No tenía la intención de reservar un espacio en el blog para esta película, pero las sensaciones que me transmitió tras verla me han obligado a realizar esta pequeña reseña. Sinceramente, antes del estreno de "Sr. y Sra. Smith", las expectativas eran terribles (por malas, lease). Los pocos fotogramas que había podido ver hacían presagiar lo peor, y lo único que me hizo albergar esperanzas era la elección del director, el muy competente Doug Liman.
Para analizar "Sr y Sra Smith", partiré de un comentario realizado por el crítico Hilario J. Rodríguez sobre la película en la revista "Dirigido por" (posiblemente el comentario más lúcido de sus últimos escritos), pero iré un poco más allá. En ella, el firmante establecía cierto paralelismo y aun más distancias entre el film norteamericano y una de las obras maestras de Ingmar Bergman, "Secretos de un matrimonio", film de casi 5 horas rodado para la televisión, que terminó recortado y remontado por el propio director, gestándose así una pieza de tres horas de cine puro, una realista y descarnada crónica de la vida en pareja y de los estragos que causa la convivencia en una relación. Pues bien, "Sr y Sra Smith", sin perder de vista su origen y su público de destino, se permite realizar una sincera reflexión sobre los problemas de pareja y la monotonía del hogar, quizás también algo superflua, pero existente al fin y al cabo. Desde una óptica más visual que verbal, y haciendo uso siempre del gag directo y del chascarrillo fácil, sus guionistas se permiten disfrazar una sencilla y muy extrema metáfora del matrimonio a través del género de acción con toques de comedia liviana.
La pareja protagonista, John y Jane Smith no se diferencian mucho del matrimonio entre Johan y Marianne que creó Bergman. Ambas parecen formar los matrimonios perfectos: son guapos, tienen buenos trabajos, viven en un buen hogar y son la envidia de sus vecinos. Sin embargo, detrás de esta idílica existencia, hay un subsuelo de estancamiento emocional y de aburrimiento, fruto de unas convenciones sociales que siguen atándoles. Lo primero es que a pesar de que los dos miembros ocupan puestos laborales de importancia (John y Jane Smith trabajan en la construcción y la informática respectivamente, mientras que Johan es profesor de psicología y Marianne abogada), hay un cumplimiento estricto de las normas sociales en casa: Jane Smith no abandona su papel de ama de casa pasiva, que prepara todos los días y a la misma hora la comida a su marido para cuando él regresa de su trabajo. De la misma manera, la vida sexual de las parejas es insatisfactoria; los Smith no se ponen de acuerdo ante el psicólogo en cuanto al número de veces que hacen el amor, mientras que Johan se queja amargamente de la frialdad sexual de su mujer Marianne, recriminandosela en los peores momentos de su convivencia (1).
De esta manera, ambos matrimonios están abocados al fracaso debido en parte a la rutina autoimpuesta por la sociedad, y solo será posible una solución cuando logren escapar de estos convencionalismos. Aquí es donde radica la diferencia principal en ambos films (siempre en la forma, que no en el fondo). Ambas parejas terminan confesando sus propias verdades, derrumbando las mentiras que sustentan la aparente felicidad de su vida. En "Secretos de un matrimonio", Johan confesará su infidelidad con una mujer más joven, mas terminará regresando al hogar y acordará el divorcio con Marianne. Este hecho culminará con la secuencia en la que ambos firman los papeles del proceso, donde Johan, maniatado por su frustrante existencia, terminará golpeando a su (ex)mujer. Por otra parte, en el film de Doug Liman todo es mucho más exagerado. Dada la verdadera naturaleza de la pareja (ambos son asesinos a sueldo), la ruptura es más contundente. Ellos no se sientan a hablar de sus problemas, directamente entablan una guerra física haciendo uso de diversas armas(metáfora extrema de una pelea marital), donde finalmente destrozan su propio hogar, lugar donde nacen los conflictos y donde se fragua esa monotonía que termina "matando" a la propia unión.
