Si bien sería más ecuánime tomar la magistral secuencia que engloba a este fragmento –y que sin duda lo dota de su completo significado-, decidimos captar este instante por constituirse como el plano pivote alrededor del cual la narración de este enigmático film da un brutal giro: como a través de un leve movimiento de cámara la realidad deja paso al sueño, y como el deseo más morboso termina por consumarse, aunque sea en la mente adormecida de un investigador enfrentado a un complejo caso de asesinato. O puede que no, puede que Otto Preminger y su guionista decidieran jugar con el espectador, decidieran hacerle creer que los sueños también se cumplen, y que en un contexto marcado por una Guerra, todavía quedaba sitio para el amor y la esperanza.
Aunque no es precisamente esto último lo que nos fascina de Laura, todavía hoy sesenta años después de su realización, sino su reverso, el cuestionamiento de una simple y lineal narración a través de una breve secuencia, y la sensación de irrealidad de todo lo que ocurre a continuación. El detective Mark McPherson acude durante una noche lluviosa al domicilio de la fallecida, la enigmática Laura Hunt (Gene Tierney). Allí Preminger subraya el malsano fetichismo que él siente por ella: McPherson observa su misterioso y atrayente cuadro, investiga su mesa de noche, toma las cartas redactadas por su ex-pareja, abre el armario y comprueba tímidamente su ropa, se sirve una copa de whisky y revolotea por el apartamento como esperando la fantasmal aparición de esta atípica y sofisticada “femme-fatale”. Una inesperada visita del amargado periodista que encumbró a Laura rompe el hechizo del momento. Waldo Lydecker le advierte sobre el poder de fascinación de la protagonista al mismo tiempo que cuestiona su proceso de investigación, plagado de extraños detalles como el intento de compra del cuadro por parte del propio detective, mientras McPherson se dedica a relajarse con su pequeño juego, objeto sobre el que descarga su implícito trastorno de ansiedad. Tras la conversación McPherson observa nuevamente la pintura, que parece contener la esencia de la propia Laura, como si el cuadro le hubiese quitado la vida del mismo modo que a la protagonista literaria de “El retrato oval” de Poe. Es entonces cuando Preminger compone un bellísimo y elocuente plano, en el cual el detective se encuentra sentado mientras el óleo le observa desde arriba, manifestándose la poderosa seducción y magnetismo de Laura. Un último vistazo y la cámara efectúa un elegante travelling de aproximación a la figura de McPherson al compás de la mítica pieza compuesta por David Raskin. El investigador cae dormido mientras que la botella de alcohol supone el elemento de distorsión necesario para la ruptura. Preminger mantiene el plano uno, dos, hasta tres segundos y comienza otro leve travelling en retroceso mecido por un fragmento musical de carácter onírico, hasta recomponer el encuadre del que parte. La música se detiene y un sonido en fuera de campo deja entrever que alguien ha abierto la puerta. Un momento, ¡es la propia Laura! Pero…. ¿Acaso no estaba muerta?
Es a partir de aquí donde la narración se tercia. McPherson ya no necesita del alcohol para ordenar sus ideas, apenas vuelve a hacer uso de su infantil juguete para calmar sus nervios, y lo más importante, todo lo que sucede está contado bajo su punto de vista, sus impulsos o sus deseos, sobre lo que quiere oír o lo que desea hacer. De ahí que se convierta en un avispado detective –el iluminado descubrimiento del reloj-, que las pruebas comiencen a aflorar, que los culpables no puedan esconderse, y que la hermosa Laura caiga presa de su varonil embrujo. McPherson se encargará de un mujeriego Vincent Price al que ridiculizará en público, y finalmente descubrirá a su reflejo, al cínico intelectual capaz de humillarlo con sus mordaces réplicas, que encontrará la muerte mientras él se abraza con la chica.
Esta secuencia de Laura vuelve a poner en entredicho esa frágil entelequia que es el clasicismo, un lenguaje de formas que siempre ha sido cuestionado desde su (supuesta) implantación, y cuyos directores adscritos a él puede que lo violaran más que seguirlo; en definitiva, una etiqueta fácil cuyo uso sería necesario, una vez más, racionalizar y acotar. Laura supone entonces una transgresión a sus normas, a sus leyes. Y lo hace gracias a una sencillez abrumadora, donde un plano de ruptura no responde al habitual fundido en negro o a la distorsión de la imagen, sino simplemente a la suma de detalles, a la conjunción de elementos expresivos: una atmósfera tenue, una noche lluviosa, un asesinato indescriptible, una investigación sin salida, una pulsión inconfesable, y sobre todo, a la grandiosa fuerza de un travelling.
Saludos
10 comentarios:
Qué bueno leerte otra vez Roberto. Acerca de la magistral Laura ya sabrás que hay autores que defienden la tesis de que ella está realmente muerta y que todo lo que sucede desde su "aparición" es un sueño del personaje encarnado por Dana Andrews.
