieta (Marie-Antoinette, 2006) una obra transgresora que finalmente no ha sido, aunque es normal que la crítica francesa arremetiera frontalmente contra el film de Sofia Coppola como si de una cuchillada prometida se tratase, al conocer que la hija mimada de Francis Ford Coppola pretendía atreverse a revisitar el pasado histórico de Francia a través de uno de sus personajes más icónicos. Este hecho no hace más que deslegitimar a ese sector de la crítica que gusta rasgar más allá de la mera recepción artística –que viene a ser igual que aquellos que machacaron a La Pasión de Cristo (The Passion of the Christ. Mel Gibson, 2004) simplemente porque Mel Gibson es un católico ortodoxo y ultraconservador-, y que al mismo tiempo realza el descaro de una jovencita engreída y malcriada en su afán por seguir llamando la atención. Pero lo que sí está claro es que más allá de vituperios y escarnios colectivos sobre la figura personal de Sofia Coppola, María Antonieta, aún plegada a ciertas concesiones, es una obra muy personal, fruto de una mirada única y difícilmente equiparable a cualquier otra, algo que se agradece mucho en la actualidad, sobre todo tratándose de un género tan codificado como el cine histórico. Es decir, que no estamos frente a Romeo y Julieta de William Shakespeare (Romeo + Juliet. Baz Luhrmann, 1996) ni mucho menos Lancelot du Lac (id. Robert Bresson, 1974), pero sí ante un largometraje con no pocos extraordinarios detalles, aunque tampoco esté exento de sinuosas trampas.

En María Antonieta, Sofía Coppola traslada el grueso corpus de Las vírgenes suicidas (The Virgen Suicides, 1999) a la Francia de finales del s. XVIII, un imaginario estético y conceptual ya asentado desde su debut y más relacionado con su primer trabajo que con Lost in Translation (id, 2003). En un mismo espacio conviven por tanto, la opulencia de la realeza, la pomposa escenografía y el recargado vestuario, junto con las estancias vaporosas, el espíritu indie de las reuniones de adolescentes, y la liviandad de sus mismos cuerpos, encorsetados en un mundo de leyes y servilismos que sin embargo terminan aceptando porque así está estipulado –aunque, si tanto se quejan de esto, poco hacen por rebelarse ante ello. Este choque dialéctico le sirve a Coppola para realizar una doble exposición: por un lado, para la joven cineasta la adolescencia (femenina) se sustenta sobre una base transhistórica y continuista; básicamente no existen diferencias entre este período vital para aquellos que vivieron en la Francia del s. XVIII que para las jóvenes norteamericanas que acuden al instituto en pleno s. XXI: sus preocupaciones son las mismas –al menos para la clase acomodada/aristocrática, el target de la realizadora-, solo que mientras ahora se exige un esfuerzo intelectual por terminar una carrera y buscar un trabajo que de mucho dinero, en el pretérito las obligaciones se concentraban en casarse y tener una rápida descendencia. Todo lo demás permanece casi inalterable: los bailes de máscaras sustituyen a las raves y a las discotecas, las drogas varían en su constitución que no en su uso, los cuchicheos y rumores prejuiciosos persisten de forman sibilina, los valientes caballeros ocupan el lugar como amantes de los quaterbacks del equipo de fútbol americano, el entusiasmo ante la bisutería, el peinado y la zapatería –excepto las Converse (sic)-, la evasión como estrategia frente al universo de los adultos, etc… Coppola no entiende de “efectos cohorte” o generacionales: si las adolescentes (repetimos, burguesas) de ambas épocas respondieran el mismo test o cuestionario los resultados apenas variarían; un punto de vista tan debatible como respetable.

