martes, agosto 08, 2006

[Próximo Estreno] "La joven del agua", de M. Night Shyamalan: Las fábulas morales de un maestro



Para Manoj Nelliyattu Shyamalan, el fantástico nunca ha sido un fin en sí mismo. Al realizador hindú no le interesa simplemente contar una ghost story convencional, ni trasladar la iconografía del relato de superhéroes aprovechando una moda que se aprecia pasajera, o incluso recurrir a una invasión alienígena que se reduzca a la búsqueda del efectismo o al aprovechamiento de la tecnología CGI. En el fondo, el cine de Shyamalan tiende al debate moral, a la reflexión casi metafísica sobre los temores del hombre, sobre su situación con respecto al universo que le rodea. Por ello, su predilección por el acercamiento a los géneros populares –y malditos-, además de para abarcar al mayor número de espectadores y hacerlos partícipes de sus dudas existenciales, le sirve como una suerte de vasija fílmica, la cual moldea y redecora a su gusto, derribando sigilosamente las sólidas estructuras del clasicismo y encontrándose a sí mismo como un cineasta inexorablemente moderno, una modernidad que se configura mediante el particular uso de la epifanía, de la toma de conciencia de la realidad por parte de sus protagonistas, y no a través de sus supuestas violaciones del relato tradicional –sus famosos final-twists-, solo presente en El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999). Pero también Shyamalan es un cineasta moderno porque los conflictos que plantea, es decir aquellos que le conducen a realizar obras de arte, se encuentran enraizados en las preocupaciones (extra)ordinarias del ser humano contemporáneo, un hecho que vuelve a poner de manifiesto en La joven del agua (Lady in the water, 2006).

Para Shyamalan, el fantástico no surge como materialización física de los traumas o de las represiones psicológicas de los personajes, sino como herramienta de conexión, como elemento extraño pero poderosamente vívido que pone a prueba a los seres humanos, que les ayuda a revelar la verdad –su verdad-. De ahí que en el fondo, las películas de Shyamalan tratan sobre hijos que vuelven a comunicarse con sus madres, sobre padres de familia que logran reunificar a los suyos, sobre hombres que se redimen, donde el fantástico aterriza para volver a marcharse una vez que ha cumplido su función como impulsor y catalizador de los hechos –Señales (Signs, 2002), El bosque (The Village, 2004)-, o para quedarse estableciendo una fluida simbiosis con sus protagonistas –El sexto sentido, El protegido (Unbreakable, 2000)-. Por ello podríamos afirmar que Shyamalan no deja de ser un humanista (1) que no desdeña una concepción teológica de la existencia, ya que el realizador de origen hindú apuesta por las características humanas como medio para ser mejores, para perfeccionarnos, para abrazar lo Trascendente, lo que le sitúa en una postura intermedia, sin los radicalismos del antropocentrismo o del teocentrismo.


En su intento por plasmar la irrupción de lo extraordinario en un universo mundano, triste, donde sus pobladores vagan en un perpetuo conflicto de identidad tratando de encontrar la llama que vuelva a dotar de sentido a sus vidas, el firmante de Señales imbrica con incomparable talento lo cotidiano y lo fantástico, lo insulso y lo sublime, haciendo uso de un estilo neutro, frío, naturalista cuando se decanta por la cámara al hombro, pero a la vez etéreo, inaprensible, perfilando un ambiente cargado por la presencia subliminal de lo sobrenatural, que progresivamente se vuelve más palpable y visible. Visionar La joven del agua nos invita a recordar los misteriosos pasajes de cuentos como “El diablo de la botella” (1893) de Robert L. Stevenson (2), dada la facilidad de ambos artistas para establecer una comunión entre lo realista y lo insólito, donde todos sus personajes admiten con inusual naturalidad la presencia de lo desconocido porque saben que sin ello, su vida carece de fundamento (3). También su cine evoca las lúgubres texturas de los films fantásticos de Jacques Tourneur, no tanto por su poder de sugerencia visual –que también, aunque como hemos afirmado previamente, el cine de Shyamalan fluctúa de lo insinuado a lo mostrado -, sino por la atmósfera en suspensión que caracteriza a ambos directores. Todas estas constantes, así como su particular manera de entender el mundo se dan cita en esta bella fábula, mágica en su forma y rica en digresiones en su fondo, donde el maestro se refugia ahora en las convenciones del cuento infantil, en su narrativa reposada y estructurada, y sobre todo, en su moraleja final, eso sí, cuestionándolas como el demiurgo que es. Shyamalan ya no esquiva su condición de storyteller, de tenebroso cuentacuentos, algo que pareció ensayar en El bosque, y que ahora asume en su obra más elocuente, la que más dice sobre él y que termina mostrándose como una inesperada muestra de exorcismo personal, así como de mordaz y burlón ajuste de cuentas.

