jueves, marzo 02, 2006

[Retro] "Harry el sucio" (1968) de Don Siegel: Una áspera crónica social


Durante las décadas de los 60 y los 70, un grupo de indómitos realizadores expresaron su disconformidad ante una sociedad ideológicamente fracturada, un país envuelto en un clima beligerante y de tensión. Francotiradores cinematográficos como Sam Peckinpah, Nicholas Ray, Samuel Fuller o Don Siegel se encargaron de facturar productos crudos, difíciles de digerir, imbuidos de una rebeldía que en múltiples ocasiones les obligó a refugiarse en las catacumbas de la serie B, donde podían dar rienda suelta a su reacción ante un mundo desestructurado. Su cine, plagado de antihéroes nihilistas y de reprobada individualidad, atrapados en ese universo violento que los consumía, chocó frontalmente contra una serie de sectores críticos que no dudaron en tildarlos de reaccionarios o fascistas. El tiempo, siempre el tiempo, ha puesto a cada uno en su sitio, pero también ha establecido una injusta jerarquía que no duda en olvidar a algunos nombres, en este caso, Don Siegel.

Antes de firmar Harry el sucio (Dirty Harry. 1971), película que puso de moda el género de policías con métodos expeditivos, y que actúan al margen del cuerpo, Siegel ya había dirigido obras notables, como esa parábola social revestida de sci-fi que es La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasión of the body snatchers. 1956), o una estupenda adaptación de un relato de Ernest Hemingway, Código del hampa (The Killers. 1964). En Harry el sucio retoma uno de sus géneros favoritos, el policíaco, a través de una adecuada puesta al día de las convenciones de la novela hardboiled –el detective duro y desengañado- sustituyendo ese look claroscuro derivado del expresionismo por una visión “hiperrealista”, en la línea de títulos como Bullitt (id. Peter Yates, 1968). Ambas películas comparten –al igual que muchos thrillers de la década de los 70- una mirada escéptica ante una sociedad en estado de descomposición, enfatizado por una dirección distanciada, áspera, con aspecto de crónica periodística, plagada de zooms y planos rodados con teleobjetivo.


A diferencia de plagios e inspiraciones posteriores, desde las olvidables películas protagonizadas por Charles Bronson hasta los delirios postmodernos de Quentin Tarantino, el detective Harry Callahan está muy lejos de ser un apóstol del “ojo por ojo”. El personaje interpretado por Clint Eastwood es de algún modo una víctima más del sistema, un policía que, en otro tiempo, se adivina disciplinado y comprometido, pero cuyo progresivo desencanto le ha conducido al terreno del “outsider”. Es interesante apreciar como se presenta el propio Harry al público, no a través de una acción violenta, sino ejecutando su trabajo de manera ordenada. Incluso en la secuencia del robo del banco, su resignación le invita a llamar por teléfono a la central de policía, pero finalmente debe participar en la refriega, viéndose obligado a disparar, no sin antes haber recibido varias descargas. ¿Acaso Harry no sufre el desenfreno de unos ciudadanos, que no dudan en apalearlo sin preguntar, mientras éste intenta perseguir a un sospechoso? ¿O no está a punto de morir, debido a su intervención como negociador frente a un suicida?

La aparición del “serial-killer” Scorpio –cuyas características hacen pensar en un wasp- es la baza de Don Siegel para criticar abiertamente a diversas instituciones, tanto al departamento de policía como a los medios de comunicación. La maniobra de Harry por dar caza a un criminal que se escuda en los entresijos legales para salir indemne, no nos hace sino replantearnos las carencias de un sistema judicial que es perfectamente aplicable al presente. Y es que al final, a pesar de que el orden social es reestablecido, uno tiene una sensación agridulce, desalentadora, la de un combate ya perdido. Algo está fallando, parece decir Siegel, y realmente no sé si es demasiado tarde para repararlo.

Saludos

4 comentarios:

Tonio L. Alarcón dijo...

Ya lo comenté en clase: la comparación con "Taxi Driver" es muy significativa. La película de Scorsese muestra el conflicto del protagonista de forma mucho más evidente, si se quiere más sobredimensionada, mientras que "Harry el Sucio" narra lo mismo de forma más sutil y, claro está, en la piel de un policía.

Dejando a un lado, claro, que Scorsese y Schrader nunca podrían ser fascistoides (están por encima de todo eso), pero ¿a quién le importa Don Siegel como para intentar no juzgarlo a la ligera?

Roberto A. O. dijo...

Si es que ya lo decíamos. Uno ve "Taxi Driver", y sabes que Travis Bickle es un fascista de mucho cuidado, pero claro, es que es un psicótico. De hecho, se podía comparar a Travis Bickle con el Scorpio de "Harry el sucio", con la diferencia de que uno es un trastornado y el otro es un sociópata bastante cuerdo. Pero es que ambos terminan en libertad, debido a como funcionan las cosas.

¿Querían Schrader y Scorsese hablar de lo mismo que Siegel? ¿Han sido quizás más inteligente? ¿Más listos?....¿Más hipócritas? ¿O ha sido Siegel mucho más valiente y honesto?

Lo cierto es que a mi nunca me ha parecido "Harry el sucio" una película "facha", pero claro, si hay gente que ha dicho que el final de "Grupo Salvaje" es una apología de la violencia..apaga y vámonos. Supongo que este grueso de realizadores jugaban cartas tan ambigüas, que caminaban siempre por la cuerda floja.

Saludos

John Trent dijo...

Pues aun la tengo pendiente de ver. La consegui hace ya un tiempo pero con todas las peliculas que tengo por aqui sin ver aun esta en lista de espera. En breve la vere.

Anónimo dijo...

Amigos, me temo que juzgar estas pelis en términos de facha o progre es un poco como no haber entendido nada.
Lo que vienen a decir es que si se quiere algo bien hecho lo debe hacer uno mismo. Igual que Mistic River, la ideología de fondo podrían definirse como anarquismo individualista o quizás patronazgo (en Mistic) es decir MAFIA.
En cualquier caso, poco tendría que ver con la derecha tal y como la conocemos y padecemos hoy.