Por otro lado, esa miscelánea de texturas le permite también ir construyendo una figura histórica de manera un tanto anacrónica, y por tanto, desplazada. Las dificultades que sufre María Antonieta para adaptarse en un ambiente hostil que nunca está conforme con su presencia –primero por su origen no francés, segundo porque parece incapaz de satisfacer a su marido, y por último porque no consigue darle un hijo- es análoga al sentimiento de extrañeza del público que se enfrenta a una obra que no pretende establecer la enésima construcción rigurosa de un período histórico, sino que quiere romper (no totalmente) con las limitaciones de sus códigos. La desconexión de la soberana ante el universo que la rodea (¿ante el mundo adulto?) se palpa en la elección de los encuadres y de su composición que utiliza Coppola, más rígidos, fríos y distanciados cuando ésta se encuentra incómoda o atrapada, y que sin embargo se transforman en cálidos y suaves acompañamientos cuando, ahora sí, María Antonieta se libera de sus mínimas obligaciones para ejercer como adolescente desinhibida y vital, como sucede durante su bucólica estancia en la casa de campo, o cuando comparte fiestas y divertimentos con sus acompañantes de edad. Este brutal distanciamiento, esta creación de un microcosmos profundamente artificioso se extiende también a su faceta como representante social, a su desinterés casi ingenuo por la plebe, a la cual inteligentemente Coppola esquiva salvo en los últimos minutos de metraje, cuando esta se personifica ante la reina reclamando su cabeza. Al fin y al cabo, cuando a la María Antonieta de Sofia Coppola se le comenta que sus considerables gastos harán inevitable la entrega de donaciones al pueblo, ella está más preocupada por escoger los setos que vayan a juego con el resto del decorado natural. Su frivolidad solo puede ser explicada por su inmadurez y desconocimiento del puesto que ocupa, una visión nada extraña ni incongruente para una niña que se casó con catorce años y que a los diecinueve fue nombrada reina.


Si bien el sustrato reflexivo del film no deja de ser bastante controvertido, en particular porque las semejanzas entre María Antonieta y la propia Sofia Coppola pueden llegar a ser tan indiscutibles que se podría pensar que la realizadora exculpa moralmente a la soberana por el derrumbe de una nación cuando ésta, por mucho que se recalque su inconsciencia y bisoñez, formaba parte de aquel mundo, éste es un terreno demasiado pantanoso sobre el que aventurarse puede convertirse en un viaje sin retorno. En cambio, ateniéndonos simplemente a lo cinematográfico –si acaso es posible desligarlo de lo ideológico-, es necesario aplaudir a Sofia Coppola porque ante todo ella es una gran directora de cine, con un dominio cada vez más firme de su lenguaje y de la puesta en escena. Coppola manifiesta una confianza absoluta en la imagen, y en una época donde la imagen ha sido ya tan vulnerada pero paradójicamente sigue siendo subexplotada por un importante número de cineastas, uno de los mayores halagos que un artista puede recibir es que parece estar dotado con el don de contar una historia solo mediante fotogramas, sin necesidad de subrayarlos o acompañarlos con diálogos. En este sentido Coppola es capaz de concederle al film el tono que cree más idóneo en cada momento, en cada secuencia: desde el espíritu contemplativo en su retiro campestre, la estructura repetida de acciones de María Antonieta en su vida de palacio que deviene en sempiterna rutina, o el ocaso final de su modo de vida, narrado mediante bruscos cortes en negro, por momentos desgarradores –y que incluye una grandiosa elipsis dentro de plano-, hechos que no hacen más que dejar constancia de la inequívoca fuerza visual del largometraje. Incluso los momentos musicales plenamente ochenteros (1), menos cuantiosos y exagerados de lo que se preveía, tienen una función liberadora tanto para su protagonista como para el film, ya que rompen con las convenciones más tipificadas del género y al mismo tiempo se erigen como constatación del estado mental de los propios personajes.

