Un poco de música para amansar a las fieras...
La publicación de Stadium Arcadium hace escasos meses puede ser una idónea oportunidad para hacer memoria, y acercarnos (y vindicar) a uno de los trabajos más discutidos de los Red Hot Chili Peppers, By The Way, que data del año 2002. By The Way, criticado por su excesiva blandura así como ser un presunto salto al mainstream más acomodado, sobrelleva la pesada carga de ser el álbum posterior a Californication (1999), atronadora resurrección del conjunto californiano tras el irregular One Hot Minute (1995). Sin duda Californication supuso el magistral regreso de una de las mejores bandas de los últimos veinte años, un reencuentro físico pero también espiritual que volvía a reunir al guitarrista John Frusciante con el resto de componentes, pariendo de este modo un disco que tenía tanto de contundente reivindicación musical (Around the World, Get on Top, I Like Dirt), como de crónica intimista de un presente recuperado (Scar Tissue, Road Trippin’). De algún modo, la salida forzada de Frusciante de la banda a mediados de los ’90 por problemas con las drogas, junto al aterrizaje temporal del guitarrista de Jane’s Addiction, Dave Navarro, condujo al grupo a una de las etapas más autodestructivas de su historia, un infierno de excesos y sustancias prohibidas que se plasmaron en el ya comentado One Hit Minute, con cortes tan psicodélicos como Pea, Trascending, o Falling Into Grace.
Californication, a diferencia de la saturación sonora de One Hot Minute, encara un proceso de reconstrucción en base a la colisión pacífica de funk, rock y pop, sin olvidar sucintas dosis de rap, que poco a poco irán desapareciendo, enterrando de esta forma los vestigios arrebatados de los oligofrénicos comienzos de la formación.
Californication, a diferencia de la saturación sonora de One Hot Minute, encara un proceso de reconstrucción en base a la colisión pacífica de funk, rock y pop, sin olvidar sucintas dosis de rap, que poco a poco irán desapareciendo, enterrando de esta forma los vestigios arrebatados de los oligofrénicos comienzos de la formación.
By The Way continúa la senda iniciada por Californication, depurando aún más si cabe su estilo, desprovisto casi totalmente del funk más desmadrado, y explicitando el actual carácter de la banda: la consecución de una estabilidad, el logro de una madurez grupal que bien puede ser confundida con comodidad. Aunque el primer single, de título homónimo, pueda indicar lo contrario, nos encontramos ante un trabajo que recorre las aguas de un lago en calma. De ahí la profusión de medio-tiempos y baladas, con piezas tan sensitivas como los cortes I Could Die For You, Universally Speaking, o Tear, u otros que apuestan por la experimentación calmada con sonidos electrónicos como The Zephyr Song. Incluso aquellos cortes rápidos que se derivan del Californication como Can’t Stop o This Is The Place arrancan con tímidos sobresaltos pero finalmente descansan sobre “loops” lentos y más melódicos. Bien es cierto que el álbum se resiente de cierto cuelgue hacia el final, con rarezas como On Mercury o directamente psicotrópicas como Warm Thing, pero sí deja la sensación de ser su disco más relajado, transmitiendo una fuerte carga de tranquilidad espiritual, un arraigado misticismo en temas como Dosed o Midnight, y abandonando (de momento) las letras concienciadas de éxitos del calibre de Green Heaven, The Power of Equality o Californication.
Catalogado como muchos como la derivación “poppy” de Californication, By The Way es simplemente ese “por cierto” en una habitual acepción castellana del título original, una parada para repostar, un paréntesis gramatical, un álbum que explora el autoconocimiento entre los miembros del grupo, una mezcla cálida de melancolía y esperanza. Con total seguridad, los californianos nunca volverán a grabar un Mother’s Milk, ni por supuesto un Blood, Sugar, Sex & Magik, pero esto sería como pedirle a Kim Ki-duk que vuelva a rodar La isla (Seom, 2000) tras ese proceso de espiritualización que ha sobrevenido en su vida. Cuatro años después, la formación que encabeza Anthony Kiedis publica Stadium Arcadium, un prolífico doble-álbum cuyo primer disco parece una derivación directa de Californication, y donde el segundo explora nuevas mixturas en el estilo de la banda. Los toques zen parecen haberse quedado atrás. Hay Peppers para rato.
Saludos
Catalogado como muchos como la derivación “poppy” de Californication, By The Way es simplemente ese “por cierto” en una habitual acepción castellana del título original, una parada para repostar, un paréntesis gramatical, un álbum que explora el autoconocimiento entre los miembros del grupo, una mezcla cálida de melancolía y esperanza. Con total seguridad, los californianos nunca volverán a grabar un Mother’s Milk, ni por supuesto un Blood, Sugar, Sex & Magik, pero esto sería como pedirle a Kim Ki-duk que vuelva a rodar La isla (Seom, 2000) tras ese proceso de espiritualización que ha sobrevenido en su vida. Cuatro años después, la formación que encabeza Anthony Kiedis publica Stadium Arcadium, un prolífico doble-álbum cuyo primer disco parece una derivación directa de Californication, y donde el segundo explora nuevas mixturas en el estilo de la banda. Los toques zen parecen haberse quedado atrás. Hay Peppers para rato.
Saludos
1 comentario:
Pues tendré que echar una oida s u nuevo disco, porque los 2 anteriores sin entusiasmarme me "entraron" bastante bien, en especial la canción de The Zephyr Song y el videoclip de Californication...
Un saludillo
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