Una vez quitadas las máscaras, ambos matrimonios se sienten más libres. Es como si desatados de las leyes no escritas que la sociedad establece sobre la convivencia, la pareja encuentra la verdadera libertad. Johan y Marianne recorrerán su propio camino, pero años después y tras haber reconstruido sus vidas, volverán a verse y a disfrutar del sexo juntos; mientras que John y Jane Smith culminan su "guerra" con el muy deseado sexo de reconciliación. Dos escenas son suficientes para demostrar este carácter liberador: Marianne vuelve a ver Johan para contarle que está con otra persona, y que ha descubierto a su lado que ella también es una mujer muy sensual en la cama. En el otro lado, Jane Smith, momentos antes de enfrentarse (junto a su marido) al grueso de tropas que intentan eliminarlos, observa una estampa arquetípica de la vida familiar norteamericana de los años 40 y 50. El marido, trajeado, espera en la mesa la llegada del desayuno antes de abandonar el hogar para dirigirse a su puesto de trabajo, mientras la esposa se dirige hacia él con total servidumbre para servirle lo que acaba de cocinar. Mediante el uso de un plano-contraplano, el gesto de Jane es elocuente. La secuencia termina cuando su marido aparece vestido de traje...y ella también.
Es posible que muchos piensen que intento igualar ambos títulos. Nada más lejos de la realidad. El film de Bergman es obviamente muy superior al de Liman, por una sola razón, es mucho más pretencioso (en un sentido positivo) en su retrato de la vida íntima de dos personas, y no paga el peaje de ser un film veraniego destinado al consumo rápido de un público que solo desea ver a la pareja de moda en pantalla. Sin embargo, si "Sr. y Sra. Smith" no cae en el más espantoso de los ridículos, se debe solo al trabajo de un exquisito artesano como es Doug Liman. Liman saltó a la fama con la comedia negra "Go" ("Viviendo sin límites), film a rescatar, a medio camino entre el "mainstream" por su narración atropellada y su montaje vertiginoso, y el cine independiente, por su retrato agrio de la "white trash". Luego dirigió de forma magistral "El caso Bourne" para terminar embarcándose en este proyecto. Liman no es un tipo fácil, y ser así en Hollywood lo hace aún más grande. A pesar de tener que rendir cuentas ante los peces gordos de los grandes estudios en este tipo de films, siempre intenta mantener una visión personal y no caer en la tan frecuente impersonalidad. Si en "El caso Bourne" tuvo que lidiar con los productores (2), en "Sr. y Sra. Smith" se las vió directamente con el actor protagonista, Brad Pitt, al que terminó cansando por su manía de repetir diversas tomas las veces que fueran necesarias.
Es posible que un poco más de libertad para Liman hubiera mejorado este largometraje, que se muestra excesivamente deudor de su naturaleza en su último tercio, donde la acción toma el protagonismo, y la cámara se vuelve más objetiva que nunca. Hasta este momento, las secuencias de acción siempre se subliman a la relación de la pareja y a sus conversaciones. Por ello, los mejores momentos de "Sr. y Sra. Smith" son aquellos en los que ambos miembros comparten encuadre frente al psicólogo, no muy distintos a la entrevista que la pareja Johan-Marianne concede a un periodista en los primeros minutos del film. Rodados en plano medio, y con precisión casi documental (incluida la voz en off del especialista), los Smith explicitan sus divergencias matrimoniales.
Es posible que un poco más de libertad para Liman hubiera mejorado este largometraje, que se muestra excesivamente deudor de su naturaleza en su último tercio, donde la acción toma el protagonismo, y la cámara se vuelve más objetiva que nunca. Hasta este momento, las secuencias de acción siempre se subliman a la relación de la pareja y a sus conversaciones. Por ello, los mejores momentos de "Sr. y Sra. Smith" son aquellos en los que ambos miembros comparten encuadre frente al psicólogo, no muy distintos a la entrevista que la pareja Johan-Marianne concede a un periodista en los primeros minutos del film. Rodados en plano medio, y con precisión casi documental (incluida la voz en off del especialista), los Smith explicitan sus divergencias matrimoniales.
Por último, es imposible concluir esta reseña sin resaltar el trabajo de la pareja ficticia (y real a la vez). La química entre Brad Pitt y Angelina Jolie es innegable y funciona en cada segundo del metraje. A excepción de las apariciones de Vince Vaughn, el film está compuesto para la exhibición personal de ambos, y en este sentido colman a la audiencia. Si tenemos que elegir a uno, nos quedamos con Angelina, muy contenida en su papel. A Brad ya le hemos visto en un registro muy parecido en "The Mexican". Y es que en definitiva, resulta paradójico que la pareja más sugerente del universo Hollywood, objetivo constante de los flashes de las cámaras y de los cotilleos de la prensa amarilla, termine agrediéndose en el celuloide. Supongo que es una de las cosas que más amo del cine, su capacidad para subvertir la realidad a su antojo.
Un saludo
(1) Finalmente, Marianne logrará desembarazarse de esta gelidez afectiva una vez fuera del matrimonio y con otro hombre.
(2) Estos problemas le apartaron del rodaje de la secuela, que completó Paul Greengrass.