Parece obvio que, aparte de reacciones encontradas y posicionamientos más o menos extremos, María Antonieta será fuente de múltiples análisis y lecturas desde los más heterogéneos puntos de vista, quizá demasiados para lo que pretendía la realizadora norteamericana. Es evidente que desde aquí no buscamos limitar el estudio de una película, ya que ésta, como obra de arte que es (que debería ser) debe trascender las pretensiones de su autor para posicionarse en la historia y adquirir un carácter polisémico que la libere de acotaciones normalizadas. Sin embargo, hay en María Antonieta algunos detalles que desvelan su ligereza, o al menos una cierta falta de coherencia hacia aquello que aparentemente se desea contar. Para empezar, el hecho de filmar en Versalles ya se manifiesta como algo injustificado porque, ¿acaso la construcción de un universo tan artificioso e irreal no es incompatible con el rodaje en escenarios naturales? ¿No será esto un mero capricho por rodar en el interior del lujoso palacio? Es innegable que Sofia Coppola no posee la lucidez de Eric Rohmer, ni María Antonieta puede compararse por ejemplo a La inglesa y el duque (L’anglaise et le duc. Eric Rohmer, 2001) en su trabajo con los decorados. Además, el hecho de que todos los actores hablen en inglés –con la clara diferenciación del inglés con acento británico para los constreñidos adultos y el norteamericano para los jovenzuelos- contrasta con el gratuito uso de locuciones en francés, cuya única explicación radica en que suena “cool”. Son tics verdaderamente molestos, porque de algún modo nos obligan a pensar que, por encima de interpretaciones de alto calado, María Antonieta no deja de ser un bonito juguete para su directora, del mismo modo que la función de reina lo es para su protagonista. Quizás porque mientras muchos siguen luchando por un mísero presupuesto para sacar adelante su proyecto, jugándose su futuro en una indescifrable recepción de la taquilla, Sofia Coppola sigue comiendo deliciosos pasteles cortesía de American Zoetrope. Y eso es algo que da mucha tranquilidad.

(1) Un detalle, el de utilizar canciones contemporáneas en el cine “de época” nada novedoso por otro lado. Solo debemos retrotraernos a un caso tan reciente como Destino de caballero (A Knight’s Tale. Brian Helgeland, 2001), pero claro, ¿quién va a prestar atención a un trabajo pasto de multicines y de consumo adolescente? Suponemos que su realizador no irá nunca a Cannes ni tendrá el glamour de Sofia Coppola, de ahí que apenas nadie haya reparado en el mismo.


Saludos

30 comentarios:

Roberto A. O. dijo...

Por cierto, el título es un homenaje a mi estimado amigo K.Brohn. Me inspiré en él para escribirlo....

Saludos

Anónimo dijo...

A mi me pareció demasiado hard y pretenciosa y el final exculpador me pareció imperdonable, aunque muy buena reseña la suya.

pasmao dijo...

La Dunts esa al lado de Sarita Montiel en el último cuplé es una mera aficionada

K.Brohn dijo...

Vaya, esto... me siento tan orgulloso como Pat Morita, o eso creo.

No he visto la película, me tira p'atrás de forma irremediable. No guardo muy buen recuerdo del intento de segundo visionado de "Lost in..." y no he visto su debut en el largo. Aun así, un texto más que interesante.

Anónimo dijo...

Bueno, ya sabes lo que opino, es decir, lo insoportable que me parece esta película, tan hueca y repipi como un anuncio de compresas (je) y tan empalagosa como un atracón de pasteles.

Se ha hablado de que Coppola tiene una mirada personal, de su habilidad para contar la historia con imágenes sin casi diálogos, de su dominio de la puesta en escena... No sé, yo dudo de todo cuando la película en cuestión me produce una sensación de hartazgo total. Salvo en los primeros minutos, donde Coppola sitúa a su protagonista en Francia y plantea su matrimonio, con una narración dinámica y casi exclusivamente visual, el resto me parece tedioso en su reiteración. Es como si la idea se le agotase rápidamente, y esas dos horas le sobrasen en mucho.

¿Realmente creéis que la película se dirige a algún sitio, a algún objetivo? ¿Son necesarias las dos horas para contar lo que cuenta? ¿Esta chica conoce la síntesis? ¿Es "María Antonieta" algo más que una soporífera reiteración de personajes disfrutando de una vida glamurosa?