Los primeros minutos de La joven del agua explicitan sin complejos el terreno en el que se moverá el propio film, porque si de algo no podemos catalogar a M. Night Shyamalan es de falta de honestidad o de tramposo, aunque las piezas encajen al límite de lo coherente, como en El sexto sentido. Una emotiva introducción visualizada como una mezcla de dibujo infantil y pintura rupestre, embriagada por la seductora partitura del ya habitual James Newton Howard, nos introducen en ese universo fantasioso donde todo es posible, nos animan a adentrarnos en una leyenda mitológica, atávica, que cuenta como en una ocasión el mundo fue compartido por humanos y criaturas fabulosas, que el paso de los siglos consiguió segregar. Pero en un complejo de apartamentos de Philladelphia, aquel mundo que fue condenado a existir de manera alternativa, chocará con aquellos otros que lo obviaron.


El protagonista masculino de La joven del agua, Cleveland –Paul Giamatti-, difiere más bien poco del resto de protagonistas del espectro de Shyamalan: un hombre de mediana edad, de clase media, con pasado tormentoso y traumático, de gesto alicaído y apagado, que se refugia en una burbuja para renegar de su pasado y que posiblemente rumia sus problemas en pesadillas recurrentes. Su encuentro con lo extraordinario, personificado en la figura de una “narf” –Bryce Dallas Howard-, una suerte de ninfa que habita en la piscina del complejo de apartamentos donde vive, supone un incentivo, un reto, una oportunidad para replantearse una vida mediocre y desesperanzada, al igual que la invasión alienígena sirve para que el pastor Hess ponga en duda la pérdida de su fe. Alrededor de él, Shyamalan construye un pequeño cosmos en miniatura que le sirve como metáfora de la sociedad: una sociedad interracial, poblada por seres ensimismados en sus preocupaciones, individualistas, vacíos de fe, pero sobre todo, de ilusión. El advenimiento de Story –oportuno nombre con el que dota el director y guionista a la “narf”-, un ente profético de excesiva fragilidad, cuya existencia aciaga está marcada por la transmisión de un mensaje de importancia vital para la Humanidad, sacude las débiles estructuras de la comunidad, atónitos ante la existencia de “otro” mundo.

Shyamalan conduce la narración con delicadeza y pausa, a modo de fábula infantil, pero cuestionándola en todo momento, bien sea con juegos metalingüísticos –el espectador asiste a la narración de la misma historia dentro de ella-, o bien con el tratamiento de los personajes, ya que a diferencia de las convenciones que rigen a los cuentos infantiles, éstos no son una mera posición moral ante un conflicto, sino que tienen vida propia, son seres de carne y hueso, personas cotidianas al fin y al cabo. El cineasta norteamericano logra de esta manera articular un discurso que ya se advierte en sus films anteriores, pero enfatizado por la moraleja inherente del cuento: la creencia en un plan maestro que guía toda nuestra existencia, la inexistencia del azar, la oportunidad para la redención, la necesidad de encontrar nuestro propósito en la vida; divagaciones que se unen al carácter humanista de su creador –Shyamalan parece decirnos que todo tiene un sentido, que nuestros defectos, al igual que los de sus personajes, están encauzados a una Obra Mayor-, y que lo conectan con los principios del hinduismo, que manifiesta que el hombre imperfecto puede hallar una vía que lo conduzca al Absoluto, es decir, a Dios (4). Pero no por ello podemos tachar de moralista a Shyamalan, ya que al hacerlo también deberíamos catalogar como tal a Hans Christian Andersen, a Charles Perrault o a los Hermanos Grimm: la vasija de la fábula infantil le permite teorizar sin caer en la moralina o en el adoctrinamiento, y aquí radica la inteligencia de su propuesta.

