jueves, octubre 23, 2008

El sitio de Viena



Quien me conoce sabe, que en general, me gusta Jordi Costa. Y me gusta porque reconozco una extraña sensación entre la envidia y la admiración, entre el asombro ante su capacidad de síntesis y la algarabía por convertir la reseña en ensayo. Más allá de eso, me da igual que Costa defienda o no cierto tipo de cine o de manifestaciones culturales, porque Costa es uno de esos "escritores cinematográficos" que poco a poco van trascendiendo la infame ortodoxia de la crítica cinematográfica, necesitada ya de nuevos recursos. El problema de Jordi Costa, como bien comentaba con algún compañero durante el festival de Sitges, estriba en su arrogante autoconsciencia, en el papel asumido de "líder de", de cabeza visible de algún movimiento que le obliga a posicionarse, en muchas ocasiones, sin recursos para la defensa de dicho posicionamiento.

Y eso lo convierte en alguien previsible, y por tanto también adscrito a una cierta ortodoxia. Y lo digo porque leer "500% Costa" es saber de antemano lo que va a afirmar, lo que va a citar, y adonde va a llegar...y esto desactiva gran parte de su ingenio, de su magia. El moverse en algunos contextos implica adecuarse a ciertas normas, y por tanto, a perderse. Eso es algo que también le ocurre a Carlos Losilla en Cahiers España. Y le ocurre porque entrega lo que todo el mundo espera de él, a diferencia de su etapa en Dirigido, donde marcaba la nota discordante, sobre todo en su última época. A Losilla en Cahiers le ocurre lo mismo que a Costa en "Mutantes": se alinea y pierde su capacidad de trasgresión.

Todo lo contrario le ocurre en su deslumbrante novela/ensayo/autobiografía "El sitio de Viena", más mutante que todos los mutantes juntos....ejemplo de escritura libre, modelo inspirador y renovador para nuevas (y viejas) generaciones. Losilla parte de la (no) figura de Fritz Lang para elaborar un texto que es al mismo tiempo exorcismo personal, ensayo sociocultural, análisis cinematográfico y biografía renovadora, tan independiente de todo como pendiente de su propio rigor. En "El sitio de Viena", Losilla pone al cine en su sitio: no en un universo paralelo donde esconderse, sino en un estante anexo a nuestra vida de donde recavar experiencias para enriquecerla. En definitiva, el arte como complemento, no como subterfugio, que es más difícil pero al mismo tiempo más satisfactorio. Porque donde Costa termina hablando de SU vida, Losilla habla de LA vida, algo todavía más meritorio partiendo ambos de sus propias vivencias.

Saludos

8 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

De esa antología me quedo muchísimo con el relato de Mora, que me parece exquisito en su estilo. Del 500% Costa poco que decir: no le veo la arrogancia a una autoparodia, magnífica, cosida a través de otros relatos que hay que haber leído, y todos curiosamente en otras antologías (entre las cuales figura Franquismo Pop). El 500% Costa habla de un escritor que nunca fue a través de sus greatest hits (que si se piensa bien son sus únicas obras de ficción): a mi me parece que la ironía del asunto no tiene nada de ortodoxa.

El Miope Muñoz dijo...

Mañana le hablo de Losilla, que me voy a dormir. Aunque he leído el libro, me parece que hay dos errores de base: renunciar a la escritura confesional, que diría Umbral y me secundarían muchísimos más, y mezclar a los Mutantes con LA vida, como si Nabokov estuviera equivocado en sus conferencias.

ME ENROLLO. HE PUESTO EL TRÁILER DE MAÑANA. MAÑANA MÁS.

Roberto A. O. dijo...

Sinceramente, debo leer más de Costa, pero su trabajo para "Mutantes" me pareció letra a letra lo que todos sabíamos que Costa iba a escribir. O al menos esa fue mi impresión de un volumen cuya exclusión autoasumida los convierte en un grupo literario de autoayuda. Mi decepción fue acusada, salvando casos que ya conocía como Javier Fernández, Manuel Vilas y el que citas de Mora. Pero vamos, que tampoco soy un experto en "Mutantes"....

Con respecto a Losilla, no creo que renuncie a la escritura confesional, lo que ocurre es que integra todo tan bien que puede leerse como rígido (en ocasiones). Lo de Nabokov, sencillamente, se me escapa.

Un abrazo Alvy.

Saludos

El Miope Muñoz dijo...

Roberto, estoy tratándole de agregarle en un servicio de mensajería instantánea. ¡¿Usa Gtalk?!

Roberto A. O. dijo...

Sí, coño...enviame un mail y charlamos con tranquilidad.

Saludos

Anónimo dijo...

No voy a quitarle o ponerle razon con respecto al Maestro Mostrenco, de quien soy seguidor. Pero me resulta muy curioso que le achaque los mismos defectos que sin duda sufren muchos criticos de medios tradicionales y perfectamente adaptados al habitat que conforma esos circulos.
Un saludo.

El Miope Muñoz dijo...