Tonio L. Alarcón dijo...

Pues yo no he visto la última de la Coppola pero...

¡¡Mañana veo "Apocalypto"!!

Ya os contaré.

Señor Toldo dijo...

Pues sabe usted que estoy muy de acuerdo con todas sus reflexiones, sí señor. Incluso coincidimos en esa consideración de juguete imperfecto pero muy disfrutable.

Pero no me compare los Queen (agh) de Destino de caballero con los The Cure y New Order de Maria Antonieta, pofavó :P

Roberto A. O. dijo...

No comparo Señor Toldo, solo le concedo al César lo que es del César, y en este caso, la película de Helgeland utiliza este anacronismo antes que la de Coppola, funcione mejor o peor, aunque en el fondo sus objetivos no sean muy distintos.

Saludos

K.Brohn dijo...

Yo te doy la razón, Roberto, incluso sin haber visto ninguna de las dos. Cuando vi que en Mariantoñeta se hacía ese uso de la música contemporánea me vino a la cabeza "Destino de caballero". Como bien dices, los objetivos no deben ser muy dispares. La diferencia radica en que la Coppola ha discursivizado (la palabreja no debe ser así) extracinematográficamente el asunto, defendida por los conversos del gafapastismo, mientras que la de Helgeland fue alabada mayoritariamente por adolescentes y lemmings de Centro comercial.

Ya digo que no juzgo ninguna de las dos pelis, hablo del entorno.

señor austin powers dijo...

Insisto. En todos los ejemplos que escu cho como antecedentesw es música que se incopora al relato o cantada o bailada por los protagonistas. En M.A. la directora enga´ña, solo en la escena del baile parece que la musica que bailan es rock, pero no lo es, están bailando musica de camara clásica

John Trent dijo...

Las virgenes suicidas no me interesaba nada y finalmente ni la vi, aunque Lost in translation me parecio una obra maestra. De nuevo, con Maria Antonieta, Sofia Coppola hace con su nueva pelcula que no sienta ningun interes. A parte de pintar mal, claro.

El amigo de las tormentas dijo...

Yo me llegué a aburrir tanto que sólo me despertaba del sopor la inclusión de excelentes canciones como "all cats are grey" de the cure para los créditos, gang of four en los primeros momentos del metraje y algunas fantásticas piezas de The Radio .dept.

Borja dijo...

Firmo esta excelente crítica! Yo destacaría sobre todo el ritmo maestro, absorbente y que en todo momento coincide con lo que está viviendo la protagonista, pero sin grandes saltos. La parte en que está en su casita de campo, a alguien más le recordó a Malick o es obsesión paranoide?

Roberto A. O. dijo...

Para mi, la recepción de esta película, como la de otras muchas tantas en general, no hace más que dejar en evidencia la radicalización del espectador. Y es algo que no pretendo dirigir hacia los demás sino también hacia mí mismo, ya que muchas veces me ha ocurrido (e intento que no). Con esto intento decir que parece que nos posicionamos de una manera irreversible, como si nuestra primera opinión fuera irrebatible, y mientras más intentan cuestionarla otros, más furibundos nos ponemos. En demasiadas ocasiones no hacemos más que darnos cabezazos contra la misma pared, sin necesidad de escuchar un poco o al menos, intentar asimilar lo que otros dicen y que pueden ayudarnos a entender mejor una película, a cambiar nuestra concepción de ella, o simplemente, a seguir manteniendo esa posición.

Por ejemplo, yo pude ver "La joven del agua" en un pase de prensa muy temprano, cuando nadie por aquí había opinado sobre ella. La única referencia era el desastroso recibimiento crítico en USA, algo que obvié ya que sucedió lo mismo con "El bosque" y luego resultó ser una maravilla. A mí la película me emocionó, me pareció sublime, pero luego empecé a leer los funestos comentarios que muchos le dedicaron. Eso me llevó (no lo niego) a radicalizarme a favor de la película, realzando sus virtudes y minimizando sus errores. Lo que pasa es que no he leído ni una sola crítica negativa que realmente haya hecho que me planteara que "La joven del agua" es una mala película. Ningún comentario ha sido capaz de cambiar (o al menos readjustar) mi percepción.