Por si esto no fuera suficiente, y en un ejercicio de total autoconciencia, de incuestionable valentía para los tiempos mediocres que corren –y que ha conseguido que algunos disfracen su animadversión hacia él bajo críticas banales e injuriosas-, Shyamalan se reserva un papel fundamental dentro de la trama, que le sirve para reflexionar sobre su posición como artista, sobre su situación como cineasta incomprendido dentro de un aparato mercantil en el que posiblemente no tendrá cabida, dada la rabia y superioridad con la que expone sus teorías. El realizador de Los primeros amigos (Wide Awake, 1997) se une de esta manera a un exclusivo clubs de nombres que firman sus obras con una convicción aplastante, con una vehemencia y frenesí que renuncia a cualquier atisbo de pensamiento “políticamente correcto”, a directores del cariz de Mel Gibson y La pasión de Cristo (The Passion of the Christ, 2004), Gaspar Noé e Irreversible (Irréversible, 2002), o Rob Zombie y Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005). La joven del agua, a pesar de su aparente faceta de “película familiar”, comercial y veraniega, termina conformándose como un largometraje arriesgadísimo, ferozmente personal y radical a contrapronóstico. Habrá muchos –de hecho ya los hay- que lanzarán furibundas diatribas contra su último film, que criticarán el ego de su creador y se alegrarán de su fracaso económico (5). No debería extrañarnos, ya que como el propio Shyamalan expone en su nueva obra maestra, vivimos en unos tiempos donde la “realidad” –y atentos a la presencia de imágenes de la guerra de Irak en los televisores de la comunidad- parece haber mutilado nuestra capacidad para creer, de imaginar, de fabular, en definitiva, de sentir: un mensaje que por más que parezca obvio, no deja de ser siempre necesario.


(1) Tras finiquitar este texto recupero el dossier que Antonio José Navarro dedicó al realizador norteamericano para asistir, entre la satisfacción y la perplejidad, a unos comentarios donde afirma: “De entrada, diríamos que M. Night Shyamalan es un cineasta incómodo debido a que es, al mismo tiempo, un humanista”. Por tanto, es mi obligación el citarlo. Dirigido Por Nº 337, Septiembre 2004, Pág. 45.
(2) Relato que será recomendado próximamente dentro de una fabulosa antología de cuentos fantásticos.
(3) Curiosamente, las dos historias comparten su naturaleza de fábulas morales.
(4) Op. cit. 1 pág. 57.

(5)
De hecho, La joven del agua ya es un auténtico fiasco en la taquilla norteamericana, y en la página web www.rottentomatoes.com el porcentaje de críticas positivas no supera el 23% (!!!!!!)

Saludos

23 comentarios:

Regina dijo...

Muy buen texto, majo! No soy especialmente fan de Shyamalan, pero tampoco me parece malo, como dicen por ahí... miedo me da el hilo de DXC para esta peli xDDD

Espero ansiosa la recomendación en la antología de relatos ;)

John Trent dijo...

Vaya critica que te has marcado. No la he leido entera por si destripabas cosas importantes, pero por lo que he leido veo que te ha gustado y que Shyamalan ha vuelto a hacer lo que le ha dado la gana y ha realizado una pelicula arriesgada y dificil para el gran publico y sus pretensiones de divertimento veraniego sin mas. Si es asi, Shyamalan sigue en su linea y seguro no me decepcionara.

Roberto A. O. dijo...

Doodle, realmente la película dará muchísimo que hablar y en DXC ni te cuento, sabiendo que en el post dedicado a "El bosque", todavía sigue habiendo polémica, dos años después de su estreno.

Johntrent, puedes leer el texto sin miedo, ya que no hay ningún "spoiler" que te estropee el visionado de esta maravilla; de hecho, no comento escenas ni nada, solo expongo que se enmarca dentro de un discurso con entidad y coherencia. Como bien dices, Shyamalan ha vuelto a hacer lo que le ha dado la gana, rodando un film que puede ser fácilmente disfrutable para cualquier familia que pretenda ver un "cuento en imágenes", pero si te introduces en su subtexto te encontrarás con su obra más atrevida y arriesgada, donde posiblemente se ha podido jugar su posición dentro de la industria. De hecho, al compararlo con los otros realizadores, reconozco que lo de este hombre tiene mucho más mérito -Gibson se paga sus "frikadas" con su dinero, Zombie hace "pelis de terror" más minoritarias, y Noe es un "auteur" europeo- porque su reflexión la realiza dentro de un producto de una major como Warner. Yo todavía sigo digiriendo lo que ha hecho, y no me extrañaría nada que con el paso del tiempo, termine yendose a rodar con dinero europeo o algo así, al menos si la taquilla comienza a darle la espalda.