Bien, pasado este fin de semana habitualmente ausente, pido disculpas por dejar un trailer sin proyección y aquí va mi respuesta:
Primero. Me llama la atención la cuestión de la estantería. Hay dos hechos relevantes: que Costa y Losilla son dos críticos de cine que, según parece, escriben ficciones. Que uno escribe un relato (antologado en Mutantes) y otro una falsa biografía de Fritz Lang (algunos diríamos novela). La primera parte del post es interesante porque es salomónica: al parecer se alinean Losilla y Costa según su situación. Pero en la conclusión llegamos a lo que es, para mí, inadmisible. Y digo inadmisible por el firmante, al que admiro y no retiro por ello mi lectura constante.
Vamos al tajo: Resulta curioso como la biografía es siempre parcial. ¿Por qué no son Costa y Losilla dos críticos literarios, ahora especializados (al parecer) en cine, siendo escritores? Sencillo: porque el autor busca proponer su tesis mediante lo profesional. Pero resulta curioso que lo que en el relato de Costa es un juego paródico con el sujeto (un narrador que se confiesa escritor en persona), lo Real (esos relatos son de Jordi Costa, claro) y su conclusión, investigación gira entorno al fracaso: ese escritor que nunca fue que, sorpresa, ahora está en una antología.
La analogía surge (y sufre) con Losilla. Losilla escribió un libro de Lang que no era tal y que al parecer sabe hablar de “LA vida” mejor que Costa que habla de “UNA vida”. Me voy al Curso de Literatura Europea de Vladimir Nabokov, dónde a propósito de La metamorfosis dice sobre el Dcotor Jekyll y Mr. Hyde:
“Quiero hablar sobre la fantasía y la realidad, y su relación mutua. Si consideramos "Dr. Jekyll y Mr. Hyde" como una alegoría –la batalla entre el bien y el mal dentro de cada hombre-, entonces esta alegoría resultará insípida, infantil. Los que quisieran ver aquí una alegoría podrían dar por ciertos algunos sucesos físicos que el sentido común indica que son imposibles; pero realmente en la historia, vista con cierto sentido común, nada a primera vista parece ir en contra de la experiencia humana general”
Y usted me dirá que las obras de arte hablan de LA vida. Está equivocado, al menos en una cuestión puramente lingüística. ¿De qué VIDA, superior y universal, me habla de Losilla con Lang? No será que se refiere a que es uno de esos libros que, como dijo John Updike de Haruki Murakami, “tensan metafísicamente el pensamiento”. Pero fíjese: de ahí a LA vida va un trecho. Un universo, una situación cósmica.
Dice Nabokov al principio del libro, en una conferencia llamada “Buenos lectores y buenos escritores”:
“El arte de escribir es una actividad fútil si no supone ante todo el arte de ver el mundo como el sustrato potencial de la ficción”. Y más adelante escribe:
“La literatura es invención. La ficción es ficción. Calificar un relato de historia verídica es un insulto al arte y a la verdad. Todo gran escritor es un gran embaucador, como lo es la architramposa Naturaleza. La Naturaleza siempre nos engaña. Desde el engaño sencillo de la propagación de la luz a la ilusión prodigiosa y compleja de los colores protectores de las mariposas o los pájaros, hay en la Naturaleza todo un sistema maravilloso de engaños y sortilegios.”
Entonces, justo al principio de ese libro Nabokov advierte:
“Mi curso es, entre otras cosas, una especie de investigación detectivesca en torno al misterio de las estructuras literarias.”
Las estructuras literarias forman parte del lenguaje. El que construye la literatura, claro, el que es intransferible de ésta. ¿Qué clase de LA vida debo tener como algo que ver en Losilla y no en Costa? Más aún: habla usted de las ideas, y no son éstas válidas según se presentan (aunque hay opiniones para todo, claro) mediante… el lenguaje.
Dice Ballard en su prólogo a Crash, que cité en un post de hace unas semanas:
“Homero, Shakespeare y Milton inventaron otros mundos para hablar del nuestro.”
Pues me sorprende que en Losilla no se hable de sus modelos, anteriores y obvios: Soldados de Salamina de Javier Cercas, dónde también se insertaba el narrador a su investigación, Jardines de Kensington dónde el proceso creativo se mezclaba y también había, como hubo en Barrie, disoluciones del sujeto variadas y eso por citar las más recientes.
Luego está la frase “más mutante que todos los mutantes juntos....ejemplo de escritura libre, modelo inspirador y renovador para nuevas (y viejas) generaciones” dónde uno se pregunta si Losilla tiene coincidencias estéticas con los 123 libros que llevan escritos los “mutantes” o es que La luz Nueva, Los Minutos de la Basura o El Malestar al alcance de todos, por citar los tres que se me ocurren a vuelapluma, no significan nada para las nuevas (y viejas) generaciones o es que al bloguero le ha podido su condición sintética frente al esbozo de una tesis.

Respecto a lo de pope y líder, también me resulta extraño un juicio tan personal en un crítico.

Roberto A. O. dijo...

Ahora SÍ. Le respondo más adelante vía mail.

Saludos