Esta temporada en la ACB, y por primera vez desde que planea el actual sistema de playoffs, el octavo clasificado de la temporada regular venció al primero. La gesta de Unicaja, barriendo al Real Madrid de la pista solo quedará para los anales de la estadística, para los estudiosos de los números y los recalcitrantes de las cifras. Pero nada más....muy lejos quedará de la imagen de Baron Davis volando por encima de Nowitzki, o de Dikembe Mutombo abrazándose al balón tras derrotar a los Sonics en aquel y ya lejano 1994. El deporte norteamericano conoce como nadie los mecanismos de la épica, porque ha sabido integrar la ficción sublimando lo cotidiano y convirtiéndolo en algo mítico. Y lo ha hecho no sólo desde la inundación de imágenes, para que repetidas una y otra vez éstas se adhieran a la masa y pasen a formar parte de la memoria histórica; No, la inundación solo provoca habituación, olvido, desgana. La NBA, por el contrario, ha manejado la mítica desde la utilización de mecanismos cinematográficos para conformar imágenes inolvidables que ya forman parte del imaginario colectivo. Y ha utilizado la ficción porque sabe que solo desde la ficción se puede trascender lo mundano; porque es consciente que al final quedará el "travelling" de Kapo y no las películas de Rivette, el abrazo en el aeropuerto de Casablanca y no las parcas ficciones de Rossellini; el aeroplano de Hitchcock y no el barrio de "En construcción".
Esta temporada, en el primer partido de la final de la NBA, Paul Pierce parecía lesionarse. Kendrick Perkins chocaba contra su rodilla y "The Truth" caía al suelo dolorido. El énfasis no radica en el semi-picado sino en el plano fijo de casi 30 segundos que la televisión norteamericana le concede al jugador rodeado de médicos..un plano fijo del que carece casi cualquier película "mainstream" actual. La jugada se repite y Pierce es retirado al vestuario en silla de ruedas. Y el vídeo se paraliza, ni siquiera se realiza un encadenado con la "resurrección".....porque hasta el aficionado sabe que lo dramático también es una cuestión de estilo, y de narrativa.
Punto y aparte. Pierce sale del vestuario dando saltos. Apenas un plano de 3 segundos. La acción vuelve al partido y el estadio se viene abajo. El fuera de campo es tan gozoso para el seguidor de los Celtics como inquietante para el de los Lakers. No importa que los angelinos salgan al contraataque tras doble fallo en el tiro de los verdes, porque hay una figura implícita que reclama la atención. Dicen que de fondo suena "Rocky", y yo me lo creo. Y como si todo estuviera preparado, Vujacic comete falta y la cámara vuelve a "The Truth". Un "travelling" con "zoom out" lo acompaña para realizar el cambio, mientras el plano vuelve a abrirse y pone en contraste al jugador con la exaltación de la grada. Y un detalle exquisito, tras tiro libre de Ray Allen, Pierce se prepara para reintegrarse al partido mientras la cámara encuadra su vuelta desde su rodilla.
Pierce enchufó dos triples seguidos, y los Celtics ganaron el partido...y las Finales. Si hay momentos que decidieron toda una eliminatoria, éste ha sido el momento. Incluso la NBA pareció querer "remakearlo" en el postrero sexto partido, cuando Ray Allen abandonó el campo tras un golpe en el ojo para volver y meter cinco triples en el último cuarto. Algunos analistas hablaron de actuación, de "performance", de farsa: supongo que no se acuerdan de aquellas finales del '98, cuando Jordan salió del campo aparentemente exhausto, molido por la fiebre y abrazado a Scottie Pippen. Supongo que pasa lo mismo hoy con Hitchcock y Shyamalan. Al primero ya le perdonamos sus supuestos "fallos" de guión -y Vértido está lleno de ellos-, y al segundo lo quemamos porque parece que se olvida de escribir (ja), para dedicarse a filmar.
Algunos lo llaman impostura, yo lo llamo mítica....a "El incidente" y a Paul Pierce. La NBA por su parte, sigue forjándola en cada gesto, en cada jugada.
Saludos
4 comentarios:
Muy buena entrada, yo en ACB con que hubiera un solo realizador no inepto, ya me conformaba. Es cierto que hay mucho de ficción en la épica deportiva, y ahí también entra en juego nuestra predisposición a creernos lo que nos presentan. Alucinar con un dios sacando fuerzas de flaqueza, sin que se nos pase por la cabeza cierta ayuda "no natural" (aunque habitual) o una actuación teatral, vibrar con alguien que sube el Alpe d'Huez con una cadencia de pedaleo propia de un ejercicio de sprint en un rodillo de gimnasio, o con que un tío con una rodilla hecha polvo guíe a su equipo a la consecución de una sortija. No siempre es discernible dónde termina la ficción y empieza la hazaña deportiva, ¿realmente importa?, no demasiado, lo importante es el punto de vista que nos muestran y nuestro deseo, necesidad, de creer. Como con tantas otras cosas, con el tiempo he perdido ese romanticismo, esa necesidad de creer, aunque a veces ese mágico momento sucede sin planos semi-picados, ni multicámaras, ni bandas sonoras.
Saúdos
El link que pretendía poner en ese sucede, era este: http://www.youtube.com/watch?v=HGKEUfUScJw
Como me gusta leerle, camarada.
Ni idea que habías vuelto. Me alegro de leerte. Y más si hablas de la épica de la Nba, una de mis debilidades más allá del cine.
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