Esto por ejemplo no me ha sucedido con otras películas. En un sentido negativo me pasó con "United 93", que cuando la vi me pareció muy interesante pero que a base de leer ciertos comentarios me ha parecido tan manipuladora como puede serlo "World Trade Center". O en un sentido positivo: unos meses hacia atrás en este mismo blog le dediqué una líneas muy fuertes a "Izo" (si bien en mi defensa encontré cosas interesantes...jejeje); pues bien ,con el tiempo creo haberla entendido mejor y ahora me parece una gran joya.

Con esto quiero decir que en demasiadas ocasiones nos cerramos de manera tan estúpida a nuestras apreciaciones, que terminamos aislándonos del mundo y convirtiéndonos en unos integristas del pensamiento único (y esto puede interpretarse como a cada uno/a le salga de las pelotas/ovarios). Pero no se confundan, esto no se relaciona con un carácter débil o con unas convicciones inestables, sino con la necesidad constante de aprender, de ser mejores y más tolerantes (joder, odio esta palabra pero no se me ocurre ahora ninguna otra), de que crezcamos al amparo de los demás. Intentemos progresar un poquito...por favor.

Y bueno amigo Borja, más que a Malick a mi el "momento hierba" me recordó a "Gladiator"...jejeje. Bueno, yo creo que aunque formalmente se parezcan, los objetivos son muy, pero que muy, distintos.

Saludos

Anónimo dijo...

Te diría lo mismo que al señor Toldo (justo vengo de su crítica) que el aire azucarado que desprende la película es lo que finalmente m echa hacia trás, porque ahora no me apetece azucar y la masacraria con o sin razón, pero me ha apaetecido matizar una cosa... yo directamente machaqué La pasión de Cristo porque más previsible no podía ser el asnto, la historia me interesaba cero y lo veia todo muy exagerado, a ver cómo se me rebate eso! XD

Por cierto, pobre favor hace a mis posibles ganas de verla el matiz (aunque sea irreprochable por otro lado) de referirse a Destino de caballero... que haría uso anacrónico de la música, pero.... es que la película en si misma era anacronía pura XD

Anónimo dijo...

No es por comparar, pero ahora mismo en la cartelera hay dos películas que reducen a cenizas al artefacto de la señorita Coppola. Me refiero, claro, a las de Eastwood y Nolan. Hala. :P

Jordi Guinart dijo...

Como directora está claramente sobrevalorada, y todavía tiene que demostrar que lo es con una gran película. Que Lost in Translation tuviera buena factura no quita que tuviera sus buenas lagunas argumentales y de ritmo, y pienso que explicar cosas visualmente, sin diálogo, no es mérito exclusivo de nadie, ni tan siquiera mérito a secas. Es un recurso narrativo más que muchos otros directores han empleado mucho mejor que la Coppola.

Jorge M.

Roberto A. O. dijo...

Narrar visualmente una película no es un recurso narrativo más, es cine en estado puro; de hecho, de eso trata, de sublimar el poder del cinematográfico e intentar obviar otros recursos que si bien los ha acogido, no le son tan propios. Es realmente difícil componer un plano de una manera que éste hable por sí solo de los personajes, que nos explique su visión del mundo y de la vida. Eso es CINE.

¿Qué otros realizadores lo han empleado mejor que la Coppola? Pues seguro que sí, pero en cualquier caso yo no he afirmado lo contrario.

Saludos

Roberto A. O. dijo...

Y bueno amigo freddy, evidentemente todos sabíamos de que iba "La pasión de Cristo" cuando fuimos a verla, y si a usted no le interesó en lo más mínimo poco puedo hacer yo. La diferencia estriba en que Gibson nos contó la historia con una convicción y una furia que nadie podría repetir hoy en día, con una autoconsciencia atroz de estar narrando lo más grande que podría narrar. Esa fuerza, esa independencia total (ideológica y económica), es lo que dota a la película de carácter, además de un aire tremendamente contestatario.