Para mí es un genio, y me siento afortunado porque creo que tenemos la suerte de seguir su trayectoria de forma paralela. Es algo impresionante!!!!

Saludos

Nébula dijo...

Hola. Aquí tienes a uno que piensa ir a verla. Si me gusta este director es por eso mismo que comentas: esa visión humanista de la vida, casi rozando lo infantil. Muy currada tu crítica.

Un saludo!

Sergio Herrada Ruiz dijo...

Acabo de llegar del pase de prensa de BCN. Realmente es una gran película pero creo que le acaba pasando factura su extrema inocencia. Está claro que es un cuento de hadas y por lo tanto o entras y te dejas llevar o acabarás con una cara de idiota increíble, pero, aún habiendo entrado en su juego, considero a algunas de las reacciones y de las acciones de sus protagonistas como demasiado simples.

En fin, un 8 sobre 10, Shyamalan lo logra de nuevo!

Anónimo dijo...

Buenas.
Sergio me ha robado el comentario!!: también vengo del pase, también me ha parecido brillante, pero también la encuentro imperfecta por un poco de exceso de ingenuidad y repetición.
Aun así pone los pelos de punta.
Ah, y tu crítica también está muy bien, por cierto... Se nota que tenías ganas de escribir.

Roberto A. O. dijo...

Hombre, dos opiniones que siempre me importan: doncecilio y Grima, veo que os ha gustado la película. Me alegro..y en cuanto a la repetición, sí, estoy de acuerdo. Yo creo que Shyamalan quiere que su mensaje llegue a todos, que le entiendan, y por ello subraya demasiado algunas cosas, un tic que en "El bosque" bordeaba con habilidad pero que recae en "La joven del agua"...pero claro, es la moraleja del cuento, debe quedar clara (sic).

Saludos

Sergio Herrada Ruiz dijo...

A mi, más que la repetición del mensaje (en El bosque, más que bordearlo, considero que es su película menos obvia y con más posibles lecturas), lo que menos me ha gustado es la facilidad con la que todos creen a Cleveland y se suman a su "trabajo"...

Anónimo dijo...

Y ya puestos a ponerle pegas, no me gustó que mostrase tanto. El Mundo Azul debería haber quedado para la imaginación, creo.
Por cierto, brutal la hostia que le mete a los críticos... Espero no estar destrozando la película a quien no la haya visto. Ya me callo.

Roberto A. O. dijo...

Sí, el derechazo que le mete a los críticos es contundente, aunque yo soy de los que opinan que muchos se lo merecen. También es cierto que el personaje en cuestión debe entenderse como analista de guiones, dada la dificultad que tuvo Shyamalan para convencer a los de Disney con el guión de "La joven del agua".

Por cierto, doncecilio...y SPOILERS!!!! ¿que le parece el mensaje casi profético que se marca Shyamalan con respecto a su cine?

Saludos

Hombre Lobo dijo...

Este (excelente) texto no sólo me ha convencido de ver la película lo antes posible, sino que además me ha hecho reconsiderar bastante el resto de la filmografía de Shyamalan. Definitivamente, es de los grandes. Ahora sencillamente no puedo esperar.

Anónimo dijo...

Roberto, qué texto! Y ése 9 en filmaffinity... jeje, también fui al pase y también me encantó la peli.
Lo que decís de la repetición y la ingenuidad es cierto; simplemente decide dejarlo claro.

Comentas que conecta el mensaje de la peli con el hinduismo. Por lo q sé, esta religión carece de fundador y de autoridades. Sí q lo más importante es el Absoluto, entendido como lo eterno, más q como un dios (repito, por lo q sé...). De hecho, se representa como Brahman (es lo q tiene irse a la India... jeje), pero tiene como 300 millones de representaciones (y deidades) diferentes; es una locura... Yo creo q el paralelismo con Shyamalan va más por el hecho q todo tiene un recorrido cíclico y q toda "existencia" tiene una función, ninguna es inútil ni pasa desapercibida, como tú ya dices.

