martes, septiembre 09, 2008

Hellboy 2



Para aquellos que, como un servidor, no somos de ningún sitio, Hellboy es un formidable espejo en el que mirarnos. Para aquellos que queremos ser de todas partes y encajar en ambos lados, Hellboy ejemplifica dicho paradigma, mucho más que los apolíneos mutantes de X-Men. Porque Hellboy representa la contradicción del que no quiere desprenderse de lo suyo, pero a la vez desea adaptarse a su nueva realidad...y lo hace de manera física. Hellboy tiene cola y cuernos de demonio, pero lleva un rosario en su brazo izquierdo; su mano derecha es un inhumano amasijo de piedras de mínima sensibilidad y con la izquierda podría masturbar perfectamente a Liz. A Hellboy le crecen los cuernos cuando su "yo primigenio" se despierta, y a mí me da por bailar salsa cuando escucho algo de Estopa. Y de esa dialéctica en ocasiones emerge algo fascinante, pero otras veces uno termina dándose cabezazos contra la pared de pura impotencia. Así, la secuencia de Abe y Hellboy emborrachándose a ritmo de Barry Manilow tiene más de patética que de tierna: sólo a través del alcohol estas criaturas pueden dejar a un lado su verdadera naturaleza....es decir, que yo solo me emociono con Extremo Duro cuando me he bebido alguna que otra copa de más; en circunstancias "sobrias" la experiencia deriva en el análisis racional de la melodía.

En una futurible tercera entrega, Hellboy tendrá que decidir hacia dónde va y deberá sacrificar algo. Lo mismo ha de hacer Guillermo del Toro, a riesgo de que su película no vaya hacia ningún sitio o tenga alguna meta clara. ¿Logrará Hellboy desembazarse de su impronta demoníaca? ¿Lograré cantar algo de Los Secretos sin que parezca forzado? Yo, por aquel entonces, espero también tener más claro hacia dónde tengo que dirigirme.

Saludos

7 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

Pues es que me parece una película que juega mal sus bazas poéticas, sobretodo con momentos que me parecen dignos de Shrek. El de Barry Manilow como chiste me cuela y me rio y me parece LA RISA por heterodoxo. Pero esa repetición de los mismos malos de Blade 2... ay yo esperaba que imaginación tuviera más acepciones.

Anónimo dijo...

El Cine de Del Toro es un continuo quiero y no puedo. Ni siquiera sus pasajes más imaginativos (una extraña mezcla entre Lovecraft y Miyazaki) logran olvidar la pereza que da visionar un producto tan predecible y arquetípico.

Y sí. Del Toro ya se ha acostumbrado a navegar entre dos aguas. Pero no lo hace por cuenta de un exilio ni por razones de identidad. De hecho, dudo que haya dialéctica alguna entre lo que quiere contar y lo que sus productores le exigen. Más bien parece que no sabe navegar de otro modo, que ha hecho de dicha ambigüedad su sello personal (la excusa que siempre plantean aquellos que le defienden).

Con todo la película se deja ver.

Por cierto, la crítica no tiene desperdicio.

Saludos cinéfilos, camaradas.

chinocudeiro dijo...

Por qué te da por bailar salsa escuchando Estopa?

Roberto A. O. dijo...

Cosas de los genes, chino....

Del Toro se sigue hundiendo. Lo más alto fue "Blade 2", y a partir de ahí cayendo en picado, con "El fauno.." como punto álgido (por negativo). Estoy con Bango, quizás no da para más pero no deja de ser un friki, y por eso siempre le aceptamos sus cositas.

Saludos

chinocudeiro dijo...

Pero coño, al menos baila rumba.

Creo que pese al desliz de Hellboy 2, se es muy injusto con el cine de Guillermo del Toro.

PD: Sabes que se pueden ver ya buena parte de la programacion de Sitges a través de la web no?

Roberto A. O. dijo...

No sé Chino, para mi Del Toro se está dejando en evidencia a sí mismo con sus últimas películas...y realmente no ha podido superar su opera prima.

Ostras, es verdad....había visto la programacion en Judex, pero ya se pueden ver cositas en la web. Gracias.

Saludos

Anónimo dijo...

Es curioso, Roberto, cuando cantan en misa a mí me entran ganas de hacer el baile del platanito, y me crece el cuerno al despertarse mi "yo primigenio". Si tuviera que masturbar a Liz, lo haría con la izquierda, no me cabe la menor duda. Sin embargo, no me he sentido nada identificado con el bicho. Ni por la calva y las patillas, vamos.