Es más, y caemos en las odiosas comparaciones pero que en ocasiones sirven para apoyar el discurso: si la escena de la flagelación la coge Caravaggio y la inmortaliza, nadie se atrevería a calificarla de "gore" vacío o "splatter" religioso. Recordemos que "La Pasión" no deja de ser una transposición cinematográfica de más de medio siglo de arte religioso extremo, que incluye no solo a Caravaggio, sino también a nombres como Nicolas Poussin o Andrea Mantegna.

De todos modos, no empecemos a hablar sobre Gibson...jejeje, ya habrá tiempo cuando se estrene "Apocalypto".

Saludos

Anónimo dijo...

Un matiz, Roberto: una cosa es que Gibson haga lo que dices en "La Pasión de Cristo" y otra bien diferentes es regodearse en el gore sin mesura alguna, alcanzando un extremo exhibicionista totalmente innecesario. Yo no la acuso de previsible porque ya sabíamos lo que íbamos a ver, pero no le veo mucho sentido a ese ensañamiento que bordea muy peligrosamente el mal gusto. Para mí, el señor Gibson se pasa mil pueblos.

¡Y ya me callo!

K.Brohn dijo...

Cuando te fustigan, sangras; cuando te coronan con espinas, sangras y debe doler brutalmente; cuando andas delcalzo con una cruz de madera maciza a tus espaldas seguramente se te abran unas llagas en los pies que escuecen como el meado del diablo; la gente acostumbra a escupir saliva infecta y no cocacola (que no sé qué sería peor).

¿Es necesario que Gibson sea tan explícito? Lo es bajo su punto de vista, coherente como pocos, del concepto del sacrificio y el martirio, presente no solo en "La Pasión..." o "Braveheart", sino incluso también en algunas de sus películas como actor, y estoy hablando de las más comerciales. ¿No hay cierta tendencia al sacrificio (crucifixión) en "Arma letal"?¿No existe apelación (algo cogida por los pelos, lo admito) a la figura de la resurrección en "Arma letal 2"?¿No acaba convirtiéndose el loco Max en una figura mesiánica en "Más allá de la Cúpula del Trueno"?¿No había encabezado un éxodo hacia la Tierra Prometida en la anterior entrega?

Y no, yo no creo que haya formas más efectivas para plasmar el sufrimiento físico inmediato que la explicitud gráfica.

Roberto, siento estar hablando de Gibson en un post sobre Sofia Coppola. No sé cómo ha podido pasar.

Roberto A. O. dijo...

Nada hombre, por favor, lo que pasa es que ya tendremos próximamente una buena ración de Gibson con "Apocalypto", cuyo debate promete ser apasionante. De todos modos, hago mías tus palabras k.brohn y suscribo cada una de ellas.

Saludos

Anónimo dijo...

Cuando te golpean, sangras. De acuerdo. Pero cuando te machacan como a un guiñapo digo yo que o te mueres o te desmayas o ya no te levantas. No creo que un ser humano tenga resistencia para aguantar que le masacren como a un muñeco de pim-pam-pum con ese catálogo de torturas.

Me diréis: "Es que Jesús no es un hombre corriente".

Y yo digo: al fin y al cabo me da igual que el personaje aguante o no carros y carretas. Lo que veo detestable es regodearse en algo que queda muy clarito sin necesidad de focalizar tanto la atención en esa sucesión infinita de torturas. ¿Recordáis cuando la punta metálica de un látigo arranca la piel de la espalda del pobre hombre? En primer plano. Bien clarito. Pa que se vea. Pa martirizarnos.

Si aceptamos en esta película algo así, también tendremos que aceptarlo en otras. Que no se nos olvide.

A mí me parece un exceso. Opinión personal.

Y perdonad por insistir, pero...