Y también es interesante comentar q todo ocurre en un patio interior, visto desde todos ángulos posibles. No quiero ser plasta con el tema, pero... no se sabe nunca nada más allá del edificio q no sea por tele o radio. Y lo de la piscina me encantó: debajo de una de las tropecientas mil piscinas, hay otro mundo único (no como el del edificio, q es uno más) q podríamos molestarnos en cuidar y conocer un poco...

En fin, no quería escribir tanto!!! En seguida se alarga... Pero es q la ocasión lo merece, no?
Molts petons i fins el setembre!

Roberto A. O. dijo...

Nora!!!! jejeje, pensé que te gustaría..pero tanto!! ahora solo será necesario saber que opinan Oskía y Maite.

Tienes razón en cuanto al hinduismo, y sí, cuando digo Dios no hablo del concepto de Dios que tenemos los cristianos, sino lo que comentas: el Absoluto, lo Trascendente, algo todavía más abstracto -aunque evidentemente mi opinión es que Dios es uno, y todos creemos a nuestra forma-. De todos modos, sí que conecto al hinduismo (además de lo de la función específica) con que Shyamalan subraya mucho el hecho que los defectos, y basta con analizar a los personajes, se convierten en virtudes para alcanzar esa Meta...jeje, yo también me informo y no me voy a la India..jajaja.

Pues eso, pasatelo muy bien, y espero vernos para Sitges.

Saludos

Unknown dijo...

Su mujer le decía: "Haz una peli para el público y después otra para ti"

En algo intermedio se quedó la cosa... Gran post, enhorawena!

Saludos desde La Bellota!

Donnie dijo...

La filmografía de Shyamalan se me antoja brillante y desde hacía tiempo temía por el resultado de la joven del agua, pero leido el texto, me reafirmo en que será una nueva obra maestra.

Gracias.

Saludos!

Tonio L. Alarcón dijo...

Felicidades Roberto, he visto que han publicado tu texto en "Miradas de cine"... ;)

Roberto A. O. dijo...

Muchas gracias Tonio, lo cierto es que envíe el texto al director con el propósito de colaborar con ellos..y bueno, funcionó. ¡¡¡¡Estoy muy contento!!!!!

Saludos

Sergio Herrada Ruiz dijo...

Felicidades!

Anónimo dijo...

DAVID DUNN: Bueno, ya he visto otra de mi director favorito. Pienso que el público en general se va a mosquear y mucho. Creo también que para ver cosas originales, vean las pelis de Shyamalan. Está bien la búsqueda interior de todos los personajes "metamorfoseada" en la "Narf", pero hay algo que me deja frío. ¿Es una peli para reflexionar? o ¿Es una peli para disfrutar el momento? Yo personal mente respondo con: ¿Es una peli para reflexionar? o ¿Es una peli para disfrutar el momento? (No es un error en mi comentario, es intentar acercarme de forma metafísica a ese mundo tan original que puede llegar a crear M.Night Shyamalan

Caperucita Rusa dijo...

Bueno, lo primero de todo es FELICIDADES!!! Pero qué calladito te lo tenías! Qué fuerte, es genial, me alegro un montón por ti! Habrá que celebrarlo ;-)!

Ahora le toca el turno a la peli... Estoy de acuerdo con Sergio, Miguel y Nora en lo de la ingenuidad, que es evidente. Y, tranquilo, que no me voy a meter con tu Shyamalan por su mundo fantástico enmarcado en la cotidianidad, porque eso precisamente me gusta de él. Y si con algo me quedo de la película es con eso, con la facilidad y credulidad con la que un cuento se hace real en un complejo de apartamentos y se descubre una trama que siempre ha estado ahí aunque nunca hemos sido conscientes.

Pero, básicamente, creo que el fallo de La joven del agua es su guión, tan torpemente tramposo que no engaña: (Cuidado: SPOILERS!) está tan claro que ha colocado a los personajes de tal forma que engañen al espectador para averiguar quién es el guardián, el curandero, etc., que parece un juego de parbulitos. Me refiero al hecho de que haya dos grupos grandes de gente que puedan confundirse con el gremio, o que entre padre e hijo puedan confundirse con el intérprete. Creo que resuelve el 'error' de Cleveland al nombrar a los posibles guardaespaldas de Story de forma muy torpe y zafia, sobre todo para los twists a los que nos tiene acostumbrados. Es como el típico truco de guionista novato.