Algo parecido sucede con Vertigo de Alfred Hitchcock, aunque minoritaria, estudiosos como Charles Barr defienden la tesis de que el personaje de Stewart está muerto y todo el film está en la mente de éste mientras cuelga, cae y muere de la azotea al comienzo del relato(nunca vemos que sea rescatado). Ambrose Bierce escribió un relato "El Puente Sobre El Río Del Búho" acerca de un hombre, Peyton Frakuhar al que van a ahorcar; toda la historia se desarrolla en su mente durante los segundos en que su cuerpo cae al vacío y la soga hace el resto. Pues bien, en el film de sir Alfred hay continuas referencias al relato de Bierce y al propio autor de forma elíptica pero, no obstante, explícita -uno de los relatos más influyentes en el cine y la televisión: Lost Highway de Lynch (que tiene además muchas referencias al Vértigo de Hitchcock) y uno de los grandes episodios de The Twilight Zone, adaptación del propio relato de Ambrose Bierce. Una curiosidad.
Un saludo.
Sí bueno...jejeje, resulta que hace poco me compré la nueva edición de "Laura" en DVD y me puse a verla. Y ya sabe que cuando algo se te mete entre ceja y ceja, tienes que escribir sobre ello, es más una necesidad que otra cosa.
Lo magistral en "Laura" es como Preminger juega las dos bazas, tiñiendo la segunda parte de la historia de una completa ambigüedad ya que ambas digresiones son factibles y coherentes (puede estar muerta o no). Pero lo mejor es la sencillez con la que planifica esa secuencia...es, es..coño, es increíble.
En cuanto al relato de Bierce, bueno, Ambrose Bierce es uno de mis escritores de cabecera desde "Cuentos de soldados y civiles" (donde se incluye el extraordinario relato que comentas y que ha puesto en el mapa a la mal llamada "fuga psicógena"). De hecho me interesa más su faceta de cronista social aunque surcada por los vientos del fantástico que sus cuentos abiertamente terroríficos. Pero vamos, me has dejado pilladísimo con lo de "Vértigo", esa interpretación jamás la había escuchado...a ver si vuelvo a ver esa maravilla de Hitch.
Por cierto, amigo Kesher, esta tarde me he encontrado con una crítica suya de "Laura" en FilmAffinity..jejeje
Saludos
A mí de Ambrose Bierce me encanta su Diccionario del Diablo. Yo también me quedé bastante pillado la primera vez que escuché dicha tesis acerca de Vértigo (por eso te he hablado de ella). Me puso tras la pista un amigo inglés que tengo en Doncaster. Para más información puedes consultar el monográfico de Charles Barr en la colección BFI Film Classics dedicado a la peli de Hitch. Pero vamos, que yo cuando la sigo viendo percibo que el personaje de Stewart está vivito y coleando (será que la vi un montón de veces antes de leer acerca de ello y ya no cambio el chip, a pesar de ser consciente de las referencias al relato del "tito" Ambrose).
Un saludo.
Hola Roberto. Aquí, un admirador. Estás en Filmaffinity? Si es así, nos podrías facilitar tu nick para buscarte y ver tus puntuaciones? Un saludo.
Carlos.
Hola Carlos, sí, estoy en filmaffinity...mi nombre de usuario es Thug_Life.
Saludos
Hombre, pero qué gran película...
Una de las más grandes obras maestras que he visto.
¿Cómo no enamorarse de ELLA?... Porque sí, porque todos somos él...
Laura es una película enoooorme. A mí me cautivó nada más verla y ya no me la he podido sacar de la cabeza. Yo también leí largo y tendido sobre la teoría de que la segunda parte de la peli, después de la inflexión que marca el adormilamiento de McPherson en la butaca, es un mero sueño. Yo, personalmente, defiendo que no lo es, que es un truco que utiliza Preminger en su magistral narración para engañarnos un poquito.
Aún y todo y fuera como fuera, Laura es una película maravillosa y casi inigualable.
@max renn: ¿cómo no enamorarse de él? A mí Dana Andrews me encanta, para qué negarlo, en todas sus pelis :P
Dios, pero es que también has ido a elegir un peliculón completamente indiscutible, no por nada una de mis películas favoritas :D
"Yo no uso estillgráfica. Escribo con una pluma de ganso empapada en veneno."
Mítica película, quizás la más mítica, junto con, claro está, Gilda, de las películas policíacas y de intriga. La razón no la entiendo bien, por cuanto a mí siempre me ha parecido una buena pero no extraordinaria película. Pero es cierto que Preminger, un muy buen director siempre, logró impregnar de cierta magia a la cinta, consiguiendo un clímax y un misterio envolvente que pocas veces se ha logrado igualar. A todo ésto conviene recordar que parte del éxito de la cinta la tuvieron Webb y Tierney, impecables.
Una Obra Maestra imprescindible! Y esa Gene Tierney... ¡maravillosa!
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