Anónimo dijo...

Ah... y yo no tengo nada en contra de la explicitud gráfica para mostrar tal sufrimiento. Lo que sí me parece despreciable es que un señor rebase todos los límites sin, bajo mi punto de vista, motivo. Porque lo que quiere transmitir se puede hacer de otra manera muchísimo más elegante y sutil, sin necesidad de emplear un tiempo exagerado en un sufrimiento y sacrificio que, a fuerza de insistir, se convierte en algo entre risible y asqueroso. Porque yo creo que este hombre mata moscas a cañonazos. Porque digo yo que habrá algún límite a todo esto...

Que Gibson tiene cojones no lo dudo. Otra cosa es que me guste lo que hace.

Y disculpas otra vez por desvirtuar el post. :P

Anónimo dijo...

Bueno, lo de que Jesús no es un hombre corriente no voy a decirlo yo precisamente. Pero sí que lo dice Gibson, y ahí está la clave del asunto. Yo no comparto para nada su discurso pero me parece que hay pocas formas tan claras y coherentes de transmitirlo.

No es violencia gratuita, lo que no quiere decir que no sea desagradable hasta un extremo bestial.

Roberto A. O. dijo...

Si aceptamos en esta película algo así, también tendremos que aceptarlo en otras. Que no se nos olvide.

Coño Max, esto parece una amenaza...jejeje. De todos modos, espero que no te estés refiriendo a películas del calado de "Hostel", la saga Saw o la precuela del remake de "La matanza de Texas", donde el uso de la violencia no deja de ser un cebo meramente comercial y taquillero....y es que hoy en día incluso la violencia extrema ha pasado a convertirse en una herramienta del "establishment". Tampoco sé si te referirás a la violencia de los "Kill Bill's" del Sr. Tarantino, sin ninguna implicación moral, solo estética, puro "guignol".

No creo que ninguno de esos sean los objetivos que busca Gibson, cuyo uso tan extremo de la violencia física lo conectaría más con "Saló o 120 días de Sodoma" de Pasolini, salvando todas las distancias ideológicas, claro está...que siendo tan contrarias terminan tocándose.

Saludos

Anónimo dijo...

Joder... me ha quedado como una amenaza, sí, pero tampoco quería que así fuera, jajajaja... :P

Es que a mí sí me parece violencia gratuita, lo siento. Y lo peor es que yo creo que está al servicio de la nada.

Pero no nos pondremos de acuerdo...

Dejémoslo, pues.

Próxima entrega de la polémica: "Apocalypto". ¡Hasta entonces! :)

Anónimo dijo...

Vale, quizá deba añadir un matiz a mi apreciación: Practicamente todo lo que huela a religión de forma explícita me repele... y más explicito (y excesivo) que "La Pasión de Cristo" me cuesta encontrar... Sé que además esa recarga es lo que dota de cierto interés especial a la película, pero en sí misma en todos los frentes (ni el tema, ni la historia, ni siquiera lo que planteaba el acercamiento de Gibson, no me interesaba nada) practicamente la tenia crucificada sin verla y sabía que era casi imposible que me gustase, pero la vi... ¿Completismo, estupidez, no tener nada mejor que hacer? ya ni lo recuerdo...

El misionero dijo...

Más que de la hija de Coppola parece de la hija de Ivory.

Andrés dijo...

Más allá de la violencia explícita --que, coincido con Max Renn, me pareció excesiva-- lo que más me molestó de "La Pasión..." fue que la película no deja lugar a dudas, no esboza la más mínima ambigüedad: o creemos que Cristo fue el enviado de Dios a la Tierra o somos unos tarados. Si hasta nos muestra las manos con agujeros luego de la resucitación.

Para volver a motivo original del post (aunque bastante tarde, es cierto), me gustó "María Antonieta". Es más: creo que la película pierde cuando se aleja de la la figura de la Reina para aportar cierto contexto histórico, como en las escenas de las reuniones del Rey con sus colaboradores.

Un saludo