Respecto a lo del crítico... (siguen los spoilers...) Quién más que yo va a estar de acuerdo con la crítica que hace de ellos, pero me parece que la escena en la que el scrunt se lo come es totalmente patética y sobra. Parece sacada de la peor parte de Scary movie.

Ya por último y para dejar que me dilapidéis -;-)-, respecto a que Shyamalan profetice sobre su propio cine... Vamos, el hombre critica (de forma demasiado evidente, porque lo de los televisores mira que canta) y me parece muy bien, pero tampoco es que sea Theo Van Gogh... Y sí, es un egocéntrico (jajaja), pero para eso tiene a su director favorito para aprender, no?

Bueno, ya paro... Ya tocaba una opinión discordante, no?

Un besote y mil enhorabuenas de nuevo, Roberto!!!

Roberto A. O. dijo...

Jejeje, bien Oskía bien, una nota discordante ya tocaba. De todos modos, sobre lo que comentas del "truco", pues sí, es obvio que es una estrategia narrativa (como muchas de cualquier película, sea ésta mala o buena) pero lo útil es que es perfectamente coherente con lo que quiere expresar Shyamalan, y me explico: el hecho de que se equivoquen entronca con la figura del crítico, que, como personaje positivista, descreído y amargado, confiado en sus vivencias mecánicas pero sin ningún tipo de fantasía, resuelve la ecuación basándose simplemente en la deducción lógica cuando la cosa va "de otro rollo"...de creer, de fantasear, de dejarse llevar. Es necesario matar al crítico para que el orden de las cosas siga, para que el libro pueda ser terminado porque, en definitiva, el crítico de cine/literatura no es un solamente un personaje físico extraído del mundo real, sino también es esa conciencia que nos impide desgofarnos, que nos dice que no sigamos, que no merece la pena, que nuestros textos son simples y esquemáticos...y que esa escena de lluvia es un mero tic esteticista, un cliché añejo. De ahí el "truco" argumental, necesario para el film fluya y para que todo adquiera sentido.

La escena con el scrunt sí, quizás sea excesiva, quizás todo esté bien explicado antes, y no hace falta recalcarlo tanto, pero así es el cine de Shyamalan, un defecto que poco a poco irá desapareciendo y que solo se explica por el hecho de que quiere que su mensaje sea captado por todos (y mira que hay muchos que ni se han enterado...)

Sobre la relación con Spielberg..jaja, ya sabes que me gusta mucho este hombre pero Shyamalan tiene un talento muy superior al de él. Spielberg es un tipo que a base de rodar tantas películas ha adquirido una maestría y un dominio apabullante de la puesta en escena, pero carece de la (innata) capacidad de Shyamalan para rodar. Así de claro..

Y bueno, me alegro verte por aquí y gracias por tus comentarios. Siempre es necesario leer opiniones contrapuestas (no como otros que pretenden imponer sus gustos de manera dictatorial.....)para autoafirmarnos más sobre aquello que nos gusta.

Saludos

Anónimo dijo...

Antes que nada felecitarte por la publicación de tu crítica en Miradas.

Te escribo para decirte que estoy de acuerdo con tu apreciación de sobre la película. Nada más salir del cine y en los días siguientes, pensé que entre,otras cosas, La Joven del Agua es una obra que versa sobre el arte de contar historias, sobre el propio oficio de cineasta. Tu crítica es la primera que leo en la cual se haga referencia a ello - no he leído muchas; quizá esto es lo que me ha movido a pasarme por tu blog (fabuloso, muy bueno)y escribirte estas pocas líneas. Shyamalan tiene un sentido de la puesta en escena increíble. ¿Recuerdas el plano de la lavadora en cuyo interior se está centrifugando una camisa (o algo similar) de color rojo y poco a poco van apareciendo los ojos ignífugos del scrunt? Es una imagen potentísima, cargada de significado, de esas que se te graban en la retina.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Roberto, muchas felicidades por lo de Miradas!! Si te digo la verdad la crítica sólo me la he leído por encima porque todavía no he visto la peli y más vale prevenir... No me llamaba demasiado la atención en un principio (la peli, no la crítica, eh?!), pero después de lo bien que la dejais habrá que ir a verla... Pues eso, ZORIONAK y a publicar muchas veces más!
Un beso, Maite.